Fernando Lopez Peralta (de la Chorrera, Panama) es ademas de mi corrector de estilo y maestro literario un joven talentoso, profundo, maravilloso, gran hijo, gran persona, gran amigo, y encima escritor/poeta/editor/critico/corrector de estilo y yo tengo el privilegio y la dicha de ser su amiga. El otro dia me envio un email que dice asi (y que estoy compartiendo con todos ustedes - aclaro "sin su permiso" y porque quiero que lean lo super bien que escribe. Ambos hemos presentado unos cuentos en un concurso Internacional en Lima - El Concurso de Cuentos del Premio COPE y estamos esperando ansiosos los resultados para ver si con lo que ganamos podemos "publicar" nuestros libros. El mio "Luz de Almas Viejas" esta en el proceso de diagramacion y es muy posible que esta sea la caratula.
Fernando me escribe:
Mariangeles: (el me dice Mar)
Recien terminé de ojear tu blog... impresionante... CRECE sumamente rápido... yo agrego de cuando en cuando y de tiempo en tiempo... Tu contenido es interesante, tienes unos puntos que llevan a la reflexión otros que son sencillamente parte de ti... otros son pedacitos de vidas... es lindo... Mientras veía algunos -como a cada rato me sucede- recordé algunos de los cuentos de mi cuadernillo de cuentos y no me aguanto las ganas de mostrartelos si acaso no te los he mandado antes:
El primero es EL PARAISO DE LOS SUEÑOS... que es el que le da título a toda la colección.. la breve reseña dice:
El paraíso de los sueños -el cuento dentro del elaborado conjunto- ha de señalarse atractivo por su brevedad y elocuencia al plantear el momento exacto en el que las situaciones adversas logran la fuerza necesaria para rendir al hombre, pero ante la intervención de nuevas voces -narrativas y argumentales- jamás será tarde para dar cabida a la salvación.
El paraíso de los sueños
“El sentir y el pensar brotan de la misma fuente.”Miguel De Unamuno
“El sentir y el pensar brotan de la misma fuente.”Miguel De Unamuno
Los malos momentos se hicieron cargo de acabar con mi esperanza y yo mismo asesiné mis sueños después de recordar lo que un día tuve y ahora no tendré más. Vacío, soy un ser vacío. Basta un solo segundo para sentir como cede la piel ante su frío, luego el calor de la sangre acercará el momento de abandonar, con un suspiro, el cuerpo. El filo centelleante de la navaja es la luz al final del túnel. Morir será escapar de todo, renunciar al instinto de supervivencia y emprender un viaje por el mundo paralelo donde no existen los errores, el dolor ni la derrota. Un mundo perfecto, donde los sueños se hacen realidad con sólo abrir los ojos. La muerte es el remedio más rápido y efectivo para alcanzar aquel mundo que soñé anoche, después de caer rendido con el sabor a sal de las lágrimas en mi boca. Vivir sin su compañía para darle mi amor no tiene sentido. Quedarme solo todo este tiempo es un castigo que no merezco.
Tengo que terminar de descubrir si soy luz o tiniebla. Si soy luz, no sé de miedos, conflictos ni soledad. Si soy tiniebla, temo, intrigo y ando solo. Lo blanco refleja, lo negro absorbe; el camino que recorro en la vida es una penumbra, esa débil sombra entre la luz y la oscuridad que impide distinguir donde empieza una o acaba la otra. Neutro, soy un alma neutra. Mis sentimientos enfrentan entre sí una gran batalla; ante la ambigüedad, mi indecisión hace que vea sólo una salida. Sin perdón ni gloria.
-Lo haré, terminaré con esto de una vez.-
Tomó la navaja con firmeza y la llevó a su pálida muñeca, adornada de venas azuladas. Sus ojos eran dos enormes ventanas abiertas en una oscura noche de invierno; en su interior el alma se diluía angustiada en un aguacero de frustraciones que salían y rodaban por sus mejillas. Sintió el frío afilado al entrar en contacto con la piel. Estaba por abrir, como una llave la cerradura, la puerta que lo separaba del paraíso, el mundo que soñó.
