El sendero de la luz


Creo en Dios, creo en el amor, en la amistad, en las personas, en la vida. Siempre he creido que aquello que uno siembra, con el tiempo lo recoge. La naturaleza es muy sabia, y todo llega, sólo hay que saber esperar, tener paciencia y tolerancia. Detesto la mentira, la traición, la envidia, la calumnia, me considero una persona transparente, lo que ven es lo que soy, sin dobleces. Peco de ser muy ingenua muchas veces, pienso que aunque tenga noventa años, seguiré siempre siendo así, para bien o para mal. Soy extremadamente sensible, demasiado, y llorona, y no me gustaría serlo tanto, pero soy así desde siempre. Me involucro demasiado cuando quiero a alguien, sólo deseo el bien de esa persona, aunque ello conlleve tener que sufrir, porque soy una esponja que todo lo absorbe. Mirando al mar me puedo pasar miles de horas, me inspira placer, felicidad, tranquilidad, nostalgia, y mucha paz. Mis deseos, poder escribir para siempre y llevar alimento al hambriento con el fruto de mi labor de escritora, ser receptora eficiente de la luz y servir de instructora, vivir en un lugar desde donde pueda disfrutar de un bonito amanecer viendo el mar. Poder ver llegar nuevos amaneceres en Miraflores muchas veces en mi futuro, poder ver caras felices en mis huerfanitos de todas partes del mundo porque no sufren de carencia afectiva ni corporal ni espiritual. Creo en Dios sobre todas las cosas y que tiene un proyecto muy grande en mi camino del sendero de la luz. Creo que querer es poder y quiero que mis libros se vendan en todos los rincones del mundo, porque ahora se que mi meta es aliviar la pobreza y dar de comer al hambriento. Yo escribo para los pobres.

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