Aqui va otro "pedacito" para mi libro "Los sapos no saben leer" esta es la historia de Solangel la protagonista que tiene una vida muy dramatica desde que es muy joven...
Trato de no pensar en las personas que amé en mi juventud y que por circunstancias de la vida quedaron como parte de esos recuerdos que nos hacen muchas veces llorar y otras tantas suspirar y hasta sonreír con nostalgia infinita.
Hace unos días, tuve la valentía de enfrentarme con uno de esos fantasmas que rondan por los caminos de mi mente y que me visitan mucho cuando escucho alguna canción como esa de Facundo Cabral que dice “Cuando un amigo se va” o otra que dice “En los brazos de un ángel” cuando vuelvo a caminar por algunas calles de Miraflores y empiezo a revivir momentos de mi juventud. Fueron mágicos, intensos, prohibidos, deliciosos, inolvidables, incomparables, míos muy míos, para convertirse en mis secretos, para esconderlos como tesoros.
Hace cuatro décadas conocí al que pudo haber sido el hombre perfecto para mi. Un gran hombre, un buen hombre. Yo tenia tan solo 17 años y el me llevaba la misma edad que le llevaba mi abuelo a mi adorada abuelita, casi 15 años, posiblemente ese fue uno de los obstáculos o uno de los más grandes atractivos, ahora me doy cuenta que la edad nunca fue un obstáculo para ninguno de los dos porque teníamos un nivel de compenetración en todas las áreas, porque los dos teníamos almas viejas y éramos el uno para el otro, nos sentimos unidos desde la primera mirada, la química entre los dos fue siempre como la misma que tienen que haber sentido los mas famosos amantes de la historia. Hoy estoy convencida de que ese amor que puse a dormir porque era un amor prohibido, se quedó sembrado, enraizado, sus raíces se convirtieron en una base muy fuerte, en los cimientos espirituales que hicieron que pudiera tolerar los huracanes y los malos temporales que tendría que afrontar el resto de mi vida.
Anoche estaba viendo una película con Katherine Hepburn y Humphrey Bogart y cuando los vi juntos en “La reina africana” en Inglés “The African Queen” me quedé prendida de la manera tan dulce como se miraban, del amor que transmitían y como eran de felices juntos, me tuve que parar abrumada de emoción y acongojada para ir a llorar a una esquina en donde nadie me viera ni escuchara mis sollozos. Esos eran mis ojos y el modo en que el la trataba a ella, ese modo era el modo en que alguna vez mi amado Nicolás me había mirado. Como olvidar la expresión de su mirada, de esos ojos que me hacían vibrar, ojos color miel, de mirada profunda que sin decir ni una sola palabra te lo decía todo. Ojos que me daban paz.
Para esas fechas yo acababa de empezar a trabajar en una empresa minera y Nicolás Redondo era el jefe de arquitectos, un hombre varonil, de cuerpo atlético y una sonrisa llena de dulzura, su voz y su modo suave, su signo Libra, había nacido un 2 de Octubre bajo el animal chino del conejo ¡si! hoy en día tendría casi los 70, pero por aquellos días solo tenia 32 años y era el hombre que me movía el piso, nunca nadie me habia impresionado tanto como el, que me dejaba idiotizada, el que me quitaba el sueño. Vivía en una casa cerca del mar en las afueras de Lima, una casa que había diseñado y construido con sus propias manos. Nicolás era arquitecto, escultor, pintor, inventor, tocaba piano y guitarra, componía canciones, tenia una voz muy bonita, era todo un artista, también era un amante del mar y la naturaleza, corría todos los días, saltaba la soga, mantenía su cuerpo y su mente en un balance perfecto, comía sanamente, era un gurú para su época. Para mi era una mezcla de John Wayne con Clint Eastwood, por esos días estaban dando en el cine los spaghetti western – el famoso film “Lo Bueno, Lo Malo y lo Feo” y el otro “Por un puñado de dólares”, se había puesto de moda nuevamente el uso de los jeans (pantalones vaqueros) y las botas. Nicolás, no fumaba, no tomaba, comía saludablemente, tenia una belleza externa y yo le veía el aura limpia y pura, era amable y de conversación interesante, y me había contado desde el principio con esa honestidad y sencillez que lo caracterizaba que estaba desde hacia mucho tiempo involucrado sentimentalmente en una relación de pareja con una mujer de su misma edad, Sandra, una muchacha que se había enamorado de Nicolás cuando tenia solo 17 anos y que le había dado dos hijas por quien Nicolás sentía adoración, pero que ninguno de los dos creía en los papeles, así que no se habían casado (en esos días ambos eran lo que llamaban una pareja hippie y bastante liberal para el ambiente de Lima, aunque ellos estaban en otra honda, completamente aislados de las frivolidades y los parámetros sociales de lo que era Lima en la década del final de los sesenta y los setenta. Vivian lejos de la ciudad, lejos del bullicio y el trafico aunque la Lima de esos días no tiene nada que ver con la de hoy en el 2009-2010, hoy si que Lima es cosmopolita y tiene un trafico que puede compararse con el de cualquier capital. Nicolás tenía que trabajar en una empresa porque era muy difícil ganarse el dinero de otro modo, y entonces tenia que usar camisa y corbata muy a su pesar.
