"Teresa fue una de las primeras mujeres de la historia que se negó a aceptar los roles femeninos que le ofrecían la sociedad y la Iglesia", explica Loriga (Madrid, 1967). "No quiso ser ni María Magdalena ni la Virgen María, esos dos arquetipos monstruosos; ni tampoco esposa y madre esclava. Por eso escribió 'la libertad está en la celda'. Pero lo que la hizo extraordinaria de verdad fue su capacidad para expresarlo todo, la sexualidad, el amor, la mística, la política...".
¿La política? "Ella puso el dedo en las heridas más sangrantes de la Iglesia, que todavía duelen hoy. Habló del papel de la sexualidad; protestó por la atroz situación de la mujer dentro de la Iglesia, abogó por una Iglesia sin clases ni pobres ni ricos, y puso encima de la mesa el balance entre el poder político y el poder espiritual de la Iglesia; y lo bonito es que algunas de esas batallas las ganó".
De todos modos, el escritor y director sabe que, tal y como están las cosas, no sería raro que su visión de santa Teresa provoque algunas llagas y cilicios. "Sé que hay cosas que a mucha gente no le gustarán, pero yo he intentado ser fiel al espíritu de Teresa y a la vez a la película. Su relación con Cristo la expresó como una relación muy sexual. En sus transverberaciones -un proceso espiritual y carnal muy complejo que se parece mucho a un acto sexual pero que no se puede reducir a la palabra orgasmo, porque muchísimas mujeres tienen orgasmos y santa Teresa sólo hay una-, se sentía traspasada por el dardo de Dios; así que, si hay escándalo, será suyo, no mío. Todo eso está en sus libros, en sus poemas".
Hacía frío en el espectacular monasterio de Tomar el martes pasado. Eusebio Poncela (también guapísimo y muy sibilino embutido en su hábito de Gaspar Daza) y Manuel Morón (un Provincial de Ávila en toda regla, tonsura incluida) rodaban en un patio, con la voz casi inaudible y caras de conspiradores constipados, un breve diálogo. Andrés Vicente Gómez, el productor, eligió Portugal en vez de Ávila para rodar esta biopic santera de 7,7 millones de euros de presupuesto, "porque aquí hay muchas más facilidades para rodar en escenarios religiosos que en España".
El equipo estará en Tomar hasta Navidad, y luego irá a Cáceres y Trujillo (que harán las veces de Ávila), y a Madrid y Alicante (estudios Ciudad de la Luz), para rodar interiores. La fotografía es cosa de José Luis Alcaine, que tratará de dar una "luz simple y horizontal". "Las velas eran muy caras y la luz venía de las ventanas, pero en algunos conventos de clausura estaban cerradas...". Pero la película se verá, ¿no? "Sí,sí, y será muy luminosa".
Para Ray Loriga, el reparto "es un sueño": además de los citados, Leonor Watling es doña Guiomar de Ulloa, la alegre viuda y generosa protectora de Teresa; Geraldine Chaplin es la "represora y envidiosa" priora del convento; José Luis Gómez es el amigo teresiano Fray Pedro de Alcántara; Álvaro de Luna hace de padre de Teresa; y además están Amparo Valle, Ángel de Andrés y Francesc Garrido.
La elección de Paz Vega fue muy fácil, añade el director. "Quería una actriz que estuviera viva debajo del traje, de la historia, del peso simbólico del personaje". Y ella está entusiasmada con el reto. "Teresa es una mujer especial, muy valiente, una adelantada a su tiempo que nunca se achantó", dice ella. ¿Y resulta fácil interpretar sus visiones místicas? "Bueno, trabajar con Ray es muy fácil porque lo tiene muy claro; y yo intento hacer una mujer que tiene una inquietud muy grande, no una doctora de la Iglesia. Místicos podemos ser todos, sentir su 'realización plena' es más difícil; pero yo creo que su misticismo es un motor interior que se parece mucho al amor".
Las veteranas del equipo, Geraldine Chaplin y Amparo Valle, están también entusiasmadas con el proyecto. "Ray tiene mucho talento, el mundo que contamos es fascinante, el monasterio es muy misterioso, los trajes son de otra dimensión y Teresa era una mujer muy solitaria, muy política, muy sexual, muy feminista y anoréxica hasta el éxtasis", dice Chaplin. "Yo, que estudié 14 años en las teresianas, puedo dar fe de que no fue terrible, ni siquiera rezábamos mucho", añade Valle.
Nieta de un judío converso, santa Teresa de Jesús ingresó en el monasterio de San José, de Ávila, cuando tenía 18 o 19 años, entre fuertes rumores de "honra perdida". Rumor que todavía hoy sigue circulando por Ávila, según certifica Loriga: "Cuando fuimos a localizar allí, una viejecita que estaba sentada en un banco nos dijo: 'Ah, santa Teresa, ¡a ésa se la folló su primo!". Ella nunca fue clara sobre eso; aunque escribió que corrió graves peligros y algo así como "honra no la perdí que Dios no me dejara".
Que bien!!!! Así se hace!
ReplyDeleteUn Besito Marino