Esta nota es el resultado de muchos recuerdos, de esos pequeños momentos en que en mi soledad re-visito en la villa de mis nostalgias mi primera juventud entre Miraflores y Chosica. Disfrutando al remontarme en los caminos de mi mente que si tienen retroceso porque tengo memoria de elefante a la que le gusta regresar y jugar con el tiempo.
Lo he redactado miles de veces en mi cabeza, mientras caminaba en el aeropuerto a recoger el correo, o mientras manejaba, cocinaba, o simplemente estaba sentada en alguna banca en el parque viendo a la gente pasar.
Quise contar muchas cosas, y escribi algunas paginas basadas en parte de la vida de mi abuelita cuando tenia veintitantos y se caso con el viudo de su mejor amiga, dejando muchas cosas pendientes para otro libro, para continuar la historia de esta mujer que no puede pasar desapercibida, que tiene que ser inmortal por su grandeza. Sigo con el deseo de ir mejorando mis notas y mis historias, escribo con el corazón, y la mayor parte del tiempo los recuerdos me visitan dormida, desembocando como cataratas en los rios en la mitad de la noche o recordando alguna canción de aquellos fines de semana en casa de mis abuelos.
Mi abuelo se llamaba Fernando y era bajito pero muy distinguido, de ojos celestes y mirada bondadosa, piel blanca y de finas facciones, muy atractivo y ocurrente, pero sobre todo era todo un SEÑOR. No lo era por su clase, nacionalidad, esfera social o prestigio, ni por su edad, ni por su seriedad ni porque a la gente mayor haya que tenerle respeto. Es que mi abuelo lo era en todo el sentido de la palabra. Su educación era exquisita y era todo un caballero, fino, cordial y elegante. Recuerdo siempre su boina y abrigo, sus zapatos bien lustrados, siempre limpios y brillantes, amarrados con cordones, y su fragancia a colonia de Guerlain, siempre bien afeitadito y bien ordenadito. Un dandy.
En el libro cuento como iba los domingos a la tienda de telas a dar de comer a los gatitos que se encargaban de asustar a los ratones, era nuestro secreto (el de mi hermana y yo). Trabajo toda su vida en la calle Merchormalo 347 en el centro de Lima en una tienda que llego a cumplir casi un siglo atendiendo a la gente de Lima que se compraba las telas de casimir extranjero y nacional para los trajes hechos a la medida por los excelentes sastres de Lima. Mi abuelo fue siempre muy trabajador y un gran negociante. Tenía un sentido del humor excelente y cercano. Yo lo conoci cuando ya estaba viejito, arrastraba los pies y tarareaba siempre contento la misma melodia. Mientras fuimos niñas fue ese abuelo de los cuentos de hadas, cabellos blancos y tierna mirada.
Y un día sin querer me invadieron los recuerdos, mis tristes pupilas se nublaron de lagrimas emocionadas al recordarlos. En los almuerzos de cada fin de semana en la mesa de los grandes se hablaba de las cosas que pasaban en el mundo, corrian los 1960y recuerdo claramente que yo escuchaba los comentarios sobre Cuba y Fidel Castro, el asesinato de Kennedy, la foto el Papa Juan XXIII que mis abuelos tenian en varias partes de la casa porque eran catolicos practicantes, y mi abuela siempre aliviando el hambre de los pobres y sus penurias y pidiendole dinero al abuelo para poder hacer generosas donaciones.
Hace años que no están, los dos se fueron casi casi al mismo tiempo, mi abuelo un 9 de Junio de 1965, mi maravillosa abuela un 11 de Diciembre de 1966... pero aún parece que voy a encontrarlos cuando abro la puerta de aquel rincón en donde los dos viven, en el huerto de mi alma, esperando a que lleguen sus hijos y sus nietos a sentarse con ellos en la mesa a compartir cada banquete dominical. Decir que los echo de menos es una frase que se queda corta, nunca he podido llenar el hueco de sus ausencias. Siempre me hacen falta las tertulias de los domingos, sus risas, sus caricias, lo que me hacian sentir.
Mi abuela era la abuela perfecta. Una gran dama. Ordenada, organizada, una ejecutiva sin empresa, una maestra sin escuela, pintora, escritora, siempre bien peinadita y bien arregladita, con sus zapatitos de tacón no muy alto y perfumada de "My Sin" (mi pecado), perlas grises, sobria, elegante, dulce, de modales aristocraticos, vestida siempre de gris, negro o morado, guardando luto por los hijos que partieron. Era bajita, menudita, y para mi era la viejita mas linda del mundo. Tengo el recuerdo de su mirada y su sonrisa angelical, su bondad infinita y sus refranes, su voz grabada en mi memoria, muchas veces la oigo, otras siento su aroma.
A mi abuelo le fascinaban los toros y me llevaba a la Plaza de Toros de Acho. Y aqui tengo que parar porque se me hace un nudo grande en la garganta, llega el momento del adios, cuando lo veo echadito en su cama, en el hospital, horas antes de su partida llamando a su primera esposa y oigo a mi abuelita diciendole "aqui estoy" pretendiendo ser Maria Teresa su primera esposa, la madre de sus primeros 12 hijos y yo presenciando ese momento de amor y entrega total, y yo sabiendo que se nos iba el abuelito.
Es cuando me doy cuenta que los años han pasado, estamos en el 2011, ahora soy yo la abuela, y mis padres los bisabuelos, y el ciclo de la vida se ha ido completando. Ya no tengo abuelos ni maternos ni paternos, se fueron hace ya mucho, ya no tengo a mi madre viva, se nos fue hace un poco mas de dos meses y nunca pense que iba a llorar tanto ni a sentir esta tristeza infinita, desde su partida me cambio la mirada, no quiero vivir vestida de esta tristeza, quiero pensar, sentir que mis abuelos y mi madre y otros seres queridos que han partido viven en paz y armonia en el cielo.
Se anuda en mí la niebla de la tristeza y no me deja terminarlo...terminarlo en condiciones y con la pluma tintada de detalles que conformaron mi infancia, mi feliz infancia. Pero ves, otra vez cuando trato de atrapar la poesía, me estremezco deseando dejarlo y poner el punto y final antes que la melancolía me haga partir en su barco otra noche en mi villa de la nostalgia de la que quiero salir.
Hoy quiero darles las gracias por todos los momentos de felicidad, por el amor, por los abrazos, los premios, las palabras, los consejos, el buen ejemplo, los castigos, por tantas y tantas cosas. Con ustedes aprendi a tener perseverancia, tolerancia, generosidad, amor a Dios, amor al projimo, a la familia, a la patria, a la vida, al arte, al trabajo, la buena mesa, los libros, las cosas buenas de la vida. Ustedes saben como y cuanto los quiero, me hacen falta, mucha falta, desde siempre, para siempre.
Entonces será que aplica: "Recordar es vivir"
ReplyDeleteUn Besito marnino
Hermoso poder caminar por los caminos del pasado, hermoso poder escuchar el canto de las gaviotas y el sonar de las olas de las playas de Miraflores, casi que siento la brisa fresca en rostro cuando leo tus lineas, veo la tienda al Abuelo a los Tios y primos que por decadas trabajaron ahi, me llega tambien un olor a naptalina cuando leo tus escritos, hermoso muy hermoso.
ReplyDeleteBesos abrazos y mil bendiciones