En esos días, yo ya estaba “comprometida” con lo que llamaban “un buen partido”, mi novio Xavier, era mi primer enamorado, mi primer beso, el único hombre con quien había tenido una relación amorosa y de quien yo me creía locamente enamorada hasta que empecé a trabajar con Nicolás y a conocerlo y “reconocerlo”, entonces me di cuenta que lo único que tenia en mi cabecita era Nicolás, si Nicolás de día y de noche, Nicolás corriendo, Nicolás sonriéndome, Nicolás montado en su catamarán, Nicolás dibujando en la oficina, Nicolás conversándome todas las mañanas tempranito mientras nos tomábamos el café de la mañana antes de empezar el día laboral, Nicolás almorzando conmigo todos los días de lunes a viernes, Nicolás viniéndome a recoger para que fuéramos a pasear en su moto o dándome trabajos en la oficina para así tener siempre un motivo para volver a verme varias veces en el transcurso del día. Primero fuimos compañeros de trabajo, después amigos, hasta convertirnos en íntimos amigos, yo le contaba todos mis problemas y mis anhelos, mis penas y mis pleitos con mi familia y con Xavier que era muy dominante y controlador conmigo, Xavier era del signo Aries, era arrogante, se creía lo máximo, también era un hombre inteligente y muy luchador y dotado de talento musical, pero era muy frío, no tenia la dulzura ni la paciencia ni la bondad de Nicolás, el nunca me escuchaba ni me aconsejaba en cambio Nicolás me contaba sus problemas y aunque nuestros ojos lo decían todo y nuestros cuerpos se deseaban, siempre mantuvimos una relación de amigos, de amigos íntimos cada uno con su pareja, cada uno con su vida, respetando que teníamos “dueño”.
Mi boda se acercaba y yo me encargue de todos los preparativos y de seguir al pie de la letra todo lo que me “ordenaba” mi futuro dominante y controlador esposo. Recuerdo el día antes a la boda cuando me despedí de Nicolás y le dije que me sentía muy nerviosa y que estaba con ganas de escaparme, de que me había dado cuenta de que Xavier no era el hombre con quien debía de casarme porque con el nunca me había sentido ni cómoda ni comprendida, recuerdo que analice que Xavier era el típico novio de sociedad que era figurativo, el ejecutivo de camisa blanca y corbata, el carro de lujo, los apellidos, las buenas familias de Lima, la alta sociedad, educación en las mejores universidades, poliglota, ambicioso, hijo de padres que se movían en las mejores esferas de la capital, siempre en reuniones y en los mejores restaurantes, siempre en bodas y bautizos, fiestas y compromisos, no recordaba momentos de conversación y comunicación. Con Nicolás había caminado por la orilla en la playa, habían viajado largas distancias en moto, había montado caballo, hasta había corrido tabla en la playa, habían leído poemas en voz alta y cantando canciones que ambos conocían a la perfección, porque Nicolás y Solangel eran el uno para el otro. Pero existían Xavier y Sandra, había el compromiso, por ambas partes. Así que esa tarde, Solangel miro a Nicolás y le tomo las dos manos y con lagrimas en los ojos le dijo: Quiero que sepas que eres muy especial para mi, que nadie nunca me ha conocido ni me conocerá como tu, que si las cosas hubieran sido diferentes, si no hubieran existido un Xavier en mi vida y una Sandra y tus dos hijas en la tuya me hubiera fugado contigo y que contigo me subiría a la montaña mas alta, me tiraría en paracaídas, y haría lo imposible, porque tu sacas lo mejor de mi. Se miraron con ojos llorosos y se abrazaron, ambos hubieran querido besarse con esa pasión que los hubiera derretido, pero controlaron ese deseo una vez mas.
