Está sufriendo, controlada pero con un enorme dolor que parece sin fin. Los humanos, por vengarnos, somos capaces de infringir el más cruel de los daños, ese que no lleva a ninguna salida ni por la vía del perdón. Esta persona está en medio de esa trampa, se equivocó y ahora le cae una tolva de culpa, sobre la que ya lleva. Dios la proteja.
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