The Gettysburg Address by Abraham Lincoln


" Fourscore and seven years ago our fathers brought forth on this continent a new nation, conceived in liberty, and dedicated to the proposition that all men are created equal.
Now we are engaged in a great civil war, testing whether that nation, or any nation so conceived and so dedicated, can long endure. We are met on a great battle-field of that war.
We have come to dedicate a portion of that field as a final resting-place for those who here gave their lives that that nation might live. It is altogether fitting and proper that we should do this. But, in a larger sense, we cannot dedicate, we cannot consecrate, we cannot hallow this ground.
The brave men, living and dead, who struggled here have consecrated it, far above our poor power to add or detract. The world will little note, nor long remember, what we say here, but it can never forget what they did here.
It is for us the living, rather, to be dedicated here to the unfinished work which they who fought here have thus far so nobly advanced. It is rather for us to be here dedicated to the great task remaining before us, that from these honored dead we take increased devotion to that cause for which they gave the last full measure of devotion, that we here highly resolve that these dead shall not have died in vain, that this nation, under God, shall have a new birth of freedom, and that government of the people, by the people, for the people, shall not perish from the earth."
Una biografía de Abraham Lincoln que fue escrita para una campaña política, que él leyó y corrigió, describe un cuadro de la vida hogareña de los Lincoln así: “Al sufrir la pérdida de su madre en el otoño de 1818, Abraham experimentó el primer gran dolor de su vida. Aunque de una preparación limitada, Nancy Lincoln era una mujer dotada de gran inteligencia natural y de una definida fuerza de carácter. Ella, así como su esposo, fueron miembros devotos de la iglesia bautista. Los domingos, cuando no había ningún culto religioso en los alrededores, la señora Lincoln acostumbraba emplear una parte del día en leer las Escrituras a su familia. Cuando Abraham y su hermana aprendieron a leer, participaban por turnos en el deber de la lectura dominical".

