Los tacones altos


En un pueblito escondido del Sur, en un país imaginario, entre dormida y despierta, en una mañana fría, un par de tacones altos dieron comienzo a esta historia.

Por la ventana penetraba el frío alumbrado por el sol que no calentaba, esa fría y tormentosa mañana de invierno, bailaban los relámpagos con los truenos y fue cuando un rayo iluminoso cayó sobre un par de tacones altos viejos, solitarios y abandonados. Sin quemarlos, de repente ya sea por magia, fantasía o encantamiento los tacones cobraron vida...

Ellos no podían andar por si solos, y si querían andar por las calles del pueblito tendrían que ser calzados en un par de pies no muy grandes pero si jóvenes y sobre todo muy ágiles. De pronto ceso la lluvia por un momento...y se hizo un silencio largo.

Pasando por la calle iba solitaria una jovencita bella que la pobreza la había despojado de sus ropas y calzado, tenía hambre, tenia frío, tenia anhelos, tenia ganas de vivir. Vio los tacones altos, le parecieron hermosos, fabulosos, no tenían dueño, miro al Sur, miro al Norte, miro al Este, miro al Oeste, no vio a nadie, decidió probarse los tacones, se subió en ellos, se hizo alta, le quedaron un poco ajustados porque tenia los pies hinchados, pero se los pudo acomodar.

_ ¡Que suerte tengo de encontrarme estos tacones, me ajustan pero me sirven y se fue caminando erguida, espigada, alta como una cumbre, feliz, alegre porque se había encontrado un par de tacones altos y casi nuevos!

La jovencita empezó a caminar paso a paso para amoldarse a sus nuevos tacones y descubrió que eran muy confortables, de una tela suave, pero sobre todo que la hacían sentirse feliz. En minutos se acostumbra rápidamente a ellos y sigue caminando olvidándose del frío y del hambre que sentía.

Empieza a caminar cada vez más rápido y sin proponérselo, camina muchos kilómetros, con esos tacones altos con los que podía saltar, bailar, hasta correr. Llega a una casa que tenia una puerta abierta y se encuentra con una mesa llena de manjares y delicias, sopas calientes, guisos, y pan humeante recién salido del horno. La jovencita come hasta sentirse satisfecha y después cae rendida y se queda profundamente dormida.

Fue cuando se despierta y se da cuenta que se había quedado dormida con los tacones altos que le había regalado su abuelita.

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