Mis peques...






Que me iba a imaginar que al regresar de mi viaje a Lima a fines de Diciembre del 2010 que mi mundo interior se iba a derrumbar ante el dolor de la muerte de mi madre y que al poco tiempo iba a ver partir a dos amigas muy queridas de la infancia, a mi gata, al esposo de otra gran amiga, que mi esposo iba a enfermarse y estar muy delicado de salud y que mi fortaleza fisica, mental y emocional se iban a romper para dejarme estacionada, deprimida, triste, enferma, sin poder trabajar y funcionar por muchos meses... sin poder viajar a ninguna parte hasta que los doctores me dieran de alta. 10 meses sin ir a Lima es mucho tiempo. Y asi llegamos a Octubre del 2011 y lo que me ayuda a seguir avanzando, respirando, viviendo, es porsupuesto mi amor a Dios, mi amor a la vida, mi fe y poder escribir, aunque quisiera escribir de diferentes temas y no pasarme la vida dia a dia, pidiendo ayuda para llevar comida a los desamparados, pero alguien tiene que hacerlo.

Después de abandonar Lima a finales de Diciembre del 2011, los abrazos cargados de amor de mis queridas amigas y voluntarias, el recuerdo grabado en mi memoria de las cientos de miradas de espera de todas las madres esperanzadas en que el Centro Luz de Almas les va a cambiar la vida, esas esperas largas que desesperan, los ojos brillantes de esos niños flaquitos y muchos de ellos resfriados, las miradas tristes y cabizbajas de esos jóvenes que no ven el futuro porque saben que no tienen futuro, siempre expuestos a dilemas terribles, a esos problemas crudos de su realidad sin solución, obligados a mirar el infinito sin estrellas, empiezo a sentir un dolor tan grande en el alma que me falta el aire y pienso que no puedo funcionar y menos escribir así. No puedo escribir porque no sé qué respuestas puedo dar a tantas personas que me interrogan, que me preguntan, que me piden, que me exigen, que me reclaman. Quisiera tener mucho para poderlos aliviar, para aligerarles las cargas.

Siempre pienso que esa fragilidad de nuestra amada patria, de su economia, su prolongada crisis social y racial, psicológica, va a terminar pronto, pero otras veces, casi siempre, siento que es un camino muy largo, que se agotarán en el trayecto, así como estos niños en la foto, siento que su dolor es mio, el dolor de "mis niños", de mis "peques" como llamo a los que conozco, podrían ser los de esta foto. Las palabras, cuando no cambian el sentido, dan vueltas en redondo, sin llegar a ninguna parte, parecen inútiles. Con el tiempo, la fuerza de mis palabras regresa y ellas nombran, narran. Entonces pienso que poner en mis historias, en mis notas, para darme cuenta que allí no hay historia, hay histeria, hay dolor, hay hambre, hay resentimiento de siglos, y le pido a Dios que me ilumine que ponga en mi escritura amor, sabiduria, ritmo, sentimiento, un sentido, que mis palabras lleguen, que penetren como dagas, que produzcan llanto, que sea una voz de alerta, una voz que despierta la ayuda al desamparado, un grito que se repita como el eco, allí donde todo parece imposible, absurdo, indiferente.

Ayudame a Ayudar. No seas indiferente, no seas zordo ante el grito de hambre y dolor de los que no tuvieron tu suerte.

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