El sapo celoso

Esta es la historia de un… sapo?
Dicen que lo que empieza mal, termina mal…Esta es la historia de un príncipe… tan pequeño e insignificante que podemos llamarlo el principito, o el príncipe... no importa...Una tarde cuando era muy joven conoció a una princesa gorda (que de princesa no tiene nada… y que es bien gorda... ).

Luego del primer beso se volvieron sapos y estuvieron siempre tan ocupados que se olvidaron de leer.Un día mientras el insignificante principito buscaba a su princesa para poder vivir felices para siempre, se encontró a una serpiente que le dijo que no debía caminar por esa parte del lago. En el lago se encontró muchos problemas, pero de terco y porfiado, el insignificante principito siguió caminando y nadando hasta encontrar a su princesa; bueno, si hubiera seguido el consejo de la serpiente, la hubiera encontrado antes, visto lo fácil que es encontrar sapos en invierno (como se encuentran patos, venados, conejos o zorros en temporada de caza). Da lo mismo si siguió un camino o el otro… lo importante fue que por fin la encontró para realizar su sueño de amor, el de todos los sapos.

Lo que el pobrecito no se imaginaba era que su felicidad iba a durar lo que dura la vida de un sapo. Muy poco tiempo...Pasaron las horas, subieron y bajaron techos y caminaron y brincaron los bosques, las montañas y los ríos… los sapos al final pudieron hacer lo que los sapos saben hacer mejor (no, no es croar… ni mucho menos saltar…): comer insectos hasta que la boca (u hocico?) les huele mal, tan feo como apesta el humo del cigarro cuando se queda impregnado en todas la paredes, muebles y alfombras de las casas.

El sapo principito y la sapa princesa, iban tomados de sus resbalosas manos, diciéndose cosas con sus gelatinosas lenguas. Iban asustados temiendo que algún salvaje animalito del bosque los viera y los matara. Pero fueron muy cuidadosos y suertudos ya que ningún animalito los mató.Tiempo después decidieron cambiar su destino, mudarse para la capital, … y fue cuando la suerte se les termino, la sapita princesa milagrosamente logro cruzar la calle… mientras tanto… el sapo que venia saltando o arrastrándose porque estaba muy gordo, se quedo mirando como habían muchos sapos tan o mas feos que el. La sapita coqueta empezó a sonreírles mientras el principito sapo empezó a sentir celos, muchos celos, unos celos que hicieron que se pusiera rojo en vez de verde....

Como estaba tan ocupado y preocupado viendo la conducta de su princesa no se percato de que venían unos carros y se quedó parado en medio de la calle, entonces vino un carro y lo aplasto! y ese fue el final del sapo celoso.

Moraleja: "Sapo que se duerme lo atropella un carro".

Ese fue el final del príncipe sapo que por distraído, enamorado, confiado, celoso, por no fijarse en donde estaba se fue para siempre del mundo de los sapos.

Por otra parte la sapita infiel andaba tan ilusionada con todos los nuevos sapos admiradores que no se dio cuenta que su príncipe sapito murió… De que le sirvieron tantas promesas y tantas noches de croar y croar si al final ni le importó?O de repente si se dio cuenta, pero se hizo la sapa, y no le importó… total… los sapos no saben leer y menos saben amar y ser fieles o leales. Lo que al final importa es que la sapita está contenta y que nadie ni nada la molesta. Es muy posible que si la buscas en el lago, la encuentres por las noches, sobre todo cuando llueve, esta tirada de espaldas, con la panza para arriba y un cigarro en mano, regocijándose en su vanidad del magnifico reflejo en el agua turbia del lago.

Si tan solo supiera que es solo un reflejo! Su propia codicia, avaricia, lujuria, envidia y egoísmo la llevaron a donde esta ahora, aprovechándose de su suerte y la de los demás (o será desdicha???).

Este, como ya se dieron cuenta, no es un cuento feliz, ni mucho menos uno triste… es un cuento real. Es como aquel hombre que se enamoró de su reflejo sin darse cuenta que por dentro era tan putrefacto… y aunque al inicio cuando joven (como todos) si era “bello” por fuera, nació podrido de adentro… en caso contrario nunca hubiera caído en la ridícula idea de enamorarse de un reflejo. (La historia de Narciso).

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