-¡No lo hagas!-
La voz sonó con tono de suplicante autoridad. Al instante dio media vuelta y halló en una mirada la salvación para dos vidas; frente a él, el paraíso se reflejaba en otros ojos. Tomados de las manos fueron los nuevos Adán y Eva de una nueva creación; custodiados por un ángel imponente que en sus manos muestra una navaja de filo centelleante.
Tengo que terminar de descubrir si soy luz o tiniebla. Si soy luz, no sé de miedos, conflictos ni soledad. Si soy tiniebla, temo, intrigo y ando solo. Lo blanco refleja, lo negro absorbe; el camino que recorro en la vida es una penumbra, esa débil sombra entre la luz y la oscuridad que impide distinguir donde empieza una o acaba la otra. Neutro, soy un alma neutra. Mis sentimientos enfrentan entre sí una gran batalla; ante la ambigüedad, mi indecisión hace que vea sólo una salida. Sin perdón ni gloria.
-Lo haré, terminaré con esto de una vez.-
Tomó la navaja con firmeza y la llevó a su pálida muñeca, adornada de venas azuladas. Sus ojos eran dos enormes ventanas abiertas en una oscura noche de invierno; en su interior el alma se diluía angustiada en un aguacero de frustraciones que salían y rodaban por sus mejillas. Sintió el frío afilado al entrar en contacto con la piel. Estaba por abrir, como una llave la cerradura, la puerta que lo separaba del paraíso, el mundo que soñó.
-¡No lo hagas!-
La voz sonó con tono de suplicante autoridad. Al instante dio media vuelta y halló en una mirada la salvación para dos vidas; frente a él, el paraíso se reflejaba en otros ojos. Tomados de las manos fueron los nuevos Adán y Eva de una nueva creación; custodiados por un ángel imponente que en sus manos muestra una navaja de filo centelleante.
El segundo es MIRADAS, cuya síntesis indica:
Miradas nos recuerda que no sabemos encontrar lo que buscamos o que no siempre buscamos lo que realmente necesitamos. EL CUENTO cuenta:
Miradas
“El órgano con el que he comprendido el mundo ha sido el ojo.”Goethe
El autobús avanzaba por la autopista, él iba de vuelta al hogar después de un día insospechado, el primero después de concretar su más anhelado sueño. Una enfermera fue la primera en pedir la parada a la entrada del pueblo; frente a su ventana, la cuarta del lado del conductor, un enorme campo verde sirvió de fondo para el reflejo de sus grandes ojos. Por primera vez, su mirada se contemplaba a sí misma; así como alguna vez contempló esos ojos miel de mirada pícara que le enseñaron a confiar y a creer en la amistad; más tarde esos ojos maravillosos iluminarían sus primeros pasos en el camino del amor. Después, como la de una víbora era la mirada mística que contempló en los ojos provocadores que lo acompañaron mientras se daba a la aventura de abrirse un espacio en el mundo, días para tomar el control de su vida. Todo sucedió antes de cruzar su rumbo con los ojos dueños de la pureza y la sinceridad; aquellos ojos brillantes que no sabían mentir y que lo enamoraron desde la primera vez, aunque nunca fue un amor correspondido.
Los ojos eran el primer encanto que buscaba en las personas. Pocas veces una mirada logra disimular lo que siente un corazón. Siempre miraba a los ojos, tratando de encontrar la esencia más pura. Así, un día por fin encontró un par sereno, profundo y muy oscuro, bajo un arco elevado de cejas que acentuaba su expresión severa y enamorada, los ojos del amor de su vida, el que halló sin esperar y con el que compartiría el sueño que se concreta.
