Dudas


El otro día mi gran amigo Federico me dijo algo que me dejo pensando mucho, que era mejor creer que todos los seres humanos éramos buenos, porque si pensamos que todos los seres humanos somos malos, entonces vivimos con miedo y desconfianza, claro que como todo cada persona va a tener su punto de vista y va a dar su opinión al respecto. Hace unos instantes almorcé con un grupo de personas muy interesantes, las dos que se me sentaron al lado eran de un hotel cercano y cuando se enteraron del evento de las 1,000 canastas me dijeron que iban a pasarle la voz a sus amistades y que me estarían entregando muchos peluches muy pronto, ambos, muy emocionados y con muchas ganas de ayudar a los niños pobres. Me tomé una taza de café que sentí delicioso, y de regreso a la oficina me detuve cinco minutos en la librería BORDERS que estaba llena de pasajeros haciendo tiempo y ojeando libros y revistas, creo que de las tiendas del aeropuerto es una de las mas concurridas. Me puse a leer “El Economist” que es una de mis revistas favoritas desde siempre. Y por encimita leí algo sobre la duda, la desconfianza en el ser humano.

El artículo hablaba de la convicción y la certeza, algo así como que la convicción obedece a una definición negativa porque es aquello que no se discute. Hummm...… pensé, nosotros los seres humanos siempre estamos buscando las respuestas, la polémica, la contradicción, opinando y criticando (alguien me dijo hace un rato que le parecía muy mal que yo opinara sobre los ateos, refiriéndose a un pedacito de mi libro “Los sapos no saben leer” en donde Sol la protagonista tiene un hijo que le ha dado muchos problemas desde pequeño y que al crecer se vuelve trotamundos, termina haciéndose drogadicto, viviendo de las mujeres, y para remate es ateo). No ha leído mas que un pedacito del libro y ya me esta “criticando” que la madre no debe de opinar y o meterse en la vida del hijo ateo, que debe de aceptarlo. Pienso, si supiera el amor tan grande de Sol a su hijo, si supiera lo que esta mujer ha tenido que soportar en su vida…

Vivir o tratar de vivir sintiéndonos seguros y felices de lo que somos no es tan fácil como parece, y si nos ponemos a analizar voy a empezar una cadena de comentarios y opiniones. ¿Quién de ustedes no duda? La minoría.

Vivimos con estrés por la cantidad de incertidumbres que tenemos en nuestras vidas y las que podemos tolerar, cargar, soportar, hay gente que todo lo que tiene en sus cabezas, en sus mentes es la duda. Somos seres pensantes, el problemas es que hay personas que nunca dejan de pensar y de vivir preocupados, tanto que hasta se llevan todas estas preocupaciones a sus camas todas las noches y nunca descansan, son mentas hiperactivas, la gloria del ser humano es pensar; ningún acto es más violento ya que este significa poner en duda todas las certezas establecidas por la crítica o los sistemas filosóficos anteriores.

Y aquí me tienen, escribiendo, día a día, los pedacitos de mi vida, escribir, más allá de ser una misión, una manera de comunicarme con todos, de plasmar en el papel todo esto que llevo por dentro, es un acto de fe, de amor, de buscar la aceptación de mis lectores. Quiero provocar comentarios, inquietarlos, hacer que abran sus corazones, ese es mi rol, el propósito de mi vida, escribir para los pobres, y no dudar de que muchas personas vayan a darse cuenta de lo importante que es encontrar un propósito en nuestras vidas. Últimamente me emociono de todo, soy por naturaleza muy llorona, mientras escribo es natural que se me salgan las lágrimas, es de herencia, así era mi abuela. No, yo no igual que muchos, soy conversadora y así como escribo mucho hablo también mucho, y caigo bien a algunas personas y a otras les caigo pesada, siempre digo “no soy monedita de oro” para caerle bien a todo el mundo, no es una maldición, es todo lo contrario, porque para poder escribir hay que sentir distancia frente a los demás y frente al mundo.

El rol de escritor es tan importante como el del lector. Para ser un escritor de “verdad” hay que saber llegar, hay que hacer reír y llorar, vibrar, sentir, recordar, añorar, amar, perdonar, tener ilusión de verdad, creer en la felicidad y buscarle a la vida el lado de la luz, encontrar música en el silencio, en la sonrisa de los niños, en las flores, en un plato de sopa caliente, al final de un día de trabajo en donde pusiste todo tu empeño por hacer bien las cosas, y cuando te vas a acostar y reposas tu cuerpo sentir que hoy fuiste una buena persona, un buen padre, un buen hijo, un buen esposo, un buen compañero, un buen vecino, que cumpliste con tu patria, con el mundo, con la naturaleza pero sobre todo con nuestro Padre Celestial, que es al fin y al cabo quien decide tu destino. Yo me demore mas de medio siglo en darme cuenta de cual era el propósito de mi existencia, ahora se que soy Mary Fernández, escritora y que escribo para aliviar el hambre en el mundo, y no desconfío ni dudo de la gente, pienso que la mayoría somos personas buenas y que queremos lo mismo, ser felices, hacer felices a nuestras familias, sentirnos amados y logrados, envejecer con paz y tranquilidad y saber que tenemos un techo, un plato caliente de comida y que cubrimos las necesidades básicas para vivir una vida saludable y encontrar el balance de lo que es trabajar, disfrutar, tener vida social, salir a caminar, ir al cine, hacer música, oír música, leer, escribir, bailar, cantar, visitar a los enfermos, ir a la Iglesia, acordarse de los niños y de los ancianos, sentirnos que tenemos una vida llena de actividades que nos hacen sentirnos “realizados” como personas a cualquier edad.

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