Deseo


Llueve. Lloro. Estoy sentada en la sala hace horas. Pienso que no hay nada más complicado que el deseo, si, el deseo simplemente, lo que late dentro de mi con tanta intensidad que me permite estar viva. Me es muy difícil que el deseo se acomode al mundo exterior, a los otros, es siempre algo que no tiene límites y entonces, lo que hacemos, es ponerle un límite, buscando apoyo en la razón. Pero mis deseos no tienen nada que ver con deseos de libertinaje ni deseos carnales, materiales o mundanos. ¿Es posible confinar mis deseos, acaso domesticarlos? como hubiera aconsejado el Principito en su tierna y sabia filosofia. Sigue lloviendo, sigo llorando, es terrible luchar contra lo que siento, es agotador. Escucho a Joyce Meyer hablar de su madre y me identifico con ella, es como si estuviera hablando conmigo, habla del amor a Dios, habla de como Dios la transforma de ordinaria a extraordinaria, la mujer es sabia, sabe llegar, te hace reir, te hace sentir, te hace llorar, puedes oirla por horas y no te das cuenta, la gente queda boquiabierta y maravillada con sus historias. Deseo ser como ella, aprender con ella, hacer lo que ella hace, ella le da de comer a 60,000 personas en paises como Somalia y Etiopia. Ha escrito 90 libros.

Deseo vivir mi deseo de ayudar de manera libre, por cuestiones sociales y culturales, estar preparada para poder hacerlo. Deseo escribir muchos libros para aliviar el hambre.

Ya no llueve. Ya no lloro. La fuerza de mis deseos no me deja dormir. Quiero, deseo, le pido a mi Padre Celestial que me mande ejercitos celestiales que me ayuden a ayudar a aliviar el hambre. Le pido que me mande las palabras, que puedan motivar, que puedan ser caricias para las almas que se conviertan en alimento para los cuerpos que tienen hambre.

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