Al día siguiente me casé, fue una noche de verano, un martes, (dicen que los martes no te cases ni te embarques ni de tu casa te apartes) pero yo me case un martes y cometí el primer gran error de mi vida. Me case con el hombre equivocado. Y que caro se pagan los errores. Esa mi primera noche de bodas hice todo lo posible por no pensar en Nicolás, hice todo lo posible por entregar mi cuerpo y mi alma a Xavier, por sentirme suya, entonces fue cuando me di cuenta de que mi corazón y mi ser, mis pensamientos todos eran de Nicolás, de ese hombre a quien había amado en silencio y controlada, y con quien le seria infiel a Xavier con la infidelidad de los sentimientos. Porque se puede ser infiel de muchas maneras.
Los primeros meses de vida matrimonial fueron aburridísimos, había dejado de trabajar y Xavier se pasaba la vida trabajando fuera de la casa. Me convertí en una prisionera domestica. Empecé a deprimirme y a sentirme cada día mas vacía, por otra parte estaba llena de problemas familiares porque por esos días mi madre estaba viviendo unos problemas horribles con mi padre quien tenía una amante con una hija fuera del matrimonio.
Una mañana estaba mirando por la ventana y me di cuenta que el carro de Nicolás estaba estacionado frente a mi ventana. Era el que estaba buscándome. Salí corriendo a su encuentro, me subí al auto y el empezó a manejar hasta que llegamos a una playa del sur de Lima. Estaciono el carro en un lugar en donde solo se veían dunas de arena y me miro a los ojos y me dijo: “Ya no puedo mas, he luchado contra esto que siento, no te puedo sacar de mi cabeza, te extraño, me haces falta, no puedo vivir sin ti” y me abrazo fuertemente, por un rato que me pareció eterno, yo nunca había sentido una felicidad tan grande. Después con ternura y suavidad me dio un beso inolvidable, largo, un beso que me hizo tocar el cielo, sentí un mareo, y no pude mas, me deje llevar por la pasión y la desesperación de ambos, éramos un hombre y una mujer enamorados y que se habían anhelado y deseado desde el primer encuentro, éramos como una ola alta que tenia que reventar, me deje llevar por la corriente maravillosa, fui su mujer, fue la entrega de amor mas deliciosa. Nicolás contemplando mis pechos erguidos, acariciándome toda. Nos hicimos el amor como lo hacen aquellos que saben que solamente una vez se ama en la vida de esa manera.
Hubiera querido que las horas se paralizaran en ese momento sublime. Fui suya, y el fue Mio. Nos amamos, nos miramos con gratitud y comprendimos que nos amaríamos toda la vida.
Esa misma noche cuando llegue a casa Xavier quiso tener relaciones conmigo y yo le dije que tenía dolor de cabeza.
Unos días después descubrí que estaba embarazada y empezó mi desespero, me di cuenta de que tenia que ser el resultado de esa tarde de amor prohibido, pero en el fondo de mi corazón entre asustada y avergonzada supe que el fruto de mi vientre seria el fruto de este amor que siempre sentí por Nicolás. Dios es grande porque cuando nació mi hija era una copia fotostática de su madre, era igualita a mí, el padre no podría sospechar, para colmo de colmos a mi hija le puse de nombre Nicolle muy en contra de lo que quería su padre. Cuando la pequeña tenia pocos meses de nacida un día no pude mas y se lo dije: “la niña no es tuya”
Xavier me puso una almohada encima de la cabeza y me trató de ahogar. Me dijo todas las palabras que se utilizan en estos casos y así fue como se acabó mi matrimonio.
