Las mujeres de mi vida

Me he dado cuenta que todos escriben lo que su madre, abuela, esposa, hace o hizo y lo maravillosa que es o fue por todo eso.  Yo voy hacer hoy todo lo contrario, yo pondré, más bien, lo que nunca ha hecho o hizo, o hicieron  y lo mucho que me enseñó con eso, que ahora que no tengo ni a mi madre, ni a mi abuela, ni a mi nana, ahora que ya soy una mujer mayor, puedo valorar como los grandes regalos, tesoros, bendiciones de mi vida...

Aqui les doy la lista de los nunca...  "lo que nunca vi que ellas hicieran"

Mi abuela: Decir algo negativo.  Sus palabras fueron siempre llenas de amor y positivismo.
Mi madre: Decir sin miedo siempre lo que pensaba, sin temor a que la juzgaran. Era franca y directa.
Mi nana (mi mama Julia): Decir "estoy aburrida". Ella siempre activa como una hormiga incansable, limpiando, cocinando, cuidando a los bebitos, contando cuentos.  Las tres mujeres amadas de mi vida, mi abuela paterna, una mujer fuera de serie, mi madre, mujer de una belleza angelical, una extranjera adaptable, mi negrita amorosa, la mujer orquesta, siempre presente en todos los momentos de mi vida.

Las tres eran artistas, mujeres estupendas, cada una con estilo propio, geniales, diferentes, con su sello, con su enorme creatividad, de baja estatura, pero de gigantescas cualidades. 
Mi abuela nunca tuvo que pagar un arquitecto, ella hizo los planos de su casa. Y pintaba de maravilla.
Mi madre: Era mejor que cualquier carpintero a la hora de ensamblar un mueble, o tapizarlo.
Mi mama Julia: Arreglaba todo como una maga con su varita y siempre con una sonrisa estampada en su rostro de bondad infinita.

Las tres nunca salieron a la calle desarregladas.  Eran ordenadas, limpias, elegantes, bien combinadas, sin llegar a excesos, siempre sobrias y naturales. Impecables, bellas, con estilo propio.  Inolvidables.
Nunca descuidaron sus figuras. Nunca dejaron de caminar.  Nunca dejaron la cocina sucia o la ropa sin planchar.  Para mi eran y fueron "casi" perfectas.  Mis maestras con su ejemplo de vidas.
Nunca las vi vestirse mal (la que nace con clase aunque sea pobre siempre sabe lucir bonita) 
Nunca despeinadas. Nunca agotadas. Nunca vencidas. 
Nunca desanimadas, ni en los peores momentos, ni en los duelos, que fueron muchos.
Nunca tuvieron nada malo que decir.

Nunca dejaron de leer, de aprender, de crecer.  Las tres eran lectoras de los diarios y de los libros de buenos escritores. Iban al teatro, al cine, a la Iglesia los domingos, al parque, a la playa, a los hospitales, a los asilos de ancianos, a los campos santos, hicieron muchos viajes, curaron muchas heridas, conversadoras entretenidas y cultas.

Nunca dejaron de tener FE, de orar, de agradecer, de creer en los Milagros de nuestro Padre Celestial.  Las tres eran devotas a su Madre Celestial, y rezaban el Rosario, siempre pidiendo por todos los pobres del mundo, por los enfermos, por las necesidades de todos los seres humanos.  
Las tres supieron extender sus manos y ayudar a los necesitados en las adversidades.

Las tres fueron excelentes reposteras, nunca dejaron de preparar los mejores postres, el arroz con leche, la mazamorra morada, los huevos a la nieve, los pasteles de manzanas, la avena matutina, los encanelados y alfajores.  Y los mejores tallarines, campeonas en la cocina, campeonas en los jardines, campeonas en los quehaces de sus casas.

Mi mamita, mi abuelita, mi mama Julia, nunca dejaron de darme apoyo y su completa confianza de que todo lo que quisiera en la vida era posible."Querer es poder" mientras siguieras por los caminos de Dios, de su Hijo amado, con fe, con amor y justicia. Me hicieron amar a las personas, a los animales, la naturaleza, las flores, los estudios, los libros, el colegio, el arte, el cine, el piano, las pinturas, decorar, cocinar, jugar, bailar, cantar, trabajar, todo siempre con entusiasmo, amor y aprecio. 

Nunca dejaron de ser agradecidas.
Nunca dejaron de llamar a toda su gente amada.
Nunca se dieron por vencidas.
Nunca dejaron de ser bendecidas en abundancia, como todas las personas generosas. 
Nunca descuidaron sus casas, sus cuerpos, sus almas, sus vidas, sus familias, sus plantas, sus trabajos.
Nunca le tuvieron apego a las cosas del mundo.
Nunca se fueron de mi vida, ellas viven conmigo, dentro de mi alma, las visito muchas veces, cuando cierro mis ojos. Sientos sus voces amadas, sus risas divertidas, sus abrazos de consuelo.  Vivo del recuerdo de los grandes ejemplos de sus vidas.  

Mis mujeres amadas, las mujeres de mi vida.    Mis tres madres.  Mis amores vestidas de blanco, de luz, de la dulzura del amor maternal, del mejor de los amores.
 

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