El mal del Milenio...


¿Cuántas veces nos hemos sentido con un muy bajo estado de ánimo y la dificultad o incapacidad para disfrutar de situaciones o eventos que habitualmente nos despiertan alegría o gozo, con disminución o pérdida de interés hacia los mismos y hacia la vida? Ojalá que ninguna, pero lo más seguro es que por lo menos una vez lo hemos sufrido y es que estos sentimientos se presentan en todos y cada uno de los seres humanos, a veces ante un evento desagradable, otras ante una frustración, estrés continuado, una pérdida de trabajo o la de un ser querido y a veces ni sabemos por qué: Simplemente tenemos una sensación desagradable, abrumadora y de abatimiento.

Esta sensación es llamada por los expertos “Depresión” y es así como la define Diane Papalia: “Es un sentimiento persistente de inutilidad, pérdida de interés por el mundo y falta de esperanza en el futuro”.

Nadie está exento de sufrir algún tipo de depresión, ya que puede presentarse en cualquier época de la vida, incluyendo la niñez. Este es un trastorno muy frecuente reportado tanto en población general, como en los hospitales.

Mujeres y hombres (2 a 1)

La depresión, se presenta más en mujeres que en hombres, en una proporción de 2 a 1. Esta diferencia se ha tratado de explicar tomando en cuenta desde susceptibilidad biológica (genética y endocrina) hasta los factores psicológicos y sociales. Además de que la mujer, por su naturaleza, posee una mayor sensibilidad. Si no se sabe orientarla puede causar daño en su persona y a quienes le rodean.

Este padecimiento ha incrementado su incidencia en niños y jóvenes. Tradicionalmente se pensaba que el riesgo de depresión aumenta con el tiempo de vida de un sujeto, es decir, mientras más grande de edad, más susceptible a la depresión. Sin embargo, los resultados de varios estudios han demostrado una prevalencia considerablemente más alta en personas jóvenes que en ancianos, sugiriendo que en la última centuria del siglo pasado, la depresión se ha incrementado, y la edad de inicio de la misma ha decrecido.

Esto, es una pena muy grande y muy grave, pues los factores psico-sociales influyen de forma importante para que este síndrome se presente. Dentro de estos factores encontramos: vivencia continua de pleitos, devaluaciones de la propia persona, baja autoestima, soledad, estrés, frustración, engaño, faltas de respeto, violencia, dolor, agresión, etc.; sucesos que lamentablemente los niños viven cada vez a más temprana edad a causa de sus padres, hermanos, vecinos y muchas veces de los medios de comunicación.

La depresión produce un deterioro importante sobre las áreas laboral, familiar y social; lo cual quiere decir que una gran proporción de las personas que sufren de depresión no están en posibilidad de llevar una vida adecuada en las esferas social, familiar y laboral.

Las personas deprimidas muestran tasas de mortalidad 2 a 3 veces más altas que las de población en general debido a que presentan una mayor tendencia a enfermarse, a sufrir accidentes, a descuidar tratamientos para enfermedades.

Los síntomas

Teniendo en cuenta que la persona es una totalidad, los síntomas que una persona con depresión suele tener, se presentan en cada una de sus dimensiones. Los más comunes son:

· Síntomas afectivos: Tristeza, irritabilidad, desinterés.

· Síntomas cognoscitivos: dificultad para concentrarse, ideas de minusvalía, culpa, indecisión, pensamiento obsesivo, fallas en el juicio realista.

· Síntomas conductuales: faltas al trabajo, disminución del rendimiento escolar, intentos de suicidio, retardo psicomotor.

· Síntomas psicofisiológicos: Trastornos del sueño, del apetito, molestias somáticas, cambios en el peso corporal, disminución de la energía en general.

La depresión puede estar enmascarada por situaciones que presentan: Manifestaciones de conducta como: crisis matrimoniales y de valores, alcoholismo o abuso de drogas; síntomas de angustia como vértigo, ansiedad; síntomas mentales como: ideas obsesivas, ideas paranoides (de persecución), fobias (miedos irracionales) , celotipias (celos y comportamientos posesivos) y molestias somáticas como dolores de cabeza, etc.

Es importante tomar en cuenta que la depresión se manifiesta de diferentes maneras en cada persona y de acuerdo a su edad, sin embargo, debemos estar al pendiente de que una actitud negativa constante en un ser humano podría significar un tipo de depresión, así si notamos conductas inadecuadas, bajo aprovechamiento laboral o escolar, fatiga, retardo motor, poca ganancia de peso y talla, poca comunicación verbal, abandono de actividades laborales, escolares o sociales, llanto fácil o agresión; debemos dar atención a estas manifestaciones, no solo como lo que son, sino como un reflejo de lo que le acontece a la persona que las sufre.



