Sobre el envejecimiento




Ahora que estoy a punto de cumplir los 55 años, permítanme que les cuente mi último fracaso relacionado con la edad. “Se le ha dado por escribir y volverse escritora” -pensarán ustedes- “y acaba de sufrir un ataque de realidad ante la curva del principio del “envejecimiento”. “Todos los que me conocen de verdad, saben que todavía a mi no me dio por el reencauche, ni las dietas u operaciones para quitarme 100 kilos de encima, y mucho menos por las cirugías plásticas o el botox, hilo mágico, cremas caras, etc. Yo uso la misma crema desde pequeña, NIVEA y la limpiadora de Ponds, me lavo la cara con agua fría todavía me dicen que tengo un cutis de porcelana.

No, nada de eso; más bien todo lo contrario. Lo que quiero decir es que cada uno encara la llegada de la vejez como buenamente puede y mi opción ha sido poner eso que los ingleses llaman un “labio superior firme” y que viene a ser algo así como aguantar el golpe de agua fresca estoicamente (yo soy muy valiente) y decir aquí-me-tienen – como soy a los 55 – con mis kilos de exceso y mis arrugas que me hacen una mujer interesante. Lo gracioso e irónico del caso es que mi actitud antes se llamaba “dignificante” pero está completamente fuera de moda, o como dicen los mas jóvenes no estoy en la honda, no soy “cool”.

Yo me he lavado el cerebro desde los 40 y me repito todos los días “La edad está en el animo” “Mi espíritu es flaco y no tiene arrugas” o “Me encuentro mucho más “interesante” a los cincuenta y cinco que cuando tenía cuarenta”, frases que no se las cree nadie, pero que a mi me dan paz, certeza y seguridad. Me he demorado mucho tiempo en aprender a quererme a mi misma y ahora que siento que lo he logrado, me he quitado muchas ansiedades y preocupaciones. Ahora me miro al espejo todos los días y me digo: te quiero mucho y me caes muy bien”. Yo creo de verdad que lo más importante es sentirse bien por fuera y por dentro, física y espiritualmente, y yo me siento mejor que nunca. Si tengo casi casi 55 pero me siento como si estuviera cumpliendo los 25.

Hace poco me invitaron a un programa sobre el tema “El paso del tiempo”. El encargado un famoso locutor conocedor del tema, bastante inteligente, hablaba de esa interesante teoría de que la edad no está en el DNI-y todo el Bla-Bla-Bla que le seguía, asegurando a los oyentes y participantes que de ahora en adelante todo será estupendo porque muy pronto la ciencia logrará que vivamos 150 años!!!!! Y yo por dentro (haciendo muchas muecas y abriendo los ojos me preguntaba que quien quiere vivir 15 décadas, ¿los vampiros? Yo no, gracias a Dios no tengo la obsesión de casi todo el mundo de ser inmortal, me dan ataques de nervios y se me paran los pelos de punta tan sólo de pensarlo. No me pude quedar callada y abriendo mi bocota y con mi voz de soprano frustrada di mi comentario que fue que lo único que estaríamos logrando si viviésemos 150 años era alargar el proceso - no estaríamos alargando la vida sino la mismísima VEJEZ y díganme con toda honestidad y poniéndose una mano en el corazón o en una de sus pechugas de salina o Silicon que haríamos con tantos viejitos de 150??? Si no saben que hacer con los de 80 para arriba???? Muy segura de mi misma y con el firme convencimiento de que mis opiniones eran las acertadas seguí opinando que no me parecía saludable para nada y que encontraba mucha vanidad, vaciedad y fanatismo ante ese NUEVO culto excesivo a la juventud que existe hoy en día y esa nueva ola o nueva honda de no querer envejecer (sobre todo en Hollywood en donde todos parecen estatuas del museo de cera).

