LA TARDE
Entre dos versos se murió la tarde.
El tic-tac del reloj se comió las horas.
Fuera, un sol meditabundo y vago
deshojaba los últimos rayos;
mientras el horizonte jugaba
con el crepúsculo y dos nubes grises.
La tarima blanca crujía dolor de parto;
en la mecedora se mecían
los recuerdos y las penas,
las pérdidas y los sueños.
Se murió la tarde,
se murió entre dos versos
y la pálida luz de la luna.
Los Susurros de Antonio M. Fernandez en la red de escritores desde algun rincon de Espana (Letras Kiltras) .
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