¿Qué podemos hacer?

En algunas personas la depresión puede ser tan grave que domina sus vidas hasta el punto que les impide enfrentarse a las mismas en su forma habitual y les lleva, en ocasiones, a considerar que no merece la pena vivir o que los demás estarían mejor sin ellos. Esto no es ” darse por vencido “, y acusar a estas personas de “compadecerse de sí mismos ” o de “no querer sobreponerse” no ayuda en absoluto. Cuando la depresión alcanza este grado constituye ya una enfermedad que precisa de tratamiento, es entonces el momento en el cual se necesita pedir ayuda.

Como se ha mencionado, los trastornos depresivos hacen que uno se sienta exhausto, inútil, desesperanzado y desamparado. Esas maneras negativas de pensar y sentirse hacen que las personas quieran darse por vencidas. Es importante ser consciente de que las maneras negativas de ver las cosas son parte de la depresión. Estas son distorsiones que, por lo general, no se basan en circunstancias reales. Los pensamientos negativos desaparecen cuando el tratamiento empieza a hacer efecto. Mientras tanto hay cosas que se pueden hacer para ayudarse a sí mismo:

· No reprimirse ni quedarse solo. Es necesario buscar la compañía, confiar en alguna persona; siempre es mejor que estar solo y no hablar con nadie. La persona deprimidia que ha recibido recientemente malas noticias, o ha experimentado un trastorno importante en su vida, debe contárselo a personas cercana, contarle que pasó y como se siente al respecto. Esto ayudará a revivir la experiencia dolorosa varias ocasiones, facilitará el llorar, y posibilitará el poder encontrar soluciones. Todo esto forma parte del mecanismo natural de la mente para curarse.

· Hacer algo. Una solución fundamental es formar parte de actividades que ayuden a sentirse mejor. Salir de casa y hacer ejercicio ayudan mucho, aunque sólo sea el dar un largo paseo, ir a un juego deportivo o participe en actividades recreativas, religiosas, sociales o de otro tipo. Todo esto puede ayudar, así se mantiene el individuo físicamente en forma, ocupado y probablemente dormirá mejor. Mientras la persona con una depresión severa no se sienta capaz de trabajar siempre es bueno que intente llevar a cabo alguna actividad (tareas domésticas, algún pasatiempo, ir al cine, al parque, leer un buen libro). Esto ayudará a mantener la mente alejada de contenidos o sentimientos dolorosos que únicamente consiguen deprimir más. Al aumentar el nivel de actividad la persona comprende poco a poco que no está incapacitada.

· Una dieta completa y equilibrada. En la depresión no apetece comer. No importa. La fruta fresca y las verduras están especialmente recomendadas. Las personas con depresiones graves pueden perder peso y perder sus reservas de vitaminas, lo cual les hará sentirse peor.

· Alejarse de “ahogar” las penas en alcohol o drogas. El alcohol acaba por deprimir más, a pesar de que inicialmente y durante un breve período de tiempo pueda dar la sensación de un aparente alivio. Una persona deprimida que consume alcohol no buscará la ayuda adecuada para su trastorno y dejará de buscar alternativas a sus problemas, además de que será malo para su salud física.

· No obsesionarse con el hecho de no dormir. Escuchar la radio o ver la televisión mientras el cuerpo está en reposo ayudará, incluso si la persona no se encuentra adormecida, y se sorprenderá quedándose dormida por el simple hecho de no estar preocupado por su insomnio.

· Posponer decisiones importantes. Hasta que exista una mejoría importante en la depresión deben posponerse decisiones y cambios importantes tales como cambiar de trabajo, casarse, etc., La persona con depresión debe consultar a otras personas que lo conozcan bien y tengan una visión más objetiva de su situación.

· Metas realistas. Hay que tomar en cuenta la depresión, y no tratar de asumir una cantidad excesiva de responsabilidades. Las metas deben dividirse en partes pequeñas, estableciendo prioridades y haciendo lo que pueda cuando pueda.

La familia y los amigos pueden ayudar

La familia y los amigos con frecuencia desean saber cómo podrían ellos ayudar a la persona deprimida, algunos consejos son:

· Ser un buen oyente (y un oyente paciente si usted ya ha oído toda la historia previamente) es muy importante.

· Dedicar tiempo a las personas deprimidas, animándolas (pero no intimidándolos) no sólo a hablar sino también a involucrarse en actividades físicas, a salir a pesar del desánimo y de la desgana que pueda tener.

· Restablecer la confianza y transmitir la seguridad de que podrá salir adelante es de gran ayuda, aunque deberá insistir con cierta frecuencia ya que el paciente deprimido suele perder la confianza en sí mismo y está predispuesto a la preocupación continúa y a la duda.