Yo estoy convencida de que todo en la vida tiene su momento y que cada edad tiene su encanto y que no hay que engañarse intentando parecer que se tienen treinta y cinco o cuarenta cuando se tienen cincuenta y cinco. También tuve que expresar el poco buen gusto que tienen las viejitas que se disfrazan de jovencitas y que van por el mundo enseñando el ombligo, los escotes indecorosos, las piernas con muslos no tan firmes, cuando ya han pasado la menopausia, o esos hombres que quedan espantosos después de las cirugías y que se pintan las canas y les queda el cabello color cucaracha. Mientras yo hablaba me invadió el gran silencio de la sala. Ese silencio bullicioso. Ese silencio que dice más que un millón de palabras. Todos me miraban con ojos de feas miradas, felizmente que siempre llevo algo rojo. Ni siquiera una mirada de aceptación o de simpatía. Nada. En cambio el que dirigía el programa de cómo llegar hasta los 150 anos empezó a recibir largos y bulliciosos aplausos y una audiencia que se puso de pie – todo por que dio su discurso en defensa de la eterna juventud y yo me fui a casa pensando (como tantas otras veces en mi vida) que debo de ser rara, que la gente no me comprende, que vivo en otra frecuencia, que como dicen mis hijos me he quedado estancada en la década de los cincuenta y los sesenta.

Ahora mismo mientras escribo estas líneas me pregunto cuantos estarán de acuerdo conmigo, si me entenderán, ya que yo no escribo para complacer a la multitud ni para estar a la moda, o sobre cosas que se que me harían ganar mucho dinero. Yo se que la juventud se lleva por dentro, porque he tenido el privilegio de conocer en mi vida personas maravillosas que envejecieron felices sin preocuparse por las arrugas, ni las canas, sin perder jamás la ilusión por vivir, de disfrutar cada día como un regalo del cielo. Si lo que digo será bien entendido en esta sociedad que se caracteriza por barrer bajo la alfombra todo lo que no le gusta: la vejez es mala, fea y no existe; la muerte tampoco; la enfermedad, menos; todos somos guapos y jóvenes, sanos, ricos y los pajaritos cantan y la luna se levanta. Por eso hay un comercial en la televisión y revistas que me encanta de unos productos femeninos que reivindica la belleza de las “mujeres reales”, de las que son naturales, como Dios las hizo, las que no tienen medidas perfectas de concursos de belleza, de las que no pesan 48 kilos, de las que ya no tienen 18 años. Es real y saludable. Por culpa de lo que esta de moda hay miles de mujeres infelices, temerosas, inseguras y anoréxicas además de amargadas y frustradas. Yo estoy hace rato bien “pesada” y pasadita de libras, no voy a la playa porque como soy bien blanca y bien gorda no vaya a ser que me confundan con una ballena y me tiren al mar… yo misma me hago bromas, a veces los niños me dicen: usted es gorda, y yo les contesto que Dios hizo hormiguitas, conejitos, culebritas y monitos pero que también hizo ballenas y elefantes y que yo pertenezco al grupo de las personas “grandes”…. sin embargo y a pesar de que me gustaría no tener la facilidad de engordar que desde siempre he tenido y ser solo una talla LARGE y no del grupo XXL, ya no vivo infeliz atormentada por ser rechazada por ser “gordita y ahora encima viejita de 55”, todo lo contrario, ahora me doy cuenta de que el que te quiere, te quiere en cualquier peso y a cualquier edad. Y yo me siento muy querida.

Dejemos de vivir en un mundo irreal en donde muchos nos mienten vendiéndonos la promesa de que todos podemos ser eternamente jóvenes, bellos y sexys y que únicamente genera frustración (cuando no es anorexia es bulimia o depresiones o alcoholismo o actitudes patéticas). Y es que, por mucho que se empeñen los más optimistas, una mentira mil veces repetida no se convierte en verdad, al menos en este caso. Además, vamos a decir las cosas sin pelos en la lengua, solo hay que mirar las fotos de algunos de los famosos que han sido sometidos a las manos “mágicas"o milagrosas de los acaudalados cirujanos plásticos De esa cirugía que al salir del hospital parecen momias de la época pre-incaica. Hay que convencerse de que la verdadera belleza no tiene edad y que la vida es LINDA sin importar el número. El único numero que nos debe de importar es el de los amigos que tienes, eso si es ser RICO de verdad.
El 16 de enero estoy completando mis 55!!!!

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