Trato de no pensar en las personas que amé en mi juventud y que por circunstancias de la vida quedaron como parte de esos recuerdos que nos hacen muchas veces llorar y otras tantas suspirar y hasta sonreír con nostalgia infinita.
Hace unos días, tuve la valentía de enfrentarme con uno de esos fantasmas que rondan por los caminos de mi mente y que me visitan mucho cuando escucho alguna canción como esa de Facundo Cabral que dice “Cuando un amigo se va” o otra que dice “En los brazos de un ángel” cuando vuelvo a caminar por algunas calles de Miraflores y empiezo a revivir momentos de mi juventud. Fueron mágicos, intensos, prohibidos, deliciosos, inolvidables, incomparables, míos muy míos, para convertirse en mis secretos, para esconderlos como tesoros.
Hace cuatro décadas conocí al que pudo haber sido el hombre perfecto para mi. Un gran hombre, un buen hombre. Yo tenia tan solo 17 años y el me llevaba la misma edad que le llevaba mi abuelo a mi adorada abuelita, casi 15 años, posiblemente ese fue uno de los obstáculos o uno de los más grandes atractivos, ahora me doy cuenta que la edad nunca fue un obstáculo para ninguno de los dos porque teníamos un nivel de compenetración en todas las áreas, porque los dos teníamos almas viejas y éramos el uno para el otro, nos sentimos unidos desde la primera mirada, la química entre los dos fue siempre como la misma que tienen que haber sentido los mas famosos amantes de la historia. Hoy estoy convencida de que ese amor que puse a dormir porque era un amor prohibido, se quedó sembrado, enraizado, sus raíces se convirtieron en una base muy fuerte, en los cimientos espirituales que hicieron que pudiera tolerar los huracanes y los malos temporales que tendría que afrontar el resto de mi vida.
Anoche estaba viendo una película con Katherine Hepburn y Humphrey Bogart y cuando los vi juntos en “La reina africana” en Inglés “The African Queen” me quedé prendida de la manera tan dulce como se miraban, del amor que transmitían y como eran de felices juntos, me tuve que parar abrumada de emoción y acongojada para ir a llorar a una esquina en donde nadie me viera ni escuchara mis sollozos. Esos eran mis ojos y el modo en que el la trataba a ella, ese modo era el modo en que alguna vez mi amado Nicolás me había mirado. Como olvidar la expresión de su mirada, de esos ojos que me hacían vibrar, ojos color miel, de mirada profunda que sin decir ni una sola palabra te lo decía todo. Ojos que me daban paz.
Para esas fechas yo acababa de empezar a trabajar en una empresa minera y Nicolás Redondo era el jefe de arquitectos, un hombre varonil, de cuerpo atlético y una sonrisa llena de dulzura, su voz y su modo suave, su signo Libra, había nacido un 2 de Octubre bajo el animal chino del conejo ¡si! hoy en día tendría casi los 70, pero por aquellos días solo tenia 32 años y era el hombre que me movía el piso, nunca nadie me habia impresionado tanto como el, que me dejaba idiotizada, el que me quitaba el sueño. Vivía en una casa cerca del mar en las afueras de Lima, una casa que había diseñado y construido con sus propias manos. Nicolás era arquitecto, escultor, pintor, inventor, tocaba piano y guitarra, componía canciones, tenia una voz muy bonita, era todo un artista, también era un amante del mar y la naturaleza, corría todos los días, saltaba la soga, mantenía su cuerpo y su mente en un balance perfecto, comía sanamente, era un gurú para su época. Para mi era una mezcla de John Wayne con Clint Eastwood, por esos días estaban dando en el cine los spaghetti western – el famoso film “Lo Bueno, Lo Malo y lo Feo” y el otro “Por un puñado de dólares”, se había puesto de moda nuevamente el uso de los jeans (pantalones vaqueros) y las botas. Nicolás, no fumaba, no tomaba, comía saludablemente, tenia una belleza externa y yo le veía el aura limpia y pura, era amable y de conversación interesante, y me había contado desde el principio con esa honestidad y sencillez que lo caracterizaba que estaba desde hacia mucho tiempo involucrado sentimentalmente en una relación de pareja con una mujer de su misma edad, Sandra, una muchacha que se había enamorado de Nicolás cuando tenia solo 17 anos y que le había dado dos hijas por quien Nicolás sentía adoración, pero que ninguno de los dos creía en los papeles, así que no se habían casado (en esos días ambos eran lo que llamaban una pareja hippie y bastante liberal para el ambiente de Lima, aunque ellos estaban en otra honda, completamente aislados de las frivolidades y los parámetros sociales de lo que era Lima en la década del final de los sesenta y los setenta. Vivian lejos de la ciudad, lejos del bullicio y el trafico aunque la Lima de esos días no tiene nada que ver con la de hoy en el 2009-2010, hoy si que Lima es cosmopolita y tiene un trafico que puede compararse con el de cualquier capital. Nicolás tenía que trabajar en una empresa porque era muy difícil ganarse el dinero de otro modo, y entonces tenia que usar camisa y corbata muy a su pesar.
