La vida es hoy

Que llueva la edad significa que se derritió el hielo de años llenos de hiel, de miel, de gozo y nostalgia por las cosas que perdí por miedo a perder. Me pregunto si me arrepiento y me respondo que no, que no quiero pensar si quiera que esas cosas pudieron no haber existido, que no quiero olvidar nunca esas imágenes que me duelen tanto pero al mismo tiempo me alegran, como una expectativa incierta de algo que no creo que vaya a llegar nunca. Como olvidar las lecciones, los momentos que dejaron huellas, las personas importantes de mi vida que se me adelantaron. El tiempo vuela. La vida pasa en minutos... La vida es hoy.
Es como mirar un dibujo antiguo. Uno que tiene muchos años guardado. Ver todos sus defectos y sus imperfecciones, recordar el instante en que te tembló el pulso. Incluso dónde falló la punta del lápiz. Un borrón aquí, muchos otros en la mitad del dibujo y cómo se transparenta la otra cara de la hoja en la que hay pintado algo de rojo y de amarillo. La curiosidad te instiga, quiere saber qué hay dibujado en la otra cara, pero algo te dice que si está´dibujado en rojo y amarillo, es por algo. Y no caes como el gato.
Que feliz me hace saber que ya no pienso en ti cuando escribo esto. He pensado tanto en tu ingrata y canalla persona por tanto tiempo, pero ya no, ya no siento nada, ya no te amo, ya no te desprecio, ya no te detesto, ya ni siquiera puedo creer que fuiste alguna vez quien fuiste en mi pasado, el lobo feroz, el malvado, el abusador, el rompe almas. Por primera vez en mi vida pienso en mí y en todas las heridas que no he lamido nunca, porque son todas venenosas. Todas están abiertas y se vierten aquí, hoy, en mi valle de dolores, sinsabores, duelos y llantos, sin ningún rencor. He perdonado. Todas esas palabras viven en este lugar etéreo y abstracto, como el trasto que, olvidado tiempo hoy al barrer encuentras debajo de la cama y creías haber perdido. Son todas mías, pero todas de nadie. Todos predicado sin sujeto, sin encadenar, libres, como sólo puede ser libre la palabra libertad.
Hoy ya puedo escribir sin mojar el teclado con mi triste llanto, con mis angustias y los ataques, mis nervios han aprendido a mantener la calma, he vuelto a reirme a carcajadas, a saborear las mieles de mi bella infancia. Me gusta escribir con sentido y dibujando sonrisas en los rostros amados, me gusta contar chistes y que se rían, y me siento feliz de los rostros relajados, de los que tienen esa paz, esa ternura, los ojos agradecidos, los ojos brillantes de las personas emocionadas.
Me gusta sentirme en paz, sentir la luz que me llega del Reino de los Cielos, entre tanto mar picado por las olas bravas. Sentir mi playa en calma.
Aclarada mis dudas cierro mi cuaderno, me esperan mis obligaciones diarias, he de regresar en otro momento a seguir escribiendo, a distraer los malestares de mi cuerpo enfermo, dejando más palabras que van a ser durante toda su existencia una bienvenida al presente, una despedida a la vida. Algunas llorarán, otras serán más fuertes. Todas sabrán, empero, que "lo importante no es tener principios, sino tener finales".
La vida es hoy. Somos lo que pensamos.

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