En la primavera del 1945, una hermana de Antonia le regaló un libro azul con páginas blancas para que empezara a escribir su diario. El libro tiene la siguiente dedicatoria:
“Antuca querida:
Espero que en este libro queden grabadas tus más profundas impresiones y que ellas sean reflejo de una felicidad profunda y bien cimentada, que nada ni nadie la pueda destruir.
Soñar despierto es la mayor dicha para un espíritu inquieto. Vas a viajar, realizarás una ambición muy mía, en cada puerto habrá para ti una sorpresa, que yo viviré a través de tu fantasía. Saldrán a tu encuentro personajes desconocidos, trátalos a todos como tal; no des cabida en tu corazón al primero que acierte a pasar, por muy sola que te encuentres. Esto es alma mía, el tramo más difícil en la vida de una mujer. Quiero para ti, alguien muy noble y muy grande, alguien que refleje tu bondad; un hombre del cual tú digas: ¡Es mío!… con el más grande orgullo.
No desperdicies un minuto, goza lo más que puedas, disfruta de la vida y graba acá, en estas páginas ahora en blanco, lo que sientas en lo más profundo de tu pecho. Tu felicidad es tuya, compártela con alguien que jamás la empañe.
Ve contenta, escribe las maravillas del mundo que tu vida descubre…”
Palabras de ese libro azul:
Hoy 15 de Julio de 1983
Te vuelvo a tomar diario mío, pero para contarte algo triste y a la vez todos hemos recibido como un baño de alegría. Verán el domingo 10, a las 7:30 de la mañana nos dan la noticia de la muerte de nuestro Reverendo Padre Osquitar, como le he dicho siempre.
Sabíamos todos que estaba muy delicado, y así había pasado muchos anos de su vida, pero sin decaer culmino su obra, “obra maravillosa” su templo, su iglesia, que como lo dice la palabra reunió a centenares que públicamente demostraron su cariño, su gran fervor hacia el, el hombre de aspecto sencillo, pero por fuera, pues por dentro sus actos y su obra nos han dado un gigante, un maravilloso hombre de bien que a partido hacia su Dios, al cielo llevándose las manos llenas de su obra de misionera de catequista, pues consiguió una parroquia de las mejores entre las mejores, y su obra no desaparecerá, como tampoco hemos perdido su sombra de ayuda y protección – tu cuerpo reposa en el cementerio el Ángel Cuartel San Vicente de Paúl # 3 micho 4C.
Hemos tenido la deferencia especialísima de presenciar la demostración de amor más grandiosa habida en nuestra familia, un velorio, pero sobre todo una misa de gloria maravillosa. 33 sacerdotes de vestido blanco celebrando una bellísima ceremonia que nos parecía como un sueno, un encantamiento, ver a esos 33 reverendos elevar sus manos al unísono, con una unción angelical despidiendo al compañero sacerdote al viaje sin retorno, pero dejándonos a todos en PAZ.
A este santo hombre que ha sido como mi hermano gemelo, pues éramos de la misma edad, se lo encomiendo a nuestro Padre Celestial, pidiéndole con humildad y fervor por la paz de la familia que los que necesitamos de el, seamos protegidos y ayudados con la gran bondad y sencillez que lo han caracterizado.
Oscar, mi adorado primo hermano y cunado, el orgullo de la abuela Caridad que con tanto amor te acogió cuando eras un recién nacido, mi querido gran amigo, consejero espiritual, sacerdote que me diste la bendición matrimonial el día que me case con tu hermano mi otro adorado varón. Oscar mío, descansa en paz y se que estas allí en el Cielo con tu Padre arriba en la Gloria mirándonos a todos con esa mirada dulce que te caracterizaba.
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