Hoy llueve mucho en Miami. Es otra noche mojada, noche de vientos, y yo no puedo dormir porque pienso en mucha gente querida que tengo lejos. Se me viene a la mente tu última mirada, tus palabras de despedida, tu abrazo triste y desesperado y desde ya te estoy extrañando, como siempre cada vez que decides marcharte y hacer tu vida de gitano, sin rumbo. Y me pongo triste, y me invade la nostalgia infinita de saber que nada has cambiado, que sigues navegando a ciegas y viviendo en las nubes, siempre borracho o drogado, siempre justificando tu conducta, culpando a todos los que te hicieron su victima sin aceptar tus errores. No puedo mencionar tu nombre, eres persona no grata en la vida de todos, eres desalmado, inmaduro, oportunista, flojo y usas a las personas desde que aprendiste a manipular los sentimientos de los otros. Cierro los ojos pero no puedo dormir. Cierro los ojos y empiezo a rezar para que Dios sienta misericordia de la oveja negra, para que toque tu mente enferma, tu cuerpo adicto, para que puedas encontrar el camino que perdiste hace tanto tiempo ya. Se te dieron mil y una oportunidades, muchas personas te tendieron puentes y te dieron techo, comida, remedios y abrigo pero nunca fueron suficientes. No cuidaste los trabajos. Te gustaba vivir de los otros. Arrimado, mantenido, despierto en las noches, dormido a las horas en que todos trabajaban. Ahora vives sin libertad, entre rejas, comiendo pan duro y avena con agua, sin cigarros, sin alcohol, sin drogas, convives con personas que son amenazas a la sociedad. Con los que rompen las leyes, los ladrones, los traficantes, los asesinos, los violentos, los violadores. Me duele saber que te han metido preso porque decidiste convertirte en indigente, vivir en los parques y resolver a tu manera la aventura de vivir y sobrevivir. Todos se han cansado de ayudarte. Todos. Quemaste todos los puentes, no supiste agradecer los favores y la ayuda de tus familiares y amigos y ahora no tienes a nadie, y me duele porque te quiero como a un hijo, porque conozco tu dolor y sufrimiento, y porque me siento impotente y me duele no poder sacarte de apuros como tantas y tantas veces. Me consuela saber que tienes techo y comida, que no duermes debajo de las ramas, que no tienes que extender la mano para pedir limosna. Pareces un refugiado de la segunda guerra mundial porque dejaste de comer. Tu foto sale en los archivos criminales. Tu nombre. Gracias que nuestra madre no vive, la hubieras matado del disgust, de la verguenza. Quisiera controlar mi mente, pero la memoria no avisa, y no me deja tranquila, me persiguen los recuerdos, y no puedo controlar el llanto porque por ayudarte perdi a mis hijos y a mis nietos, alejaste a mis otros hermanos, por apoyarte me dejaste pobre sin ahorros en el banco, enferma de los nervios, porque tus insultos me maltrataron el alma, me robaron la sonrisa, me hicieron conocer el insomnio, el temor, la angustia, la ansiedad y el desespero. Y el dolor vuelve sin avisar, regresa de nuevo la tristeza infinita, y es porque nunca se fue sin preguntar. Y las fechas pasan, los aniversarios, los nacimientos, los viajes, los funerales, las navidades, y la vida se viste de circunstancias, de tragedia, pocas veces de comedia, ante los años que transcurren para esta vida, pero no, para todo aquello que jamás dejamos de sentir, para lo que no podemos olvidar. Por eso hoy te recuerdo cuando eras jovencito, alegre, lleno de ilusiones y proyectos, cuando no eras ni drogadicto ni adicto a nada. Le pido a Dios por ti todas las noches, siento un dolor tan agudo en el alma que muchas veces me cuesta respirar, pero le pido a Dios que tenga piedad y que te cuide, que te devuelva el amor propio y las ganar de volver a vivir. Te recuerdo sonreír, y sonrío. Y me doy cuenta que todo pasa por algo, espero que aprendas a valorar la importancia de ser independiente, de buscar el pan de cada dia, de trabajar honestamente, de no usar a las personas, de querer tu cuerpo y no malograrlo usando los venenos del mundo. Espero otro milagro en mi vida, el milagro de que regreses renovado, de que los golpes de la vida te sirvan para madurar y cambiar cuando llegues a los 50.
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