Me voy preparando para retornar a Lima. Los días se hacen cortos y mi ansiedad se hace larga. Retornar - es como si todo este tiempo (toda una vida) me la he pasado viviendo en una ciudad que también amo y a la que le estoy muy agradecida pero siempre añorando mi regreso a Lima. Y así se fueron tres décadas y estoy viviendo la cuarta fuera del Perú.
Ese movimiento entre estas dos ciudades opera un terremoto interior muy grande dentro de mí ser. Hoy voy contando los días, ya falta poco para fines de Octubre…
Hoy lunes estoy torcida de dolor, siento la cintura partida en dos, es el dolor tremendo que ocasiona la inflamación del nervio ciático. Se me debe de notar porque todo el mundo me dice que estoy con la cara desencajada (yo me veo en el espejo y me siento horrorosa) a veces quisiera poder ocultar como me siento. Soy de esas personas que cuando es feliz se le nota y cuando tiene algún problema no lo puede ocultar aunque trate de esconderse detrás de dos kilos de maquillaje. Hoy ni vestirme de loro verde y soltarme el cabello me sirve de nada porque no puedo ni caminar del malestar tan intenso y agudo que siento, claro esta vez me duele el cuerpo además del dolor por otros problemas que nunca faltan. Esta vez no estoy hablando del otro dolor, si, del dolor del alma, de ese vacío enorme, de ese hueco sin fondo.
Me preguntan los “conocidos” que cuando viajo de nuevo (los muchos curiosos que viven pendientes de todos mis movimientos y que quieren saber todo lo que me pasa) yo siempre me pregunto que porque serán tan entrometidos y chismosos, tan metiches y tan envidiosos, todo lo preguntan, todo lo quieren saber, muchas veces me preguntan cada cosa que me dejan boquiabierta. Creo que por eso siempre me he escondido de las muchas oportunidades que me dio la vida desde joven, cuando pude haber sido una artista de teatro, cine y televisión. La oportunidad la tuve varias veces antes de llegar a los 20, sin embargo, no quise, no me atreví. No me arrepiento, si es que hay algo que valoro es la libertad, la privacidad, y porque no el anonimato. Si ya se, algunos pensarán, está escribiendo idioteces, ¿acaba de publicar un libro y encima tiene un BLOG donde escribe casi todos los días, y esta hablando de que quiere mantenerse en el anonimato? Quizás en el fondo, muy en el fondo, todavía se esconde una niña atemorizada, con miedo a las multitudes, con miedo a que la rechacen o a que no la comprendan. Me tomo más de medio siglo salir de mi encierro.
Me duele tanto la cintura y el resto del cuerpo que siento que no puedo respirar. Estoy aguantándome los gritos que quieren salir desesperados de mi garganta. Soy una valiente toda una heroína ante mi dolor. Si, dolor de cintura tan agudo que me duele hasta el ultimo pelo. Me pongo a escribir para ver si así mitigo un poco la molestia de estar semi-paralizada. Y al sentirme así me visualizo en otros momentos de mi vida en que pude superar al dolor y salir victoriosa. Tengo que vencer el dolor. Tengo.
Y mis Ángeles me soplan al oído, susurros infantiles, mi vecinito de tres anitos me saluda y me dice: Hello, ¿how are you? Y yo le digo: So, so, (así no mas) con mi cara con rictus de adolorida, quejumbrosa, debo de parecerle una anciana robusta y el me contesta como si sintiera mi dolor “yo te quiero mucho” con su vocecita dulce y amorosa, y sus palabras son bálsamos celestiales, traen la sonrisa a mis labios y una ternura inmensa se apodera de mi, que poder tan grande pueden tener las palabras cuando las recibes en un momento en que te sientes tan vulnerable ante todo y ante todos. Ya me siento mucho mejor.
Y retorno a mi oficina con este dolor en la cintura que me tiene acongojada y que me cambia la expresión del rostro y la manera de caminar, es lunes y como todos los lunes tengo que lidiar con todos los que detestan los días lunes. Me hubiera gustado quedarme en casa descansando, me hubiera gustado estar en Lima en casa de mi tía Aurelia en donde Rocío me hubiera preparado un delicioso almuerzo y Mozzy con Mozzita me hubieran estado acompañando y haciéndome reír. Retorno con mi pensamiento, con los recuerdos de mis visitas a Lima. Viajando con mi imaginación. Visualizando los días que no tardan en venir.
NOCTURNO
ReplyDeleteLa noche, oscura loba, golpea las ventanas
con una lluvia airada.
A lo lejos
un monótono ruido de motores
recuerda la ciudad que se desvela.
Duermen los niños
y se puebla la casa con sus sueños
de campos y caminos soleados.
En el cristal mi rostro indiferente
me devuelve impasible la mirada.
Todo se ha detenido:
el mundo afuera,
las sombras misteriosas y en el libro
el llanto de la pálida muchacha.
Noche inmensa,
noche sin bordes como un mar eterno.
Un pensamiento leve: aquí alguien falta.
Un estremecimiento.
Allá, a lo lejos,
una bocina suena
y en el libro
vuelve a llorar la pálida muchacha.
"Círculo y Ceniza" Piedad Bonet
Una poesía para calmar el dolor ciatico e insuflar fuerzas a la cariatide que sostiene tu mundo convulso.