Pensando...Sintiendo...


Se acababa el año 2010 y casi todo el mundo se hacia la pregunta típica de esa fecha, que les espera el nuevo año, los balances se imponían, las nostalgias, la noción del tiempo perdido y del tiempo recuperado. Yo estaba triste y deprimida, no habían pasado 48 horas de la muerte de mi madre. No funcionaba, no me podía concentrar, el llanto incontenible e incontrolado se apoderaría de mí por varios meses, pero eso no lo sabia a esas alturas de mi vida. Entonces me hacia las preguntas fundamentales: de si había avanzado algo en el terreno interior, no cuánto vamos a poseer sino cuánto poseemos y qué vamos a hacer con ello, si hemos ensanchando nuestra visión del mundo, si hemos podido transformar algunas experiencias dolorosas en bienes espirituales... si hemos ganado en el plano íntimo, si hemos comprendido que poseer bienes materiales es simplemente una forma de subsistencia pero que no nos recupera de nada ni nos protege de nada, sobre todo de la miseria interior. Y como a todo el mundo occidental le gusta festejar la fiesta de fin de año, preguntarse si eso significa realmente algo en nuestro calendario íntimo. Ese primer día del 2011 no salí con mi maleta a darle la vuelta a la manzana, no comí las 12 uvas con las 12 campanadas, no abrace a mi madre ni a mis hermanos ni siquiera a mi esposo que dormía porque tenía que madrugar para ir a trabajar. No me vestí de fiesta como cuando era joven y no faltaba a las grandes fiestas en los clubes de Lima. Ese fue el primer día de enero del 2011, nublado, sombrío, de una tristeza infinita.

Escribiría en mi diario: “Cada vez me siento más fuera de la circulación general: no me interesan las mismas cosas, no comparto los mismos valores, sueño con una sociedad que sueñe con poseer cada vez menos en el plano material, una en donde nos demos cuenta que hemos sido creado iguales, una en donde no haya tanta pobreza, injusticia, abuso, indiferencia, una sociedad que sueñe con soñar. Y eso es todo.



Ese día me pondría a buscar fragmentos de escritores que han escrito sobre el fin de año, desgraciadamente estaban en francés, entiendo bastante pero no lo suficiente, busco en otros idiomas pero no encuentro nada.

Desde ese momento me empiezan los ataques de ansiedad, me diagnostican con depresión clínica motivada por el duelo, el gatillo ha sido la muerte de mi madre. Empiezo a ir a terapia, semana tras semana, a tomar medicamentos que en vez de ayudarme terminan provocándome convulsiones y malestares generales que me dejan estacionada, inútil, discapacitada. No funciono, no tengo energías para nada, hasta lavar un plato me deja agotada. No tengo con quien hablar. A veces me parece evidente que en todo diálogo es necesaria la presencia de una persona que escuche y que acoja lo que vamos diciendo. Es esa presencia del tú en el yo que tratamos de buscar como un pensamiento gemelo o cercano y que es lo que más se parece a la complicidad, cuando decimos: mira, justo lo que pensaba! Pero eso no me sucede. Me siento sola, completamente sola. Tengo miedo. Me invade un silencio total. Me quedo muda por muchos meses. No quiero hablar, no quiero sentir, no quiero pensar, no quiero recordar, no quiero llorar, no quiero acaso vivir?



Y entonces se produce (al menos en mi caso) una sensación de monólogo constante, sin receptor, como si hablase sola en una sala vacía y de pronto me diera cuenta de que mis contenidos me regresaran como salieron, sin esa mirada que los podría haber revestido. Y enriquecido. Sigo sola. Ahora hablo sola en soledad todo el tiempo, en esta cárcel domiciliaria, no puedo trabajar, no puedo escribir, no puedo dormir.

Recuerdo mis tiempos en la década del 70, una noche caminando por el centro de Lima, entro al Hotel Crillón, como siempre estaba lleno de gente y de ruido, con todas sus instalaciones que habían sido concebidas para dar bienestar y atender el deseo de personas que van en busca del placer, buena comida, buena música, un bar oscuro lleno de licores finos, lleno de huéspedes en luna de miel o turistas en su mayoría. En esos días habían hombres ricos que Vivian en ese hotel, uno a quien mataron justamente un primero de enero, y yo que era jovencita me había quedado muy impresionada porque lo había conocido en un viaje al extranjero días antes de su asesinato. Alguna vez me senté en el lobby del hotel Carillón y escribí las primeras palabras de la que algún día seria mi obra maestra, mi gran novela.

