Días sin poder escribir, con la mente llena de pensamientos, imágenes que desfilan ante mi memoria, a veces dormida, muchas veces despierta. Silencio, silencio de horas, porque ahora que Britta, mi gata, ya no está, ya no hablo con ella y me he dado cuenta de que no hablo sola. En estos días he estado dando vueltas a ese sentimiento de soledad que sentimos algunas personas, más que soledad, es la sensación que ya no tenemos nada qué decir, que no formamos parte de “los que se comunican”; pensar que yo antes era tan extrovertida, tan conversadora, podía hablar por horas de cientos de temas, compartir mis historias, mis vivencias, reírme y hablar tonterías, pero ahora antes de hablar pienso que mejor muchas veces es quedarme callada, siento como si mi lenguaje se atrofiara, retrocediendo por miedo a no ser entendida, si, es como tocar una música sin auditorio. Hoy me siento triste, no puedo controlarlo, es que se me está muriendo un ser muy querido y no puedo estar a su lado en sus últimas horas y eso me tiene rota, quisiera abrazarla por última vez y decirle quietita al oído “te quiero mucho tía maravillosa” gracias por todas las horas felices que compartimos todos estos años, cada vez que venía de visita a Lima disfrutaba mucho de su dulzura y del amor que siempre me supo dar de tantas maneras.
Conforme envejecemos vemos como se nos mueren nuestros seres queridos, hace un poco más de un ano se murió mi madre y todavía no me acostumbro, todavía no salgo de este estado emocional en el que estoy viviendo desde ese día, ya no tengo los mismos ojos ni la misma mirada, no soy yo, no puedo mencionarla sin que se me llenen los ojos de lágrimas, no he dejado de llorar un solo día desde ese 29 de Diciembre del 2010, y cuando creía que estaba recuperando las fuerzas se me mueren dos amigas de la infancia y la juventud una tras la otra, y perder a mi Britta, a mi gata de 15 años fue cómo perder a la hija que nunca tuve, esa gatita era más humana que muchos seres humanos que he conocido en mi vida, y nos dejó un vacío enorme. Tengo tantas historias que contar, y me quedo callada porque son historias de dolor, de enfermedad, de pobreza y de tristezas y no quiero revivir a esos personajes.
¿Qué me sucede? Dicen que es tristeza, dicen que es depresión, dicen que son los golpes de la vida, dicen que hay que rezar y pedir fortaleza, que hay que levantarse cada vez que te caes, que el sol sale todas las mañanas y la vida sigue, y tengo que buscar una sonrisa entre las tinieblas de esta soledad, tengo que buscar los lindos recuerdos y borrar los fantasmas oscuros, tengo que rezar para tener amnesia de todo lo feo que me ha tocado vivir y en cambio tener una memoria prodigiosa para recordar todas las cosas bellas de mi vida, como cuando tuve a mis hijos por primera vez entre mis brazos, la dicha que sentí el día que me hicieron abuela por primera y segunda vez, la felicidad que siento con los triunfos y éxitos de mi padre, hermanos, hijos, nietos, amigos, la paz que me da sentir que todavía tengo vida para ayudar a los desamparados, para seguir luchando en mi propósito, en mi meta de escribir para aliviar el hambre, poder conseguir donaciones de ropa y mantitas para cubrir a los más pobres, poder trabajar para reunir dinero para darle de comer a los pobres a través de la Asociación Filantrópica que forme hace unos años para ayudar a nuestros hermanos los más pobres, sobre todo a los niños que viven en la extrema pobreza.
Hoy tengo 4 paletas con 53 cajas llenas de cobertores, mantitas, sabanas y peluches viajando a Lima, me siento triste porque yo no puedo viajar y estar presente para entregarlos en las manos de los ancianos, de los niños y de todas las instituciones de caridad que van hacer buen uso de cada prenda. Quisiera estar en Lima para abrazar a mi tía antes de que se mude al cielo, quisiera estar en Lima para abrazar a cada niño y cada anciano cuando reciba su canasta de regalos del Centro Luz de Almas, quisiera estar en Lima para agradecerles a todos mis voluntarios, personas que no ganan ni un centavo, y que se levantan muy temprano para ir a ayudar a los verdaderamente necesitados, y lo hacen con tanto entusiasmo y amor, quiero darle las gracias sobre todo a mi hermana del alma, a esa mujer angelical que Dios puso en mi camino, a Gloria Angélica que nunca sale en fotos ni nadie habla de ella y sin embargo si no fueran por personas como ella, Centro Luz de Almas no hubiera podido cumplir con sus eventos y su lucha de poder ayudar desde Miami a Lima y provincias.
La carga debe de llegar en cualquier momento, ahora solo rezo al Señor de los Milagros que en la Aduana de Lima nos den todos los vistos buenos y que no sea tan problemático sacar las donaciones.
Les pido a todos se unan en oración por mi tía Aurelia, para que no sufra, y les pido que oren para que las donaciones de Centro Luz de Almas lleguen a Lima muy pronto y que todos los beneficiados sientan un poquito de alegría, de nuestro amor y sobre todo que sientan que si hay personas en el mundo a quienes nos importan los ancianos, los niños, los desamparados. Que hay AMOR, que hay ESPERANZA.
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