Cinco meses de tu partida...


Cinco meses de tu partida….


Madre sigo triste, mamita sigo desolada. Trato de no llorarte, pero cada vez que veo un retrato, o algo que me lleva a las páginas de los recuerdos, no puedo evitarlo. Ayer fue “Memorial Day” fue el primero en mucho tiempo que no compartí contigo. Siempre estuvimos juntas en todos mis feriados, como siempre he trabajado; tú esperabas con impaciencia esos días que tú llamabas “especiales”. Me llamabas para hacer planes, me pedías que te preparara platos ricos de comida, y por supuesto no podían faltar los postres. Te gustaban los huevos a la nieve, el pionono de dulce de leche, el pastel de pecanas.

Han pasado cinco meses, pero yo me he quedado estancada en el tiempo, no te puedo sacar de mis pensamientos, quiero recordarte riendo, quiero saberte contenta, quiero no sentir que me hace falta tu voz, tu presencia, tus abrazos, tu mirada, el humo de tus cigarros y tu forma de ser. Nunca pensé que iba a ser tan duro ni tan difícil, ahora todos los días le pido a Dios que me de fortaleza, resignación, que me quite este dolor agudo que tengo clavado en el pecho, quiero saberte contenta arriba en el cielo, quiero imaginarte al lado de mi abuelitas, tejiendo sombreros con la aguja de croché, plantando violetas y tulipanes en las macetas del jardín maravilloso que tiene mi abuelita Carmen Rosa en el paraíso celestial, en ese castillo lleno de almas felices que se visten de Ángeles y que nos vienen a cuidar cuando mas lo necesitamos.

La muerte, la parca despiadada, la ley de la vida, te separo de tus hijos, nos dejo sin la alegría de tu presencia, aunque si pudo destrozar mi corazón, no pudo romper la esperanza ni pudo suprimir los recuerdos de mi memoria y no lograra jamás derrotar nuestros espíritus que son luchadores, tu madre, nos enseñaste a ser vencedores, a ser siempre los mejores, a ser luz en la oscuridad. Todavía escucho tu voz y veo tus manos tocando el piano, te veo bailando en una de las muchas obras teatrales en las que participaste, te veo pintando las paredes de nuestro hogar, cocinando una tarta de limones, y el pavo cada aniversario del día de acción de gracias, decorando una navidad el árbol con rositas de maíz porque no teníamos otros adornos. Recuerdo tu rostro el día en que te hice abuela y solo tenias 37 Marzos y no te hacia nada de gracia la idea de que te llamaran “abuela”. Fuiste mi madre a los 17, fuiste la abuela de mi primogénito a los 37, fuiste mi mejor amiga toda la vida y me viste cumplir los 57 el día en que despedimos tus cenizas, tus seis hijitos reunidos por vez primera en mucho tiempo, como cuando éramos pequeños y vivíamos en la calle de las codornices por aquellos tiempos de la década de los setenta.

Madre, no quiero seguir tan triste, no quiero que me veas llorar desde el cielo, te pido que extiendas tus manos doradas y que me digas en susurros, cuando este dormida que no debemos de seguir tan tristes, que tu estas cuidándonos a tus seis hijitos desde el cielo, que le tocas lindas melodías con un piano de cola blanco a muchos angelitos que cantan lindas canciones infantiles, que mi abuelita se siente mas contenta desde que llegaste a su morada ha hacerle compañía.

Madrecita linda, mi gringuita consentida, te imagino cabalgando en un caballo blanco, saltando entre las nubes, riendo feliz entre los tuyos.

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