Lima la bulliciosa, a toda hora, como un parque de diversiones.... tan diferente a mi casa en Miami en donde en la noche el sonido del silencio te arrulla.

Me ilusiona pensar que algún día, cuando regrese de nuevo a Lima a vivir voy a encontrar un lugar que me haga sentirme acogida, y quiero que sea cerca del Centro de la ciudad.

Y después de doce meses de tiempo sin tiempo, de desperdiciar tantas horas de vida auto flagelándome, culpándome de no haberle dado suficientes abrazos a mi madre, de no haber tenido mas tiempo para compartir con ella llega el 31 de diciembre del 2011 y nuevamente no salgo a la calle con mi maleta ni me como las doce uvas ni saludo a nadie, de repente el teléfono suena es mi amiga de Lima que me llama para desearme el feliz ano nuevo!!! Y contarme que esta de un humor chispeante, que están bailando, gozando, cenando bajo las luces de la ciudad, con ese ruido de autos que tiene Lima y la brisa fresca de Miraflores.... Y aunque nunca me deja de sorprender la cantidad de creyentes católicos practicantes que tiene este país, me cuenta que el Presidente y consejo de ministros estuvieron horas antes en misa, despidiendo el 2011, que estuvieron en misa besando el crucifijo, y yo siento que se me estruja el alma porque pienso en todos los cientos de miles, por no decir millones de habitantes de mi amado Perú que despiden la noche vieja con sus barrigas hambrientas y sus caras tristes, y los otros cientos de miles que están borrachos, tirados por las calles, se han gastado el sueldo de la semana chupando sin acordarse de que tienen siete o nueve hijos que hace varios días comen sobras, ratas, conejos, gatos, perros, lo que sea, y todo eso y mas me deja perpleja...



Fue en el 2010 que funde una asociación civil para ayudar a los pobres, pensé que los 5,000 amigos que tengo en Facebook me iban a ayudar enviándome $1 dólar al mes, pensé si todos mis amigos donan $12 dólares al ano voy a poder ayudar a cientos de familias pobres fundando un comedor para dar de comer y ensenarles a esas madres y padres a cocinar y ayudar de voluntarios para cubrir sus necesidades básicas, es tan poco lo que necesitan, es tan poco lo que tienen.



Ganas de gritar, de llorar, de tener la capacidad de escribir y llegar a los corazones de personas pudientes que pudieran dar y sentir felicidad ayudando. Me duele el contraste de mi ciudad de Lima, la casa de los ricos, las de clase media, y el resto las casas de los pobres en las barriadas a las afueras de Lima, arenales, casas de cartón y pedacitos de madera y a veces uno que otro ladrillo, sin agua, sin servicios higiénicos. Bajo el pretexto de civilización y de progreso, hemos impuesto el pensamiento lógico y racional. Una forma de aniquilación de todo lo que no entendemos y nos da miedo, una forma de muerte de la creación. Lo que quiere decir: no queremos ser huérfanos, aunque perdamos toda nuestra dignidad....

Y quiero reír, quiero sentirme que puedo ser y hacer una pequeña diferencia, que puedo ser luz en el camino oscuro de la pobreza. Quiero esta noche que brilla, brillar con ella, y sí, quiero sonar despierta, y otras veces quiero decir sí con los ojos cerrados...



Y dormida me veo en una terraza de Lima mirando el mar y leyendo a Cesar Vallejo. Tomando un jugo de naranja con papaya, tomando el sol de la mañana y caminando por la orilla del mar cuando los pescadores salen en sus barcas viejas a buscarse el pan de cada día. Hace una temperatura ideal, no más de 24 grados, corre una brisa suave y fresca, tengo veinte anos, sonrío feliz, no puedo olvidarme de la pobreza de mis pobres, de mi gente y al mismo tiempo pienso en lo ricos que somos con esa costa tan maravillosa. Al final de mi sueno la cruda realidad, la rudeza de otros aspectos de Lima, su bulla, su desorden y caos se compensan con estas cosas....















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