María Ángeles regresa al barrio que la vio crecer siente que los árboles la reconocen, los pajaritos se asoman y se reúnen para avisarle a sus luciérnagas que ella esta de nuevo por su antigua morada. La casa de sus tías, la misma que siempre la espera y sabe saborear sus visitas. En la entrada siguen floridas las macetas y aquel arbolito de pino que ella ayudó a plantar después de una Navidad. Llega con sus dos maletas hasta la puerta, el viento sopla más fuerte y el arbolito alto y espigado hace una venia para saludarle; las palomas de cerámica blanca, despiertan de su letargo y revolotean, están ansiosas de contarle las últimas nuevas.
Sólo queda una de las cuatro maravillosas personas que moraban en esa casita de la calle de las Acacias, la segunda de las tres hermanas. Todo sigue igual, nada ha cambiado; son los mismos muebles en el mismo lugar desde 1957, los libros con sus páginas amarillas, el aroma humano de todo lo que en otras épocas fuera utilizado por todos los miembros de la familia Fernandez, la mesita donde la tía sigue tomando sus tacitas de café. Ahora que sufre de Alzheimer toma más tacitas que de costumbre, porque a los cinco minutos de haber terminado se le olvida y con mucha educación y cordialidad dice:
-Por favor, una tacita de té o de café.- Habla con un tono de voz como si se estuviera muriendo de hambre.
La tía está muy delgada; antes, por mucho tiempo, fue una mujer redondita, de cara linda, pero con unos kilitos de más. Ya tiene más de nueve décadas, no se acuerda de lo que pasó ayer o hace un mes y pregunta a cada rato que dónde está su papá y que a qué hora vienen a recogerla porque quiere irse para su casa. Es una escena que se repite muchas veces al día. A veces se levanta a las 5:00 A.M. y pide el desayuno, se mete al baño, se ducha y se viste, después se vuelve a poner el pijama; hay veces en que lo hace hasta tres veces.
Le encanta que la vengan a visitar. Se pone feliz con las visitas. No te reconoce, pero te abraza y te dice cosas lindas. Sigue siendo tierna. Después de unas horas en casa de su tía adorada, María Ángeles, siente que se le rompe el corazón, porque haga lo que haga, en cinco minutos la tía no va a recordar nada.
Aurelia nacio un 14 de Febero de 1917, pronto cumplira los 92.
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