Vallejo y yo







Son muchos los escritores y poetas que me gustan, pero Vallejo y yo nos remontamos a mis dias de colegiala y al primer poema que dejo muchas marcas en mi vida. A los 14 le escribi un poema que tengo que buscar en alguno de mis viejos cuadernos.


César Vallejo

César Vallejo nació en Santiago de Chuco, Perú, en 1892. En 1918 publica su primer libro de poemas: Los heraldos negros. En 1920 es acusado injustamente y encarcelado durante 112 días. En 1922 publica Trilce; un año después, publica algunas prosas y viaja a París.

En 1928 viaja a la Unión Soviética y a su regreso a París rompe con el APRA. En 1929 regresa a la Unión Soviética y un año después viaja a España. Regresa a París pero es expulsado por razones políticas; se translada entonces a España de nuevo.

En 1931 publica su novela Tugsteno. Viaja de nuevo a la Unión Soviética y se inscribe en el Partido Comunista de España. En 1932 regresa a París y vive en la ilegalidad. En 1937 asiste al Congreso de Escritores Antifascistas en Madrid.

Murió en Paris, un día del cual tenía ya el recuerdo, en 1938. En 1939 se editan, de manera póstuma, los Poemas humanos.

Los dos cuadros de Vallejo son de la obra de Gaston Garreaud y el otro es un Picasso.

Para mi es el mejor poeta peruano.




Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios;
como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!


Son pocos; pero son…
Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema

Y el hombre… Pobre… pobre!
Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vividose empoza,
como charco de mueca, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!


Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París
-y no me corro-
tal vez un jueves,
como es hoy de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves,
que proso estos versos,
los húmeros me he puesto a la mala y,
jamas como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto,
le pegaban todos
sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo
y duro también con una soga;
son testigos los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…

Comments

  1. Excelente reseña de este poeta a quien yo no conocía. Definitivamente la musa inspiradora está presente aún en los momentos de mayor sufrimiento. Un valioso aporte para los que nos gusta escribir un verso o un pensamiento de vez en cuando.

    ReplyDelete

Post a Comment