El autobús volvió a avanzar y el campo verde desapareció. Suspiró pensando en los ojos verdes que tanto le gustan, en lo fácil que le resultaba disfrutar de su belleza, pero pronto recordó que aquellas miradas egoístas, superficiales y orgullosas jamás le han dicho nada; son miradas sin el más precioso don humano, miradas vacías, sin vida.
YA ESTANDO EN ESTO DE MOSTRATE MIS CUENTOS NO ME AGUANTE y te mando el más extenso ÚLTIMA HORA y uno como bono -jejejeje-
VULNERABLE:
Última hora se desarrolla en una noche de luna llena. Un monólogo sobre un escenario sencillo; las meditaciones de un hombre que, entre filosofía y poesía, descubre en su interior una presencia que lo ha acompañado siempre. Es el descubrimiento del alma y la razón, la manifestación de Dios en el interior del individuo.
Última hora
“La conciencia es una cicatriz entre el alma y el cuerpo.”Daniel Lara
Pensar y escribir, a veces es lo mismo. Escribir no es una simple palabra o un verbo más que conjugar, es un acto programado que he iniciado tantas veces que ya es un ritual periódico, casi permanente en mi vida. Ahora, escribo esto como si fuera una carta. Si me preguntaran cuántas cartas he escrito, no tendría respuesta. Esta es una carta que no sé para quién escribo ¿Para mí, en una especie de exorcismo personal como tantos hombres y mujeres del mundo literario alguna vez han hecho; para la persona que ha estado compartiendo mi vida recientemente, quien me abrió su intimidad y a quien yo puedo ofrecerle poco o nada después de superar el miedo que sentí al notarme enamorado de ella y sus detalles; para mis amigos, esa gente especial que me conoce, me acepta y me quiere como soy; para un lector que quizás jamás conozca, pero al que quiero contarle algunas cosas; para todos a la vez, porque es la máxima aspiración de un escritor, ser leído; escribo para ti? No es una autobiografía -engreído pensar- aunque reconozco que me gustaría que así fuera, sin embargo, mi vida, hoy, está lejos de ser digna de un proyecto semejante; tal vez nunca esté cerca. Simplemente, quiero decir cosas -como borracho o como loco- lo necesito. Si no es ahora, cuándo.
Aquí estoy, observando por la ventana la oscuridad serena de una noche de luna llena; pensando, sin detenerme demasiado tiempo en los detalles, en las personas que conozco y las situaciones que vivo; en todas esas cosas que me han ayudado -para bien o para mal- a convertirme en el hombre que soy. Creo que ya sabía lo que iba a sucederme esta noche, tenía el presentimiento. Más que presentimiento, la seguridad.
Revisando para atrás y para adelante la vida que he llevado, he descubierto una metamorfosis; un cambio, una evolución constante para adaptarme, pero no sé para adaptarme a qué, a quién o para qué...
Existe lo material y lo etéreo, en ocasiones -raras- ambos elementos hallan su esencia en un mismo objeto; una persona, una figura, una caricia, algo que atesoramos para siempre. Recordé eso y corrí al cajón de mi mesa de noche, donde he guardado media vida y después la olvido hasta que pasa algo como el insospechado llamado de esa voz que nunca había escuchado, pero que reconocí de inmediato. Abrí el cajón y la luz de una pequeña lámpara -la misma que a veces ilumina las líneas que anoto entre sueño y sueño en la madrugada o las páginas que devoro con la lectura antes de dormir- bañó un manojo de cartas apiñadas por una banda elástica, notas que no entregué jamás a sus destinatarios. Empecé a leer y así fue como gasté el tiempo antes de esto, mis conclusiones.
