La visita


La visita (otro pedacito del libro “Los sapos no saben leer” )

Sol ha tratado durante décadas de no tocar el tema de la guerra de Vietnam. Su primer esposo, el amor de su vida, su alma gemela, el único hombre que la hizo sentirse “diferente” fue una victima mas de esa guerra que cobro tantas vidas y que dejo tantos desamparados en las calles de las grandes ciudades de la nación mas poderosa del mundo. Nadie sale de una guerra ileso, nadie. Las heridas no quedan en la piel, pero si en lo más profundo de nuestras almas. Y se pregunta de nuevo cual es el objetivo del guerrero, ¿es acaso la victoria? Y si hay ganadores y perdedores como en toda batalla desde el principio de los tiempos, hemos acaso avanzado, quebrando al supuesto enemigo, matando al ejército adversario. Nunca podrá Sol entender.

No hay despropósito más grande que eso de humanizar la guerra. Todas las guerras son crueles, cambiándolo todo, trastocando los verdaderos valores y envileciendo a los seres humanos. Sangre, mucha sangre, sudor, miedo, dolor, lagrimas, lagrimas que forman surcos tan profundos que no hay pastillas, licores, viajes, dinero, joyas, triunfos que puedan devolverte lo que mas se ha querido, tu hombre, tus hijos, tus hermanos, tus amigos, tu pueblo, tu patria, tu planeta.

¿Cómo justificar los daños de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, que mataron a centenares de civiles, incluyendo niños? ¿Cómo explicar los “ajusticiamientos” de civiles inocentes en la guerra de Vietnam y las de ahora ultimo? ¿Cómo olvidar los campos de concentración del holocausto? Y hoy todavía todos los muertos en el sur del Líbano? ¿Es que acaso algún día en el futuro aprenderemos la lección?

Sol fue testigo doloroso de esos años terribles de hechos que la impactaron hasta los huesos. Era una jovencita enamorada cuando vio partir al padre de sus dos hijos, uno en brazos y el otro en el vientre. Su amor se fue a Vietnam y murió engañado por la figura tierna de una niña Vietnamita que lloraba abandonada en el campo, no pudo controlar su humanidad y se acerco a rescatarla y cuando se acerco a cargarla ambos volaron por el aire ya que la pequeñita cargaba una bomba dentro de la muñeca.

¿Y quién tuvo la culpa? El recuerdo del soldado amado la persigue desde siempre. El retrato que besa todos los días, enmarcando la foto en un marco de madera que le hizo Manny a su padre, el hijo que nunca lo conoció, una fotografía en blanco y negro en donde se ve el rostro de noble mirada, al lado de otro retrato de su primera comunión.

Sol vive aferrada a la vida por sus hijos,y sus nietos, aprende desde joven a despreciar a la parca, su joven esposo aprendió que no hay nada más terrible para el espíritu que acostumbrarse a la muerte de los amigos y a esperar con miedo, cierto, pero con resignación la propia muerte.

Sol tenía solo diecisiete añitos cuando se queda viuda, por aquellos días cantaba canciones de Serrat, Rafael, de los Rolling Stones. Era joven y estaba locamente enamorada de Aki (Agustín pero le decían Aki) recuerda todavía aquellas noches lluviosas en Carolina del Norte, en donde el ejercito Americano les había permitido comprarse su primera casita.

La noche que lo vio partir, fue una noche oscura y al verlo subir al avión, con su uniforme y cargando su paracaídas, vio como se hizo una luz enorme, un alucinante juego de luces, miles de luciérnagas iluminaron el sendero, esas mismas luciérnagas que nunca mas volvieron a visitarla.

Esa noche, cuando se fue su amado, todo era verde, y hoy cuando Sol lleva flores a la tumba de su amado, una tumba sin soldado, piensa en todas los héroes de las guerras, y cuando voltea su cabeza gacha, con ojos llorosos y rabia en el pecho, vuelve a mirar con sus ojos rotos y encuentra una estela brillante, como aquella noche cuando el cielo fue iluminado con la luz de sus amadas luciérnagas.

Sapos asesinos, sapos malvados, sapos que asesinaron a todos los soldados, sapos que pueden llamarse de tantas maneras, sapos disfrazados.

Y el tiempo ha pasado, Sol tiene la edad que tenia su abuela cuando se quedo viuda, se mira en el espejo, quisiera tener mas canas. Sus amigas la buscan más por estos días, posiblemente porque ahora entienden más su dolor y su propósito en la vida.
Después de tanto tiempo sin derramar lágrimas, hoy llora por todas las viudas del mundo. Prepara su maleta para llegar al encuentro de dos amigas queridas, para brindarles consuelo, para compartir con ellas lo que con el tiempo la vida te enseña, a vivir cada día como si fuera el primero y el ultimo de tu vida, a valorar todo lo que la tenemos y lo que no tenemos, a vivir el HOY y a recordar que somos lo que pensamos, y mientras camina repite en voz alta: “Eres lo que piensas”

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