Los domingos



Hace dias que no escribo. Tengo problemas en concentrarme. He estado traduciendo las hojas de un cuaderno en el que mi madre contaba la historia de su vida, no ha sido facil. Lo hice el domingo, y mientras leia y transcribia llegaron a mi mente la visita de los recuerdos, de esos que no invitas pero que te llegan de repente sin tocar la puerta, sin pedir permiso. Cuando era niña, los domingos eran siempre muy especiales, los días más esperados del mes, mi abuela mandaba al chofer a recogernos sacaba del segundo cajon de su comoda una carterita de paja decorada con flores, la mantilla espanola y un ganchito de pelo con una perla que sostenia la mantilla para que no se moviera. Todos los domingos ibamos a misa de 12 a la Iglesia del parque de Miraflores, nos sentabamos en la primera banca, la del centro y mi abuela piadosa oia la misa con esa entrega y devocion que la caracterizaba. Se nos sentaba al lado una anciana vestida de negro que no olia a limpio y que nunca sonreia. A la salida de la Iglesia muchas personas saludaban a mi abuela, hacian comentarios de la belleza de mi hermanita, decian que era preciosa como una porcelana, despues me miraban a mi que no tenia las facciones de mi hermana y decian: "y esta es la que tiene personalidad". Como nos moriamos de hambre nos compraban barquillos, de alli pasabamos por el "Super Market" de Larco y mi abuela compraba bolsas de almendras, galletas, pasas y frutas secas y una lista larga. Mientras tanto mis otras amigas y primas se habian ido desde muy temprano a buscar el sol de Chosica o de Chaclacayo. A la casa de Lima la llamaban la casa de invierno, y es que tanto en Chosica como en Chaclacayo hace sol todo el tiempo, y solo queda a un poco mas de una hora de camino.

Cuando hicieron el Club Regatas con sus bungalos ya mi abuelita habia fallecido y entonces mi papi nos llevaba de campamento a pasar los domingos fuera de Lima. A dejar el frio y la humedad, los dias de niebla, esos dias grises que son tan caracteristicos de nuestra capital. Cuando ya era adolescente entonces montábamos bicicleta, mis hermanos tenian motos, skateboards, patines, tablas para el surfing, y despues se les dio por el paracaidismo y otros deportes de alto riesgo. Yo no, yo nunca tuve alma de deportista. A mi me gustaban los libros, el arte.

En Estados Unidos tiempo despues me encontre ante muchos domingos tan diferentes a los de mi primera juventud. Domingos de trabajo en casa, lavando ropa, planchando, limpiando la casa, cortando la grama, cocinando para la semana, ya el domingo no era un dia para divertirse ni para ir a Chosica a buscar el sol. Lo lindo de los domingos era que mi madre venia de visita y se quedaba conmigo hasta el otro dia.

Y ahora que ya mis hijos crecieron y soy abuela los domingos vuelven a ser dias gloriosos como cuando vivia mi abuela. Vuelvo a la rutina de ir a la Iglesia, ya no me siento en la primera fila, pero disfruto de la Palabra y de la paz que encuentro en la Casa de Dios. No tengo que ir a Chosica a buscar el sol porque vivo en Miami donde el calor y el sol, el verdor, son tu carnet de identidad.

Me deleito viendo por la ventana a mis vecinos prepararse para pasar el dia en la playa, otros se van para South Beach, Coconut Grove, Coral Gables, Fort Lauderdale a las playas, a los cafés y los restaurantes llenos de gente, la mayoria turistas, otros se van de crucero y muchos pasan por Miami camino a Universal o a los parques de Disney en Orlando. Me imagino que estoy montando mi bicicleta por una calle amplia y que lleno mis pulmones de aire fresco, levanto mis brazos y siento libertad.

Voy a comprar flores como todos los domingos, muchas flores para llenar los floreros que tengo en mi sala, adoro las flores frescas.

Voy a seguir traduciendo las palabras de mi madre, voy a tratar de concentrarme.

Comments

  1. Hazlo, quien pudiera revivir con tanto detalle aquellos días, felicidades

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