Ninguna carta tenía fecha así que no he podido saber cuánto tiempo llevan guardadas, sólo sé que si las escribí fue en un arranque liberador, cuando alguien me otorgaba el alivio de acercarse a mí, sin estar a mi lado, para conversar; eso son las cartas, una conversación a destiempo, a solas la mayoría de las veces. Intimidad de tinta y pupilas. Paseando la mirada sobre mi rebelde caligrafía recordé algunos de los momentos en los que me sentí tan a gusto que olvidé el mundo a mi alrededor, instantes en los que un cuerpo cálido me perdió en su abrazo y yo aprendí a encontrarme a mí mismo; arranques de rabia y frustración -jamás de odio- en los que fui impulsivo, ignorante de las consecuencias y de los que casi siempre salí perdiendo. Tuve que aprender que no todo es blanco o negro en la vida, tampoco gris. El arcoíris se queda corto cuando el hombre es la luz y el tiempo el prisma.
Sujeto fuertemente la pluma, como para que no se escape de mi mano, para que mi alma se funda con ella y no acabe esta hora tan importante. Tengo un gran pendiente conmigo mismo, con mi familia, con mis amigos, con el amor -mi amor-, con el mundo y contigo… Por dónde empezar, es difícil decidirlo. No sé quién eres, pero te aseguro que en tus manos tienes mi vida, estás viendo la esencia de lo que soy; lo que me pasa y lo que siento. Estoy agradecido contigo porque no has tenido miedo al conocerme y si lo tuviste lograste superarlo. Gracias por interesarte en este soñador, hombre común y corriente, lleno de aspiraciones e ideas; “cargado de nada, la más pesada carga” como dice uno de los poemas de Daniel Lara, mi amigo. Soy un hombre que sólo puede ofrecerte compañía.
Ahora que te tengo conmigo, que somos uno tú y yo, la carga pesa menos. Tu presencia es un alivio. Contigo me siento seguro de andar sin miedos, no de las mil caras de la violencia -ojalá para ello el amor bastara- sino libre de temores para confiar, desear, amar; de entregar el dulce gesto que no se dice, que no se pronuncia, mas cobra vida con un simple roce, con un beso, con una de las miradas que conoces tan bien. Cada díaconoces más de mí y me hace sentir muy especial que aún al notar lo lejos que estoy de ser bueno me quieras y te intereses en mí.
Comprenderme no siempre es un asunto sencillo, a veces es un propósito que ni yo mismo consigo, pero como dice la frase de Ibsen que subrayo en una de las cartas apiñadas que nunca entregué “para dos no hay pendiente demasiado empinada”. Partiendo de esa frase te confío mi auxilio; no quiero repetir errores, sólo quiero aprender a amar y valorar cada día, uno por uno, lo que soy y lo que tengo. A veces tenemos que recibir un golpe que nos derribe para darnos cuenta de nuestra auténtica fortaleza, para demostrarle al mundo que somos capaces de volver a levantarnos y seguir avanzando. Quiero que estés a mi lado y no permitas que olvide una sola de mis palabras. Muchas veces me he sentido a prueba, por momentos creí fracasar en el intento, que perdería las oportunidades, pero aquí estoy, compartiendo contigo mi vida. Justo ahora me parece escuchar tu voz y sí, tienes razón, el mundo somos tú y yo. Nunca me había sentido tan niño y tan grande a la vez, tan capaz de expresar sin miedo lo que me está pasando. Cada segundo que se lleva el tiempo con la brisa de esta noche, siento pasar tu imagen, tu risa, tu mirada, tu perfume, todo lo tuyo. Estás aquí, aunque no termino de entender quién eres. Te desconozco al tiempo que comprendo que tu presencia es un regalo de Dios, de la vida, del destino o de la suerte; de lo que sea o de quien sea, eres un regalo para que yo pueda ser mejor. Prácticamente, han perdido relevancia la gente y todas las situaciones que han estado cerca de mí, interviniendo en mi vida según su antojo. Esta noche las he enfrentado, pregunté hasta cuándo y por qué. No hubo respuestas, nada más que el silencio de tantas veces, ese silencio que tan bien conozco. Ya no me hacen falta esas respuestas, aquí estoy, soy lo que soy y todo lo que tengo. Nunca lo entenderán porque yo nunca seré lo que pretenden que sea. Algunos aparentan comprender, dicen que me apoyan, pero nadie -excepto tú- es de verdad sincero conmigo; los demás en la primera oportunidad me echarán en cara su frustración. Porqué será que los humanos pretendemos que otro sea lo que uno mismo no pudo o no quiso ser.