En esos días, yo ya estaba “comprometida” con lo que llamaban “un buen partido”, mi novio Xavier, era mi primer enamorado, mi primer beso, el único hombre con quien había tenido una relación amorosa y de quien yo me creía locamente enamorada hasta que empecé a trabajar con Nicolás y a conocerlo y “reconocerlo”, entonces me di cuenta que lo único que tenia en mi cabecita era Nicolás, si Nicolás de día y de noche, Nicolás corriendo, Nicolás sonriéndome, Nicolás montado en su catamarán, Nicolás dibujando en la oficina, Nicolás conversándome todas las mañanas tempranito mientras nos tomábamos el café de la mañana antes de empezar el día laboral, Nicolás almorzando conmigo todos los días de lunes a viernes, Nicolás viniéndome a recoger para que fuéramos a pasear en su moto o dándome trabajos en la oficina para así tener siempre un motivo para volver a verme varias veces en el transcurso del día. Primero fuimos compañeros de trabajo, después amigos, hasta convertirnos en íntimos amigos, yo le contaba todos mis problemas y mis anhelos, mis penas y mis pleitos con mi familia y con Xavier que era muy dominante y controlador conmigo, Xavier era del signo Aries, era arrogante, se creía lo máximo, también era un hombre inteligente y muy luchador y dotado de talento musical, pero era muy frío, no tenia la dulzura ni la paciencia ni la bondad de Nicolás, el nunca me escuchaba ni me aconsejaba en cambio Nicolás me contaba sus problemas y aunque nuestros ojos lo decían todo y nuestros cuerpos se deseaban, siempre mantuvimos una relación de amigos, de amigos íntimos cada uno con su pareja, cada uno con su vida, respetando que teníamos “dueño”.
Mi boda se acercaba y yo me encargue de todos los preparativos y de seguir al pie de la letra todo lo que me “ordenaba” mi futuro dominante y controlador esposo. Recuerdo el día antes a la boda cuando me despedí de Nicolás y le dije que me sentía muy nerviosa y que estaba con ganas de escaparme, de que me había dado cuenta de que Xavier no era el hombre con quien debía de casarme porque con el nunca me había sentido ni cómoda ni comprendida, recuerdo que analice que Xavier era el típico novio de sociedad que era figurativo, el ejecutivo de camisa blanca y corbata, el carro de lujo, los apellidos, las buenas familias de Lima, la alta sociedad, educación en las mejores universidades, poliglota, ambicioso, hijo de padres que se movían en las mejores esferas de la capital, siempre en reuniones y en los mejores restaurantes, siempre en bodas y bautizos, fiestas y compromisos, no recordaba momentos de conversación y comunicación. Con Nicolás había caminado por la orilla en la playa, habían viajado largas distancias en moto, había montado caballo, hasta había corrido tabla en la playa, habían leído poemas en voz alta y cantando canciones que ambos conocían a la perfección, porque Nicolás y Solangel eran el uno para el otro. Pero existían Xavier y Sandra, había el compromiso, por ambas partes. Así que esa tarde, Solangel miro a Nicolás y le tomo las dos manos y con lagrimas en los ojos le dijo: Quiero que sepas que eres muy especial para mi, que nadie nunca me ha conocido ni me conocerá como tu, que si las cosas hubieran sido diferentes, si no hubieran existido un Xavier en mi vida y una Sandra y tus dos hijas en la tuya me hubiera fugado contigo y que contigo me subiría a la montaña mas alta, me tiraría en paracaídas, y haría lo imposible, porque tu sacas lo mejor de mi. Se miraron con ojos llorosos y se abrazaron, ambos hubieran querido besarse con esa pasión que los hubiera derretido, pero controlaron ese deseo una vez mas.
