Mi hijo menor cumple 42

20 de Abril del 2018
(Dictado no editado)
En el 2009 aprendí que el abrazo del niño que una vez estuvo cada día a mi lado ordenó todas las partes que ocho años de separación desordenaron y rompieron mi vida y miles de mis días hasta enfermar todo mi cuerpo.
Anoche aprendí, que no se debe juzgar a nadie por lo que es. Nadie sabe lo que pasa dentro de cada uno. No quieras estar en los zapatos de otros, no lo quieras ni de broma.
Ayer aprendí que dar y recibir son la misma cosa, que te deja la misma sensación de estar lleno, de sentir que se expande el pecho, de sentir que tus dedos tocan el Cielo, la plenitud, el todo. Acaso la felicidad.
Hoy al abrir los ojos de nuevo y llenar mi pecho del amanecer de otro aniversario inolvidable, de otro 20 de Abril en que mi maternidad abandonada daba a luz a mi bebito sin padre otro 20 de Abril de 1976 para llenarme de fortaleza.
De nuevo aprendí que podemos planificar el día y todo terminara siendo tal como debe ser lo mejor para nosotros. Todo pasa por algo. Que nada es casualidad.
Anoche aprendí que los que nos rodean nos cambian con una decisión, transformando un momento rutinario en un instante único, Que es muy importante escuchar consejos bien intencionados.
Hace tiempo aprendí que necesitamos mirarnos cuando hablamos, penetrar en las ventanas del alma de nuestras miradas que lo dicen todo, reírnos más y a carcajadas hasta que nos duelan las tripas, entendernos sin desconfianza ni temores, desde esa mínima coincidencia, dejando que el río de diferencias siga su curso y dejar en libertad las cadenas que nos atan de expresar tantos abrazos contenidos, tantos "te quiero" nunca dichos.
Desde chica aprendí que un café entre gritos, risas, miles de historias en medio, sabe mejor y el tabaco deja de tener la importancia que adquiere en la soledad y en el hueco enorme del duelo y las distancias cercanas que se hacen inalcanzables.
Hace rato aprendí que las personas que siguen a nuestro lado, desde un teléfono, una carta, un abrazo, un ramo de rosas inesperado, una estampita, el detalle, una foto compartida son aquellas por las que merece la pena vivir, como por ejemplo la persona que hoy se da tiempo para leer mis pensamientos, lo que siento, lo que soy.
Con la muerte de mi madre aprendí que estar donde estoy es justo el lugar donde puedo dar lo mejor de mi y recibir lo mejor de con quienes estoy.
Con mi abuela aprendí que el sitio no me hace ser, me hace estar en el presente que me toque experimentar y que Dios es siempre primero, siempre.
Hoy entendí mis tantos anhelos y desvelos, mis noches de largas tertulias, mis miles de abrazos sanadores, mis gracias y mis miles de palabras y preguntas sin repuestas. Mi llanto seco por fuera y mojado por dentro. Mi soledad siempre rodeada de miles de personas.
Hoy me convencí nuevamente de que cada "Gracias" que he dado en la vida son gracias agradecidas desde el alma que hacen que crezcan siempre mis ganas, mis deseos de vivir y de escribir aunque mis dedos y mis brazos no obedezcan mis mandatos en el presente por la enfermedad que me tiene postrada pero no desanimada ni muerta. La fe me mueve, la fe en Cristo me impulsa, me eleva, me llena de paz.
Gracias a todos, todos los que son parte de mi vida, de mi historia, de mi gente, he borrado a muchas personas de Facebook porque no los conozco en persona o porque nunca se comunican para nada conmigo y he preferido (sin herir susceptibilidades) reducir mi mundo cibernetico. Tiempo para muchos sobra, pero vida, vida ya no tengo para desperdiciarla ni quemarla con momentos inciertos, para mi cada minuto es un milagro y no quiero despediciarlo con personas que no son parte de mi "frecuencia" ni de los pedacitos de mi vida.
Soy Mary Fernandez, la escritora fantasma, la escritora que no puede escribir como otras veces con sus manos de dedos ligeros en su teclado con letras borradas. Escribo para aliviar el peso emocional de algunos y el hambre de muchos.
Antes de tomarme todas mis pastillas matutinas de hoy, me perdonan por favor aquellos a quienes he "borrado" de mi lista, algunos hasta familiares o hijos de mis amigas, es que me he quedado con aquellos que sembraron frondosas semillas en el huerto de mi alma, con los que siento que mi presencia no los incomoda ni mi voz chillona no los molesta, o mi peso, mis enfermedades, no quiero causar motivos para provocar burlas, o que me vuelvan a tildar de que sufro de "locura" porque siento que seres angelicales me cuidan.

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