Esta noche tengo mi cariño asomado en las pupilas de mis grandes ojos; mi amor en un corazón valiente, golpeado y repuesto; hoy han aparecido en escena, debutan ante el mundo, tú eres su padrino artístico. Tengo la inseguridad formada en la fila de la ventanilla donde se certifican las jubilaciones, ya no trabajará más para mí; la fantasía de un mundo perfecto -entre defectos y virtudes, perfecto- es plasmada en cada una de las líneas que se derrochan desde lo más alto de mis pensamientos hasta lo más profundo de tu interpretación al leer lo que escribo.
Los minutos siguen pasando, me confundo. Por qué siento que en las palabras está mi vida. Literatura, voz y eco del tiempo, esta noche, aunque sea la última, sabes que mis días han sido tuyos. Tú me enseñaste a descubrir que todos los sueños pueden ser realidad. Gracias por darme esa magia de la que solamente tú eres capaz, por tu don de inmortalizar al hombre. Comparto contigo lo que siento, hazlo tuyo. Vamos de la mano, unidos por ángeles y lazos invisibles que solamente Dios, escritor de la historia de cada hombre, comprende; con los ojos abiertos, soñemos juntos, para siempre. Tú me has enseñado que se pueden escribir los sueños, soñar y escribir a veces es lo mismo, y guardarlos de las miradas ajenas, pero también me enseñaste que es mejor compartir el sueño porque así es más rápido y más sencillo convertirlo en realidad. Desde entonces, sueño con el mañana, ambiciono ver el sol; ven conmigo, te invito a la eternidad.
Infinito, eternidad; qué son, dónde están. Son dos palabras para expresar lo que no tiene término, con las que expresamos la existencia, la vida de aquellas cosas que prevalecen en el tiempo. Lo que vive después de la muerte. El alma humana es infinita y vive eternamente. Hoy es el día para comprender los símbolos que Dios ha sembrado en el huerto de nuestras vidas. Ignorar los símbolos es uno de los grandes errores del hombre, en ellos deja escapar grandes oportunidades que le ayudarán a alcanzar la verdadera libertad. Abre bien los ojos.
Consumida la mitad del tiempo dado, contemplo desde esta cima fantasmal mi pasado sin esfuerzo y el futuro se hace una niebla impenetrable. Busco la señal, el símbolo que dejé pasar o aquel que he de hallar para que me ayude a continuar buscando la verdad, mi verdad; libertad y calma en medio del caos en que Cronos mantiene preso al mundo. Busco quien me ayude a encontrar mi orgullo, mi esencia, lo más íntimo de mi ser. No entiendo lo que me pasa, por qué escribo todo esto, por qué no puedo detenerme, por qué ya no se quedan dentro de mí estas cosas que nunca había dicho a nadie, por qué te cuento todo. Los demonios han sido llamados a salir de mi cuerpo, tu voz lo ordena, estoy en medio de un exorcismo.
¡Duele, quema, mortifica! pero tras un segundo que parece eterno el dolor se olvida, desaparece el ardor y la calma se hace presente. No hizo falta un sacerdote; desnudo ante el espejo de la memoria he olvidado todo lo preestablecido; me he quedado solo -mi reflejo y yo- puedo ver mis ojos, siento mi respiración, el latir de mi corazón, la vida en cada una de mis células. Tú también ¡exorcízate! es un gran alivio. Haz de cada día una ocasión de positivismo. Que lo sepa el universo, que lo sienta la naturaleza y que en los astros no quede duda ¡escríbelo! ¿No me crees? Pregunta al oráculo, consúltalo en el horóscopo.
