Nueve meses sin ti



Nueve meses sin poder viajar a Lima. Nueve meses sin caminar por mis calles Miraflorinas, sin ver la mirada de mis queridas amigas, sin sentir sus voces, sus risas contagiosas, sin recibir sus abrazos cargados de afecto y tanta luz.

Nueve meses sin todas ustedes que bien saben quienes son y cuanto quiero.

Ya voy pensando e imaginando mi llegada a Lima, tiene que ser pronto, muy pronto, me esperan con una silla de ruedas que lleva mi nombre, siempre hay desorden y se demoran en salir las maletas, pero no es diferente a otros aeropuertos internacionales nuestro lindo aeropuerto Jorge Chávez, siempre llego de madrugada a tomar desayuno, me recibe la neblina, las caritas de mis peruanos que son felices, alegres, especiales, diferentes. Voy recordando la casa de mi abuela, la de mis tías gatas, el olor especial de cada hogar, el aroma a canela, clavo, gardenias, arroz con leche, chicha morada, cafe recien pasado, pan caliente y crocante, mantequila Laive, aceitunas, papayas dulces, mangos que parecen manjares celestiales, fragancias de amor y armonía, me siento segura, contenta, satisfecha, feliz, me siento en casa, llena de serenidad, de paz, y es que parte de mi alma siempre mora en Lima. Mis ojos recorren los paisajes diferentes de cada distrito, reconozco calles y avenidas.

De nuevo el delicioso sabor del mejor pescado del planeta, los limones jugosos, la salsa criolla con esa cebolla que te hace llorar, los tamales, el aji, el olor a humedad, mi mar de Chorrillos, Barranco y sus bohemios, mis visitas al Chifa del Club Regatas. Los domingos temprano cuando hay poca gente, caminando por la orilla del mar, escribiendo en la arena. Las llamadas y las visitas de mis queridas amigas, no me alcanza el tiempo, el acento lindo del lenguaje peruano, tan distinto, las lisuras, la jerga, los chistes, la pobreza, y al mismo tiempo el buen gusto y la elegancia y la finura de tanta gente.

Esa manera de hablar que esta cargada de afecto, de calor humano, de reconocimiento, que para mi es tan importante para luego poder escribir mi sentir, si no fuese asi no escribiría. Mi sensibilidad se desarrollo en Lima, en mi primera juventud, y aunque tuve que partir y vivir lejos de ella, vivo contando los meses para volver... siempre volver...

Pronto, pronto, en unos meses, una mañana estare llegando de nuevo a mi adorada Lima, y en mi mente ya estoy caminando por el malecon, hace calor, oigo el cantar de los grillos, la noche intensa, bulliciosa, viva, despierta de mi Lima. La evoco. La siento.

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