Hoy es 29 de Mayo, se cumple otro mes del fallecimiento de mi madre. Parece que fue ayer y han pasado muchos meses, 41 meses para ser exacta. Me hace mucha falta. Hoy estoy triste. Si. Hay días para todo. La vida tiene estas cosas. Y sin recurrir a los antidepresivos, ansiolíticos o hipnóticos, sin echar mano del primer psicoanalista con una hora libre, sin tirar del alcohol o de devorarme todos ...los dulces que encuentre en el camino o los estupefacientes y porsupuesto descartando el suicido, siquiera imaginado, ¿qué puedo hacer? no me acostumbro a muchas partidas, muertes inesperadas, amigas que eran gran parte de mi vida. Es fuerte el duelo, es muy fuerte la tristeza combinada con el dolor.
Hay remedios para la tristeza simples e inofensivos. Por ejemplo escuchar "Ahora" de Isamel Serrano, "Hoy puede ser un gran día" de Serrat o "Contigo" de Joaquín Sabina. Ponerme mucho más seria y culta y perderme en el entramado de las notas de las "Variaciones Goldberg" de Bach.
Olvidar la dieta y permitirme una torta de chocolate con fresas con un kilo de crema. ¿No sería mejor una lata de leche condensadar? En cualquier caso tomaré un café (decafeinado) por favor. Sólo y sin azúcar. Gracias.
Devorarme "Hamlet" en versión íntegra.. El príncipe le dice a Horacio: "Dame un hombre que sea dueño de sus pasiones y no su esclavo y lo pondré muy dentro de mi corazón. Si. El corazón del corazón, como yo hago contigo". Y en ese momento comprender que las palabras si que pueden expresarlo casi todo.
Dar un paseo por la montaña imaginaria y silenciosa que está junto a mi casa. Si es otoño, mejor. Hacer crepitar la hojarasca con los pies. No hay color que no esté en el arco iris de los árboles.
Soñar un viaje, que es una forma de viajar. Mi viaje anhelado a Tierra Santa, a Israel, a Grecia, a Italia. Imaginar ese día que pisaré Troya o cualquiera de los lugares míticos que tejí en mis tantas fantasías. Si. Allí se extienden las ruinas de la sagrada Ilión. Y yo leeré allí mismo en voz alta, los versos de La Iliada.
A pesar de la tristeza reír inevitablemente con las payasadas de mi hermano, que es tan ocurrente y gracioso. Recordando a mi gata. Ajena a todo, siempre feliz, nunca para de armar jaleo. El perrito de la vecina es un dulce. No comprende la tristeza. Está loco. Viéndolo pienso que probablemente tiene razón.
Hoy tengo ganas de acercarme al mar, me queda lejos, tengo carro roto, tengo ganas de caminar descalza por la orilla. Respirar hondo el olor a sal. Acunarme con el hipnótico estallido de las olas al romper.
Leer un cuento de Borges. Leer a mi adorado Facundo Cabral.
Si es posible y la tristeza todavía no ha calado en los huesos, recurrir a un fuerte abrazo. Si no hay con quien no renunciar a ello, aunque en los casos de melancolía es muy recomendable compartir. Y después hacerse un lío de brazos y piernas y permanecer despierta, sin hablar. O tal vez contar una historia de cuando,mi abuelita me llenaba los mejores tiempos de mi vida. Dormir, es opcional.
Llorar. Primero en silencio y luego sin parar, en algún cine, aprovechando la oscuridad de la sala. Desde "Los puentes de Madison" hasta "Tu y yo" pasando por "Casablanca", la película es lo de menos. Lo importante es llorar. Las lágrimas son tristeza líquida. Y así se queda en las mejillas, en la ropa, en el pañuelo.
En el fondo la lista es interminable.
Y si todo es inútil siempre se puede escribir algo y publicarlo en la bitácora de los pedacitos de mi vida, mi Blog de Mariangeles, o en el muro de Facebook en donde siempre encuentro consuelo y refugio. Eso, puedo asegurarlo, no falla jamás.
Estoy triste. No importa, estoy viva y tengo tanto por hacer que en un rato se me pasa.
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