Al día siguiente me casé, fue una noche de verano, un martes, (dicen que los martes no te cases ni te embarques ni de tu casa te apartes) pero yo me case un martes y cometí el primer gran error de mi vida. Me case con el hombre equivocado. Y que caro se pagan los errores. Esa mi primera noche de bodas hice todo lo posible por no pensar en Nicolás, hice todo lo posible por entregar mi cuerpo y mi alma a Xavier, por sentirme suya, entonces fue cuando me di cuenta de que mi corazón y mi ser, mis pensamientos todos eran de Nicolás, de ese hombre a quien había amado en silencio y controlada, y con quien le seria infiel a Xavier con la infidelidad de los sentimientos. Porque se puede ser infiel de muchas maneras.
Los primeros meses de vida matrimonial fueron aburridísimos, había dejado de trabajar y Xavier se pasaba la vida trabajando fuera de la casa. Me convertí en una prisionera domestica. Empecé a deprimirme y a sentirme cada día mas vacía, por otra parte estaba llena de problemas familiares porque por esos días mi madre estaba viviendo unos problemas horribles con mi padre quien tenía una amante con una hija fuera del matrimonio.
Una mañana estaba mirando por la ventana y me di cuenta que el carro de Nicolás estaba estacionado frente a mi ventana. Era el que estaba buscándome. Salí corriendo a su encuentro, me subí al auto y el empezó a manejar hasta que llegamos a una playa del sur de Lima. Estaciono el carro en un lugar en donde solo se veían dunas de arena y me miro a los ojos y me dijo: “Ya no puedo mas, he luchado contra esto que siento, no te puedo sacar de mi cabeza, te extraño, me haces falta, no puedo vivir sin ti” y me abrazo fuertemente, por un rato que me pareció eterno, yo nunca había sentido una felicidad tan grande. Después con ternura y suavidad me dio un beso inolvidable, largo, un beso que me hizo tocar el cielo, sentí un mareo, y no pude mas, me deje llevar por la pasión y la desesperación de ambos, éramos un hombre y una mujer enamorados y que se habían anhelado y deseado desde el primer encuentro, éramos como una ola alta que tenia que reventar, me deje llevar por la corriente maravillosa, fui su mujer, fue la entrega de amor mas deliciosa. Nicolás contemplando mis pechos erguidos, acariciándome toda. Nos hicimos el amor como lo hacen aquellos que saben que solamente una vez se ama en la vida de esa manera.
Hubiera querido que las horas se paralizaran en ese momento sublime. Fui suya, y el fue Mio. Nos amamos, nos miramos con gratitud y comprendimos que nos amaríamos toda la vida.
Esa misma noche cuando llegue a casa Xavier quiso tener relaciones conmigo y yo le dije que tenía dolor de cabeza.
Unos días después descubrí que estaba embarazada y empezó mi desespero, me di cuenta de que tenia que ser el resultado de esa tarde de amor prohibido, pero en el fondo de mi corazón entre asustada y avergonzada supe que el fruto de mi vientre seria el fruto de este amor que siempre sentí por Nicolás. Dios es grande porque cuando nació mi hija era una copia fotostática de su madre, era igualita a mí, el padre no podría sospechar, para colmo de colmos a mi hija le puse de nombre Nicolle muy en contra de lo que quería su padre. Cuando la pequeña tenia pocos meses de nacida un día no pude mas y se lo dije: “la niña no es tuya”
Xavier me puso una almohada encima de la cabeza y me trató de ahogar. Me dijo todas las palabras que se utilizan en estos casos y así fue como se acabó mi matrimonio.
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