El tiempo, escribir, hablar, vivir...


San Agustín se contestaba ¿qué es el tiempo sino una visión subjetiva de lo que pasa, lo que sucede? En esta época de saturación de información, es algo todavía peor: no tenemos tiempo para nada. hay cientos de cosas que distraen, desde que te levantas, la radio, la tele, las “malas” noticias, el Facebook, los mensajes del email, levantarse, ducharse, vestirse, arreglarse, ponerse bonita, manejar, tener tolerancia ante el terrible tráfico en la hora pico, llegar al trabajo, aguantar malas caras, tolerar el estrés, preparar la lista de pendientes, controlar lo que comes, no olvidarte de comer cuando lo tienes que hacer, tomar agua, cumplir con los llamados de la naturaleza (ir al servicio a cada rato si sufres de incontinencia) vivir la vida loca de nuestros tiempos, los “benditos” celulares que son computadoras, radios, teléfonos, máquinas de escribir, cámaras fotográficas, filmadoras… la moda, las tentaciones, el materialismo, la pobreza, el corre corre de la mayoría de las personas que viven la vida “corriendo” en contra del reloj… del tiempo… las ganas de estar en todas partes y no estar en ninguna, es engañadora. Hablamos con mucha gente pero no la vemos, el cuerpo está ausente. Tenemos muchos amigos “virtuales” nos mandamos mensajes, nos abrazamos “virtualmente. Como quisiera poder tener alas y volar para poder visitar a tantas personas que quiero tanto y que tengo tan lejos. Hoy estoy feliz porque presiento que pronto estaré regresando a Lima a pasar unos días con tanta gente linda que me espera con los brazos abiertos. Mis ancianos, mis pequeños, mis amigos.

Me gusta escribir, expresarme, lo he dicho tantas veces, para mi escribir es como respirar, me gusta hablar, porque creo que el “talk cure”, la sanación del alma, mente y cuerpo con la palabra no fue un mero capricho de Freud, o un invento de unos alucinados, es algo que está muy cerca de lo que significa escribir, desahogarse, deshacerse de un contenido, desaparecer en él y entregárselo a la lectora o lector.

Qué bien me siento cuando puedo conversar con las amigas que me comprenden, que me conocen, que me adivinan, cuando te sientes “en casa” porque sin decir mucho, ellas o ellos saben cómo estas, como te sientes, que es lo que te está pasando… estamos en la misma frecuencia.

Siento que tengo muchas cosas qué decir, y debo de empezar a darle más tiempo a mi blog y a terminar mi tercer libro y concentrarme en la publicación de “Los Sapos no saben leer” pero tengo que echarle la culpa al “: tiempo” aprender a dividir mis horas, a darle prioridad a lo que es importante. Estos últimos meses me he dado cuenta que con la edad, la vida psíquica no cambia mucho, las heridas son las mismas, por lo que podríamos pensar que el psicoanálisis verdaderamente no cura, que solo ayuda a aprender a vivir con esas heridas... la neurociencia dice que esos traumas o "huellas" se alojan en una parte del cerebro que se llama "amígdala", ¿no habría manera de borrarla? no lo sé y no sé si la palabra escrita sea suficiente, pero es fascinante y dan ganas de seguir indagando... Soy Mary Fernandez y escribo para aliviar el hambre…para ayudar a los pobres y porque siento que es mi misión además de mi pasión.

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