Literatura Peruana del siglo XXI


Con el cambio de siglo y en los primeros años de la década se da un fenómeno singular, inesperado para algunos. Varios de los premios internacionales más importantes son entregados a escritores peruanos, algunos de ellos desconocidos hasta ese momento en el extranjero. De hecho, este repunte de las letras peruanas empieza en 1999, cuando la novela El cazador ausente, de Alfredo Pita, gana el Premio Internacional de Novela Las dos orillas, concedido por el Salón del Libro Iberoamericano de Gijón (España). El libro de Pita fue de inmediato traducido y publicado en cinco países europeos: Métailié, París; Seix Barral, Barcelona; Guanda, Milán; Asa, Lisboa; y Ópera, Atenas. Tres años después, en 2002, un narrador ya consagrado, Alfredo Bryce Echenique, obtiene con El huerto de mi amada el Premio Planeta, otorgado por Planeta, la editorial más poderosa de España y una de las mayores del mundo. El año siguiente, en 2003, Pudor, segunda novela de Santiago Roncagliolo, queda entre las cuatro finalistas del Premio Herralde y es luego publicada por Alfaguara en 2004 con una audaz operación de márketing. En 2005, Jaime Bayly, criticado por sus detractores por el supuesto carácter comercial y por los estereotipos sociales que vehiculizaría en sus novelas, es único finalista del Premio Planeta. Ese mismo año Alonso Cueto logra el Premio Herralde con La hora azul. En 2006, Roncagliolo, con Abril rojo, obtiene el premio de novela otorgado por su casa editora, Alfaguara, que publica de inmediato el libro y lo convierte en uno de los escritores más exitosos del momento. En 2007 la novela El susurro de la mujer ballena, de Cueto, queda finalista en la primera edición del Premio Planeta Casa de América. Ese mismo año un nuevo sello español, 451 Editores, publica la novela Casa del escritor Enrique Prochazka. Iván Thays, que ya fue finalista del Premio Rómulo Gallegos en 2001, es finalista en 2008 del Premio Herralde de novela con Un lugar llamado Oreja de Perro.


En paralelo al resurgimiento internacional y al reconocimiento de autores como los mencionados, o como el poeta José Watanabe, que fue descubierto poco antes de su temprana muerte por los editores extranjeros, en Perú en los últimos años también se ha dado un proceso interno que involucra a autores más vinculados a la cultura andina. Es a raíz de una polémica que se dio a través de artículos sucesivos, y sobre todo agresivos, publicados en diarios peruanos por los denominados escritores 'criollos' (genérico que incluye a algunos de los narradores reconocidos internacionalmente, no a todos) y por los 'andinos', que se comienza a entrever que hay una nueva generación de escritores provincianos, en ruptura con Lima, con sus salones y sobre todo con su segregación. Estos escritores se asimilan a un sistema literario que quieren más peruano que el otro, vinculándose con la narrativa indigenísta (y regionalista) de los años 40 (en particular surgen lazos con Alegría y Arguedas), con la obra de Manuel Scorza y con la narrativa regionalista y de ruptura de los años 70 (Eleodoro Vargas Vicuña, Carlos Eduardo Zavaleta, Edgardo Rivera Martínez, el grupo Narración), pero bajo cánones distintos. Se deja de lado la idea de 'compromiso' de Narración por ejemplo, y se privilegia una reconstrucción del pasado a través de un proceso de ficcionalización de la historia, retomando aquí, un punto explotado por la nueva narrativa hispanoamericana y el boom. Así, si no son los primeros, son los que más ahondan en el tratamiento literario del proceso de la guerra interna (1980-1993). Un ejemplo sería Rosa Cuchillo de Óscar Colchado. La inserción en el mercado literario nacional de estos escritores es, además, distinta a los narradores capitalinos, ya que la difusión de sus obras se realiza principalmente en provincias y a través de formas alternativas (ferias regionales, conciertos folclóricos, periódicos o revistas de tiraje limitado). Fuertemente marcados por la oralidad y tradiciones andinas, los nombres más conocidos, además de Colchado, son Dante Castro, Félix Huamán Cabrera y Zein Zorrilla.

Es importante señalar, asimismo, el significativo crecimiento que ha experimentado el mercado editorial peruano en la primera década del siglo XXI, debido a la vigencia de la Ley del Libro y el impulso del Plan Lector de Ministerio de Educación. Por un lado, han aparecido diversas editoriales independientes, como Estruendomudo, Matalamanga, Sarita Cartonera, Bizarro, Borrador Editores, [sic] libros, Mundo Ajeno, Tranvías, Lustra, Mesa Redonda, Casatomada, Editorial Arkabas, Gaviota Azul Editores, entre otros. Por el otro, uno de los mayores grupos editoriales del mundo de habla hispana, Planeta, inauguró en 2006 su filial en el Perú, dando un ulterior impulso a un mercado editorial en el que ya operaban otros dos grandes grupos internacionales: Santillana (España) y Norma (Colombia). Este pequeño boom editorial ha permitido que un número elevado de jóvenes escritores publique sus primeros trabajos durante esta década.

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