Aunque parezca contrario a todo lo que digo, por loco o arriesgado que suene, me declaro rendido ante los intereses sociales. Fracasé, no conseguí cumplir con el protocolo ylas costumbres de este frío mundo. Soy diferente, he aprendido a ser distinto, me ha tocado cambiar y reinventar.
Última hora se desarrolla en una noche de luna llena. Un monólogo sobre un escenario sencillo; las meditaciones de un hombre que, entre filosofía y poesía, descubre en su interior una presencia que lo ha acompañado siempre. Es el descubrimiento del alma y la razón, la manifestación de Dios en el interior del individuo.
Última hora
“La conciencia es una cicatriz entre el alma y el cuerpo.”Daniel Lara
Pensar y escribir, a veces es lo mismo. Escribir no es una simple palabra o un verbo más que conjugar, es un acto programado que he iniciado tantas veces que ya es un ritual periódico, casi permanente en mi vida. Ahora, escribo esto como si fuera una carta. Si me preguntaran cuántas cartas he escrito, no tendría respuesta. Esta es una carta que no sé para quién escribo ¿Para mí, en una especie de exorcismo personal como tantos hombres y mujeres del mundo literario alguna vez han hecho; para la persona que ha estado compartiendo mi vida recientemente, quien me abrió su intimidad y a quien yo puedo ofrecerle poco o nada después de superar el miedo que sentí al notarme enamorado de ella y sus detalles; para mis amigos, esa gente especial que me conoce, me acepta y me quiere como soy; para un lector que quizás jamás conozca, pero al que quiero contarle algunas cosas; para todos a la vez, porque es la máxima aspiración de un escritor, ser leído; escribo para ti? No es una autobiografía -engreído pensar- aunque reconozco que me gustaría que así fuera, sin embargo, mi vida, hoy, está lejos de ser digna de un proyecto semejante; tal vez nunca esté cerca. Simplemente, quiero decir cosas -como borracho o como loco- lo necesito. Si no es ahora, cuándo.
Aquí estoy, observando por la ventana la oscuridad serena de una noche de luna llena; pensando, sin detenerme demasiado tiempo en los detalles, en las personas que conozco y las situaciones que vivo; en todas esas cosas que me han ayudado -para bien o para mal- a convertirme en el hombre que soy. Creo que ya sabía lo que iba a sucederme esta noche, tenía el presentimiento. Más que presentimiento, la seguridad.
Revisando para atrás y para adelante la vida que he llevado, he descubierto una metamorfosis; un cambio, una evolución constante para adaptarme, pero no sé para adaptarme a qué, a quién o para qué...
Existe lo material y lo etéreo, en ocasiones -raras- ambos elementos hallan su esencia en un mismo objeto; una persona, una figura, una caricia, algo que atesoramos para siempre. Recordé eso y corrí al cajón de mi mesa de noche, donde he guardado media vida y después la olvido hasta que pasa algo como el insospechado llamado de esa voz que nunca había escuchado, pero que reconocí de inmediato. Abrí el cajón y la luz de una pequeña lámpara -la misma que a veces ilumina las líneas que anoto entre sueño y sueño en la madrugada o las páginas que devoro con la lectura antes de dormir- bañó un manojo de cartas apiñadas por una banda elástica, notas que no entregué jamás a sus destinatarios. Empecé a leer y así fue como gasté el tiempo antes de esto, mis conclusiones.
Ninguna carta tenía fecha así que no he podido saber cuánto tiempo llevan guardadas, sólo sé que si las escribí fue en un arranque liberador, cuando alguien me otorgaba el alivio de acercarse a mí, sin estar a mi lado, para conversar; eso son las cartas, una conversación a destiempo, a solas la mayoría de las veces. Intimidad de tinta y pupilas. Paseando la mirada sobre mi rebelde caligrafía recordé algunos de los momentos en los que me sentí tan a gusto que olvidé el mundo a mi alrededor, instantes en los que un cuerpo cálido me perdió en su abrazo y yo aprendí a encontrarme a mí mismo; arranques de rabia y frustración -jamás de odio- en los que fui impulsivo, ignorante de las consecuencias y de los que casi siempre salí perdiendo. Tuve que aprender que no todo es blanco o negro en la vida, tampoco gris. El arcoíris se queda corto cuando el hombre es la luz y el tiempo el prisma.
