Todos en nuestras vidas tenemos momentos malos y momentos buenos y bueno así es la vida... es en los momentos malos cuando "aprendemos" a valorar esos momentos buenos que la vida nos concede. Cuando estamos enfermos es cuando crecemos y nos acercamos a Dios, pero apenas te pones bien... te olvidas?
Como es humano y muy normal, no conozco a ninguna persona a la que guste pasar por estos momentos malos, ya sea por enfermedad, problemas de dinero, falta de trabajo, desamor, decepciones, golpes, depresiones, tantas cosas... y cuando por cualquier circunstancia hay que pasar por todo esto, aceptar y vivir con mucha angustia y displacer y esperar que el tiempo que es nuestro enemigo y nuestro mejor amigo (dependiendo) claro está, de las diferencias individuales, o sea, dependiendo de cada persona, de su forma o habilidad para enfrentar los problemas de la vida.
Muchas personas se vienen abajo, se hunden y entran en un espiral negativo que hace que todo pierda su valor, que nada interese. Todo aquello que antes nos gustaba y nos hacía felices, pierde de pronto esa capacidad y todo se torna tedioso, nada es capaz de despertar nuestra curiosidad e interés y si en algún momento y si esporádicamente llegamos a disfrutar de ello, la falta de voluntad acaba con tal iniciativa. Es cuando caemos en estados depresivos que muchas veces se hacen eternos, cuando caemos en el hueco profundo y se nos hace dificil podernos levantar.
De los momentos buenos, no hay ni que hablar, casi todo el mundo sabe identificarlos y disfrutarlos, excepto claro algunas personas amargadas, negativas y mal pensadas que no disfrutan de ellos pensando que el que las cosas vayan bien es señal de que pronto cambiarán para ir mal, o sea, como si de un calendario de maldiciones se tratara que de alguna manera controlase el que a un momento bueno le siguiera uno malo y viceversa y así en adelante de forma inexorable y mecánica.
Pero lo normal y lógico es que los momentos buenos que la vida nos depara los apreciemos y saber aceptarlos y nunca permitir que la mente nos traicione con pensamientos negativos.
Cuando me he sentido triste o deprimida, pasando los inviernos de mi vida por la partida de mis seres queridos o por enfermedad, es cuando he aprendido a recordar los momentos felices, los momentos buenos, esos en que nuestra vida estaba en verano, nuestro ánimo expansivo y disfrutando cada momento del presente sin pensar en penas futuras. Cuando te sientes feliz se te hace difícil pensar en lo negativo y si nos obligáramos a hacerlo, rápidamente surgirían en la mente cantidad de argumentos y razones que echarían por tierra esos pensamientos negativos. Es como cuando te enamoras, el amor hace que el mundo tenga otro color, todo es más brillante, más luminoso, todo se ve con más claridad y todo nos parece lindo e interesante, y si tenemos proyectos o anhelos gozamos de la voluntad necesaria para llevarlos a cabo.
Entonces me pregunto cual es la diferencia entre una situación y otra?, entre un estado de ánimo y otro, entre la luz y la oscuridad. Pues la diferencia es la capacidad de disfrutar de la vida, disfrutar de las cosas simples de la vida, de las pequeñas cosas, pequeñas pero importantes como el despertar por la mañana y ver la cara somnolienta de tu esposo, o de tus hijos, tus nietos, disfrutar de un día nublado o lluvioso igual que de un día de sol, el olor a café por la mañana, disfrutar de un plato de tacu tacu con huevo frito, disfrutar de tu trabajo, y también porque no, disfrutar de los momentos de ocio, de mirar al cielo y ver la luna y las brillantes estrellas, de caminar descalza por la orilla del mar, de perseguir luciernagas en una noche en la Sierra, y tener la capacidad grandiosa de disfrutar un ceviche de corvina, un trozo de pizza, un plato de tallarines en salsa verde, tomarte tus pastillas sin renegar, tender la cama con entusiasmo, reírte por cualquier cosa, llorar por muchas cosas, quitarte el maquillaje, lavarte la cara, vestirte coordinando bien los colores, sentarte en el suelo con tus nietos y darle gracias a Dios por todas tus bendiciones.
Hagamos grandes cosas, hagamos pequeñas cosas, disfrutemos cada instante de nuestras existencias, que importa si son actos insignificantes mientras te mantienen viva esa actitud de disfrutar de la vida y en esa empresa o finalidad cualquier acto es importante, porque precisamente esa falta de capacidad de disfrute de esas cosas de la vida es lo que nos hunde en el hueco, en el tunel largo y oscuro de desinterés y desánimo que al principio hemos comentado, y por el contrario, el esforzarnos en mantener viva esa capacidad de disfrute, nos lleva directamente al estado de ánimo contrario que es nuestra propia felicidad.
Seamos felices.
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