· Asegúrese de que se alimenta adecuadamente y de que se mantiene alejado del alcohol.

La convivencia familiar, el apoyo, el cariño, son la mejor medicina para una persona que sufre depresión. El apoyo terapéutico y farmacológico también puede ayudar. Sin embargo, debemos tener mucho cuidado y acudir a especialistas, a profesionales éticos que nos ayuden a resolver este desajuste. Si la persona deprimida empeora o empieza a decir que no desea vivir o incluso insinúa la posibilidad de hacerse daño, tome en serio estas afirmaciones y asegúrese de que su doctor esté informado.

Una respuesta diferente a la depresión: la fe en Dios



La vida interior, la piedad, la oración, la preocupación por los demás, el no ensimismarse y pensar solamente en uno mismo abre una nueva solución de fondo y de raíz a la depresión. Con frecuencia nos olvidamos de la dimensión espiritual de nuestro ser y al hacerlo cerramos las puertas de nuestro corazón hacia uno mismo y nos olvidamos de la maravilla y de la felicidad que da el compartir y el abrirse a las necesidades de los otros.

“Si yo no tengo amor yo nada soy Señor” afirma San Pablo, ¡qué razón tiene! La falta de amor abre un abismo sin fondo, crea un vacío imposible de llenar con algo más que no sea precisamente el amor. La depresión surge cuando nos sentimos vacíos, sin un sentido en la vida, sin valor; pues bien, la solución es llenarse de amor, buscar en lo más íntimo de uno mismo con apertura a los demás el porqué de nuestra existencia y el para qué.

El hombre es un ser finito con capacidad de encontrar lo infinito, de trascender y llamado a ello, por lo que si su mirada se centra en los hechos que a él le ocurren como la enfermedad, la falta de trabajo, los problemas en casa, la muerte de un ser querido u otros, no podrá descubrir el sentido salvífico del dolor, ya que se cerrará y no mirará que hay personas aún más dolientes que necesitarían de su presencia y de su amor, por lo que seguramente sentirá que sus penas le ahogan y llegará la depresión. En cambio, si cada uno de estos hechos los dimensiona adecuadamente y encuentra que tienen un sentido, mismo que lo encuentra en Dios, el único ser infinito que ha creado al hombre para llegar a El podrá aceptarlo y abrir su corazón compartiendo y aceptando su vida mediante el amor a otros que sufren de igual o mayor manera.

Todo tiene solución, somos seres humanos, que llevamos en nuestra propia naturaleza la fragilidad y la vulnerabilidad; pero también llevamos en nuestro ser la fuerza que nos hace remediar toda iniquidad, todo desajuste, todo mal; esta fuerza es la fuerza del corazón, aquella que solemos llamar amor. Dejemos que los seres que están a nuestro lado se llenen del cariño y atención que surja de nosotros y abramos nuestro corazón a la esperanza.

Es preciso recordar que amando nunca habrá suficiente razón para estar deprimido, pues existe Dios, el Padre misericordioso que nos acepta y ama como somos, que es sabio y que nunca nos abandonará, que El nos amó hasta el extremo y que cada uno de nosotros vale tanto que nos envío a su Único Hijo, Aquel que dio la vida por nosotros. El nos llama a vivir plenamente y a encontrar la paz, la tranquilidad y el amor que cambia el mal por bien, la zozobra por la seguridad, la angustia por el consuelo, la tristeza por la alegría y la desesperación por la esperanza que nunca muere.

Muchos hechos no los podemos cambiar, sin embargo la solución no está siempre en cambiar las cosas. La solución a la depresión, a la soledad, a los sentimientos negativos está en cambiar nuestro corazón para que no se quede en lo temporal, sino que vaya a Dios.

La oración para la persona deprimida es fundamental, no como un método terapéutico más, sino como una forma real, auténtica y completa de salir de su depresión, pues la oración es comunicación directa con Dios. La Madre Teresa invita a que “dejemos que el amor de Dios tome entera y absoluta posesión de nuestro corazón y oremos”. Hagamos eso, y no nos deprimamos más, no olvidemos que Dios nos ha prometido “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” y nunca nos abandonará.

Hay una oración pequeña, pero que una vez que se dice con convencimiento y con el corazón, el camino de la depresión se acerca a su fin: “Señor mío Jesucristo, en ti abandono mi pasado, mi presente y mi futuro, lo pequeño y lo grande, lo temporal y lo eterno”.

Algunos la llamaron “El mal de Nuestro Siglo”, pero la depresión parece ser también el mal del nuevo milenio.

Comments

  1. muy buena tu entrada, estuve asi hace unos días, luego se me pasa....gracias.

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