Sujeto fuertemente la pluma, como para que no se escape de mi mano, para que mi alma se funda con ella y no acabe esta hora tan importante. Tengo un gran pendiente conmigo mismo, con mi familia, con mis amigos, con el amor -mi amor-, con el mundo y contigo… Por dónde empezar, es difícil decidirlo. No sé quién eres, pero te aseguro que en tus manos tienes mi vida, estás viendo la esencia de lo que soy; lo que me pasa y lo que siento. Estoy agradecido contigo porque no has tenido miedo al conocerme y si lo tuviste lograste superarlo. Gracias por interesarte en este soñador, hombre común y corriente, lleno de aspiraciones e ideas; “cargado de nada, la más pesada carga” como dice uno de los poemas de Daniel Lara, mi amigo. Soy un hombre que sólo puede ofrecerte compañía.
Ahora que te tengo conmigo, que somos uno tú y yo, la carga pesa menos. Tu presencia es un alivio. Contigo me siento seguro de andar sin miedos, no de las mil caras de la violencia -ojalá para ello el amor bastara- sino libre de temores para confiar, desear, amar; de entregar el dulce gesto que no se dice, que no se pronuncia, mas cobra vida con un simple roce, con un beso, con una de las miradas que conoces tan bien. Cada díaconoces más de mí y me hace sentir muy especial que aún al notar lo lejos que estoy de ser bueno me quieras y te intereses en mí.
Comprenderme no siempre es un asunto sencillo, a veces es un propósito que ni yo mismo consigo, pero como dice la frase de Ibsen que subrayo en una de las cartas apiñadas que nunca entregué “para dos no hay pendiente demasiado empinada”. Partiendo de esa frase te confío mi auxilio; no quiero repetir errores, sólo quiero aprender a amar y valorar cada día, uno por uno, lo que soy y lo que tengo. A veces tenemos que recibir un golpe que nos derribe para darnos cuenta de nuestra auténtica fortaleza, para demostrarle al mundo que somos capaces de volver a levantarnos y seguir avanzando. Quiero que estés a mi lado y no permitas que olvide una sola de mis palabras. Muchas veces me he sentido a prueba, por momentos creí fracasar en el intento, que perdería las oportunidades, pero aquí estoy, compartiendo contigo mi vida. Justo ahora me parece escuchar tu voz y sí, tienes razón, el mundo somos tú y yo. Nunca me había sentido tan niño y tan grande a la vez, tan capaz de expresar sin miedo lo que me está pasando. Cada segundo que se lleva el tiempo con la brisa de esta noche, siento pasar tu imagen, tu risa, tu mirada, tu perfume, todo lo tuyo. Estás aquí, aunque no termino de entender quién eres. Te desconozco al tiempo que comprendo que tu presencia es un regalo de Dios, de la vida, del destino o de la suerte; de lo que sea o de quien sea, eres un regalo para que yo pueda ser mejor. Prácticamente, han perdido relevancia la gente y todas las situaciones que han estado cerca de mí, interviniendo en mi vida según su antojo. Esta noche las he enfrentado, pregunté hasta cuándo y por qué. No hubo respuestas, nada más que el silencio de tantas veces, ese silencio que tan bien conozco. Ya no me hacen falta esas respuestas, aquí estoy, soy lo que soy y todo lo que tengo. Nunca lo entenderán porque yo nunca seré lo que pretenden que sea. Algunos aparentan comprender, dicen que me apoyan, pero nadie -excepto tú- es de verdad sincero conmigo; los demás en la primera oportunidad me echarán en cara su frustración. Porqué será que los humanos pretendemos que otro sea lo que uno mismo no pudo o no quiso ser.
