Una amiga que cumple el domingo 70 me contaba que no le gustaba lo duro que es llegar a vieja. Que le duele todo, que se cansa mucho, que no tiene deseos de nada y que se pelea mucho con su hija que no quiere darle nietos y que vive muy distanciada de Dios. Lloraba desconsolada y me comentaba que su artritis deformativa y problemas estomacales no le permiten hacer una vida normal. La comprendo, me duele su enfermedad. Ella es delgadita, una peruana que conozco desde 1988 cuando iba a unas clases para aprender el idioma y defenderse en gringolandia, aunque en Miami hay muchos que viven toda una vida y nunca aprenden "English" hay lugares en que te olvidas que es USA, los sonidos del idioma de Cervantes tienen acentos cubanos, colombianos, peruanos,guatemaltecos, nicas, en fin Miami es Miami, es un poquito La Habana, otro poquito Cali, Managua y Little Haiti porque hay barrios exclusivamente Haitianos, otros como Hialeah para los cubanos, en Kendall, dicen que hay cuarenta mil peruanos y posiblemente el doble de colombianos con el acentito ese de los nacidos en Medellin. Como dice mi amiga, vivimos en un arroz con mango.
El sacerdote de la Iglesia de nuestro barrio en Kendall, es un curita joven, tiene 47 la edad de uno de mis hermanos, es gordito, un chileno que vive con su madrecita en la casita cural del Buen Pastor, muy gracioso, preparado y ocurrente que para atraer feligreses usa la comedia en sus sermones dominicales. La misa de las 12 se llena siempre. Mi amiga cumple el 18 y nos vamos a encontrar en la Iglesia porque es donde se reunen los hermanos del Senor de los Milagros y ella lleva el habito durante todo el mes porque es muy devota y de la misa sale la procesion.
Fue muy constructivo hablar con ella. Analizas nuestras vivencias de mujeres entrando a la vejez. Entonces para tranquilizarla le lei unas palabras de una nota sobre la vejez (que no es mia) y que dice:
Muchas de nosotras vivimos con la fijación de los años, con miedo de mirarnos al espejo y encontrar más arrugas, ver que ya no tenemos la lozanía de la juventud… ¿Pero qué importa eso? Los años son años, unos números. Cuando se es feliz la vejez pasa de largo por nosotras. Debemos atesorar las sonrisas de nuestros hijos, de nuestros nietos, y no tener miedo a los años, a envejecer.
Cuando te sientes deprimida por los años, que siempre corren más aprisa de lo que uno quisiera, recuerda guardar en en tu corazón todos los bellos momentos pasados, recuerda el nacimiento de tus hijos, cuando por primera vez te llamaron “abuela”,Hermosas arrugas de la vejez. atesora todas esas mágicas palabras para que el día de mañana estés donde estés, seas una señora amable que le sonríe a la vida.
Y si alguien te dice “¿por qué siempre estás tan sonriente?” le contarás que una vez en una página alguien escribió que todos los bellos momentos se deben guardar en el corazón de modo que cuando ya seamos viejas podamos repartir amor, cariño y sonrisas a todo aquel que se acerque a nosotras…
La vejez es una muy bella etapa de la vida, y se debe ir sin miedo ni angustias por ello. Ya verás que a tu alrededor habrá muchas personas sentadas y serás la reina del hogar. Si recuerdas esta reflexión repartirás todo el amor de Dios entre los tuyos, y les darás la mejor herencia que se pueda tener: la felicidad, esa palabra que tanto nos cuesta decir porque pensamos que no es para nosotras.
Ya no es la rosa joven, pero es la más hermosa.La felicidad está dentro de ti, en lo que haces por los demás, lo que entregas a tu familia, cuando amas a Dios y oras por los que lo necesitan, cuando eres una persona honesta y has vivido la vida de la mejor manera, siempre tratando de ser correcta. Comprobarás que la vejez y la felicidad es un todo para afrontar aquellos dorados y maravillosos años…
Cada día que abres los ojos recuerda que es un regalo de Dios, y eso debe ser motivo suficiente para sonreír a la vida…
¡Qué maravilloso son los años dorados!
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