Noche de insomnio

Tengo insomnio una palabra que antes nunca fue parte de mi vocabulario. Siempre pude dormir sin que nada pudiera despertarme, la bulla de toda la gente de mi casa, el ladrido de los perros, las voces altas de mis vecinos, nada ni nadie perturbaba mi descanso nocturno. Nada.  La vida una noche larga se disfraza de infinita vigilia,  me he levantado de la cama por lo menos cinco veces, he caminado por el pasillo que va a la sala y a la cocina, cambiado dos o tres cuadros de lugar, redecorado mi comedor con otro mantel de colores alegres y copas que combinan, copas en espera de ser llenadas del vino de momentos felices y familiares para celebrar tantas cosas futuras. Tengo insomnio y mis pensamientos suenan como martillos clavando recuerdos dolorosos. Busco entre los botones de mi bata de dormir uno que pueda cambiar los canales de visitas tristes por momentos felices, por ratos de comedia y del bienestar de gozar de buena salud.  No quiero me que me duela nada, pero la cabeza me estalla, manantiales brotan por mis ojos hinchados y ojerosos. Mi almohada mojada.  Mis manos temblorosas, heladas y hace mucho calor. No quiero mirarme en el espejo.  Me doy una ducha nocturna, miro la hora, abro mis cortinas, !que digo! si ya la noche se fue ya a pasear a otra parte del mundo por doce horas, es ya una ducha matutina, cierro los ojos para quedarme dormida, aunque sea por unos minutos.  Tengo que despejarme.  El agua ayuda.  He de tapar mis ojeras con la ayuda de un concealer, debo ir a sacarme sangre de nuevo.  Parezco una zombie.


Estoy escribiendo en una vieja ordenadora a la que le faltan varias teclas importantes, entre ellas la de los acentos y en mi larga lista de pendientes y de las cosas que necesito arreglar hay una necesidad imperiosa, la de poder comprarme una nueva laptop o computadora personal con varios programas, que pueda corregir errors ortograficos, que tenga tildes o acentos. Estaba pensando culpar a la comida por mis noches de insomnio, porque acaso comí más de lo que normalmente consumo por las noches: unos tallarines para diabeticos con una salsa de espinacas preparada con leche de almendras que la verdad no me supo a nada. Quiero culpar a mi dieta cero en azucares, quiero culpar a la nostalgia de no poder devorarme un chocolate y tomarme una coca cola.  He aprendido a disfrutar de doce vainitas que hacen pareja con un trozo de coliflor y otro de zapallito italiano aderezado de zumo de limones y nada de sal.   Dios! que duro es vivir sin sal y sin azucar, sin papitas fritas, sin un arroz con leche para quien fue la reina de su cocina.  He regalado todos los quesos y los pomos de mermeladas, mi nevera se ha covertido en una bodega vegetariana.  El frutero lleno de manzanas, peras y naranjas.  Ya no puedo salir a cenar como antes, ni puedo invitar a mis amigos a que disfruten de mis multicaloricas pero deliciosas comidas.  Hoy y para siempre tengo que aprender a decir NO a los postres, NO al arroz, NO a tantas cosas y SI a la vida, SI a la salud, SI a controlarme los niveles de glucosa en mi cuerpo, tres veces diariamente, y a tomarme la presion arterial, y a pesarme todos los dias y ver que va rebajando el numerito.  Pronto cuando el oculista me diga que he quedado bien de la vista empezare con mis caminatas... le pido a Dios pueda caminar media hora como parte de una nueva rutina de vida.   Nuevas metas, nuevos objetivos, nueva salud, nueva vida.   No es nada facil adaptarse a los cambios.   Bienvenida tercera edad.

Es martes, 16 de Junio del 15... mi esposo hoy no trabaja pero siento la bulla del cortador de cesped, sin decirme nada y para ponerme contenta se ha puesto su sombrero de jardinero y como mi hermano se fue a vivir a otra provincia bien lejos, ahora le toca a mi esposo cortar el pasto.  El sol no se ha enterado que seguimos en primavera, no quiero ni imaginarme lo que voy a sentir este infernal verano en donde las temperaturas causaran muchos desmayos.   Quiero leer pero no puedo leer, quiero ver la tele pero no me interesan los programas de la semana, el que no me pierdo es el de las 9 AM en CBS los domingos y uno que otro del canal de la cultura, ya no quiero ver a Ina Garten ni a Martha u otra gran guru de la cocina porque no quiero que me digan que tengo una fijacion muy grande con la comida, y programas de decoracion he visto tantos que tengo un diploma invisible de disenadora de interiores.   Solo me resta retirarme de nuevo a mi cama y mirar el techo, no,  mejor abro las cortinas y miro mi patio que es alegre y travieso como mis nietos.  No, mejor me dejo de tonterias y me levanto de a verdad, tomo mi nutritivo pero bajo en calorias desayuno, me voy para el LA Fitness a la clase de aqua fitness y me pongo de nuevo a nadar como antes... cuando hacia mi vida normal. ¿Vida normal?  no, mejor me pongo a rezar, estiro mis brazos, termino de beber mis primeras 16 onzas de agua de HOY.     Le pido a mi Dios que no se me note en la cara mi noche de insomnio, le pido que no aburre a nadie con mis problemas, que comprenda que todos tenemos altos y bajos en nuestras vidas, que el sol y la luna salen todos los dias para los ricos y los pobres.   






No tengo naranjas.  Tengo limones.  No tengo pan integral, entonces hoy no comemos pan.   Espero no volver a ser visitada por el insomnio.   

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