Esta noche tengo mi cariño asomado en las pupilas de mis grandes ojos; mi amor en un corazón valiente, golpeado y repuesto; hoy han aparecido en escena, debutan ante el mundo, tú eres su padrino artístico. Tengo la inseguridad formada en la fila de la ventanilla donde se certifican las jubilaciones, ya no trabajará más para mí; la fantasía de un mundo perfecto -entre defectos y virtudes, perfecto- es plasmada en cada una de las líneas que se derrochan desde lo más alto de mis pensamientos hasta lo más profundo de tu interpretación al leer lo que escribo.
Los minutos siguen pasando, me confundo. Por qué siento que en las palabras está mi vida. Literatura, voz y eco del tiempo, esta noche, aunque sea la última, sabes que mis días han sido tuyos. Tú me enseñaste a descubrir que todos los sueños pueden ser realidad. Gracias por darme esa magia de la que solamente tú eres capaz, por tu don de inmortalizar al hombre. Comparto contigo lo que siento, hazlo tuyo. Vamos de la mano, unidos por ángeles y lazos invisibles que solamente Dios, escritor de la historia de cada hombre, comprende; con los ojos abiertos, soñemos juntos, para siempre. Tú me has enseñado que se pueden escribir los sueños, soñar y escribir a veces es lo mismo, y guardarlos de las miradas ajenas, pero también me enseñaste que es mejor compartir el sueño porque así es más rápido y más sencillo convertirlo en realidad. Desde entonces, sueño con el mañana, ambiciono ver el sol; ven conmigo, te invito a la eternidad.
Infinito, eternidad; qué son, dónde están. Son dos palabras para expresar lo que no tiene término, con las que expresamos la existencia, la vida de aquellas cosas que prevalecen en el tiempo. Lo que vive después de la muerte. El alma humana es infinita y vive eternamente. Hoy es el día para comprender los símbolos que Dios ha sembrado en el huerto de nuestras vidas. Ignorar los símbolos es uno de los grandes errores del hombre, en ellos deja escapar grandes oportunidades que le ayudarán a alcanzar la verdadera libertad. Abre bien los ojos.
Consumida la mitad del tiempo dado, contemplo desde esta cima fantasmal mi pasado sin esfuerzo y el futuro se hace una niebla impenetrable. Busco la señal, el símbolo que dejé pasar o aquel que he de hallar para que me ayude a continuar buscando la verdad, mi verdad; libertad y calma en medio del caos en que Cronos mantiene preso al mundo. Busco quien me ayude a encontrar mi orgullo, mi esencia, lo más íntimo de mi ser. No entiendo lo que me pasa, por qué escribo todo esto, por qué no puedo detenerme, por qué ya no se quedan dentro de mí estas cosas que nunca había dicho a nadie, por qué te cuento todo. Los demonios han sido llamados a salir de mi cuerpo, tu voz lo ordena, estoy en medio de un exorcismo.
¡Duele, quema, mortifica! pero tras un segundo que parece eterno el dolor se olvida, desaparece el ardor y la calma se hace presente. No hizo falta un sacerdote; desnudo ante el espejo de la memoria he olvidado todo lo preestablecido; me he quedado solo -mi reflejo y yo- puedo ver mis ojos, siento mi respiración, el latir de mi corazón, la vida en cada una de mis células. Tú también ¡exorcízate! es un gran alivio. Haz de cada día una ocasión de positivismo. Que lo sepa el universo, que lo sienta la naturaleza y que en los astros no quede duda ¡escríbelo! ¿No me crees? Pregunta al oráculo, consúltalo en el horóscopo.
Aunque parezca contrario a todo lo que digo, por loco o arriesgado que suene, me declaro rendido ante los intereses sociales. Fracasé, no conseguí cumplir con el protocolo ylas costumbres de este frío mundo. Soy diferente, he aprendido a ser distinto, me ha tocado cambiar y reinventar.
Escrito por: Fernando Lopez Peralta (Panama)
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