Después de la muerte de Nancy, Tomás Lincoln se casó con Sarah Bush quien hizo mucho por encauzar el pensamiento del niño Abraham. La madrastra era mujer devota, de convicciones piadosas. Después de asesinado el presidente Lincoln, ella dijo de él: “Era el mejor niño que he conocido. Leía todos los libros que tenía a su alcance Leía la Biblia, pero no con la avidez que algunos dicen… Asistía a los cultos con más o menos regularidad. Al regresar a casa solía repetir el sermón, cosa que entretenía a los niños y les agradaba mucho”.
Cuando Abraham tenía veintiún años de edad, su padre se cambió a la pequeña localidad de New Salem, en el estado de Illinois. Allí, Abraham cultivó amistad con el mentor (pensador) Graham, maestro de una escuela bautista.
Cuando Lincoln era ya padre de familia, dos golpes lo hicieron pensar seriamente en su relación con su Hacedor. En 1849, Eduardo, el segundo hijo de Lincoln, murió de difteria. El reverendo James Smith, pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana de Springfield, Illinois, predicó el sermón fúnebre. Después de la muerte de Eduardo, los Lincoln tomaron en alquiler una banca en el templo de la iglesia presbiteriana y asistían a los cultos. La esposa de Lincoln se unió a esta iglesia, pero Lincoln nunca se hizo miembro de ninguna iglesia.
Cuando en 1862 otro hijo del presidente Lincoln, Guillermo, estaba a punto de morir, el presidente dijo a la enfermera: “Esta es la prueba más grande de mi vida. ¿Por qué ha de ser inevitable que esto tenga que suceder? ¿Por qué?" La enfermera le dijo al presidente que ella había perdido a su marido y a dos niños; que estos estaban en el cielo; que reconocía la mano providencial de Dios en cada muerte, y que amaba a Dios más ahora que antes de su aflicción. Lincoln le preguntó: --¿Cómo pudo usted hallar paz? –Simplemente confiando en Dios –respondió ella--, creyendo que todo lo que Dios hace obra para bien.
Cuando el Presidente Lincoln asistió al culto fúnebre de Guillermo, la enfermera le dio sus condolencias y le prometió orar por él. Él le dio las gracias y repuso: “Procuraré poner mis pesares en las manos de Dios”. Unos días después, la enfermera preguntó al presidente si había podido confiar en Dios y él dijo: “Creo que sí; procuraré hacerlo. Ojalá que tuviera esa fe de niño que usted menciona, mas confío en que Dios me la dará”.
Poco después de este acontecimiento, una señora, en representación de la “Comisión Cristiana” celebró varias entrevistas con el presidente. En una de éstas él le preguntó qué era, según el parecer de ella, lo que constituye una experiencia religiosa. Ella le respondió que es necesario reconocer la propia pecaminosidad, sentir la necesidad personal de un Salvador y buscar la ayuda del Espíritu Santo hasta obtener la evidencia satisfactoria de haber tenido un nuevo nacimiento espiritual. El presidente meditó unos momentos, y luego contestó: “Si lo que usted me dice es el concepto correcto de este gran tema, creo que puedo decir con sinceridad que me considero como un cristiano. No me había dado cuenta de estas cosas, sino hasta que falleció mi Guillermito. Este golpe me derribó. Sentí mi debilidad como nunca antes, y sí puedo aceptar lo que usted me dice como una prueba, creo que puedo decir que he experimentado en parte este cambio del cual usted me habla; además, permítame agregar que hace tiempo he tenido la intención de hacer, en una ocasión oportuna, una pública confesión religiosa”.
No solamente debido a sus pesares personales, sino también a la inmensa responsabilidad que pesaba sobre él como presidente de una nación dividida por causa de la abolición de la esclavitud, el señor Lincoln buscaba la ayuda divina.Es bien sabido que el presidente Lincoln era hombre de oración. En la ciudad de Washington hay una estatua de Lincoln arrodillado en oración.
El Coronel Rusling escuchó al Presidente Lincoln relatar lo siguiente al General Sickles, después de la victoria de Gettysburg: “La verdad es, General, que durante la violencia y la tensión de la batalla librada allí, fui a mi cuarto, me puse de rodillas y pedí al Dios Todopoderoso la victoria en Gettysburg. Le dije que este país era de él, que la causa era de él, y que no podríamos resistir otras derrotas como las de Fredericksburg y Chancellorville. Le hice a mi Hacedor un voto: de que si él estaba con ustedes en Gettysburg, yo estaría al servicio de él. ¡Así lo hizo, el Señor y yo cumpliré mi parte! Después de todo esto sentí que el Todopoderoso Dios había tomado todo el asunto en sus manos”.
Lincoln no solamente oraba, sino que también recomendaba la oración a otros. En una carta dirigida a su hermanastro, Juan Johnston, el señor Lincoln le escribió en ocasión de enfermedad de su padre, el siguiente párrafo: “Espero sinceramente que nuestro padre recobre la salud, pero suceda lo que suceda, dile que invoque y confíe en nuestro Hacedor bueno, grande y misericordioso, quien no lo rechazará en ningún caso extremo. El que está atento a la caída de un pajarillo, que cuenta nuestros cabellos, no se olvida del moribundo que pone su confianza en él”.
La referencia a Mateo 10:29, 30 hecha en esta carta, pone de manifiesto el uso que hacía Abraham Lincoln de la Biblia. Él tenía varias Biblias. Conservaba una sobre su escritorio y la citaba de vez en cuando ante sus colegas. Lincoln hacía uso frecuente de la Biblia en sus discursos.
Cuando aún vivía en Springfield, en 1858, describió la condición del país citando las palabras de Mateo 12:25: “toda… casa dividida contra si misma, no permanecerá”.
Cuanto más sentía el peso de su responsabilidad y la gravedad de la situación nacional, tanto más se refería a la Biblia o la citaba. En el discurso de su segunda toma de posesión de la presidencia, el presidente Lincoln se refirió a la Biblia, la citó, y colocó al pueblo frente a frente con Dios de tal manera, que por poco el discurso pudo haber sido clasificado como un sermón.
Su estimación por la Biblia se reveló cuando al recibir una Biblia como obsequio de un grupo de raza de color en Baltimore, Lincoln les dijo: “Con respecto a este gran Libro, sólo puedo decir que es el mejor don que Dios ha dado al hombre. Por medio de este libro se nos comunica todo el bien que el Salvador otorgó al mundo”.

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