Tuve que ir a la farmacia por un jarabe, los ataques de tos me tienen ahogada y me hacen pasar momentos de susto, me falta el aire. Sin paraguas, mojada como una gata indefensa, la volvi a encontrar como tantas veces, a Connie una mujer que no llega a los 50, que tiene la piel quemada por el sol, porque se pasa la vida caminando por todas las calles de la 137 Avenida en Kendall, Miami, por los centros comerciales. Me contaron que vive en casa de una peluquera que la deja dormir en el patio, pero ella vive en la calle desde muy temprano hasta la noche. Hoy la volvi a ver, en la esquina de Miller, cerquita de CVS, con sus ojitos cerrados, parada, profundamente dormida...
Connie vive en la calle desde hace mucho tiempo... hoy he reparado que luce muy delgadita, avejentada, cansada. Ella habla con sus amigos imaginarios, sufre de ezquizofrenia, sabe ser dulce y nunca pide ayuda, no es violenta ni se mete con nadie, sin embargo no muchas personas se le acercan y le brindan alimentos o le dan una ayuda. Hoy la quise subir a mi auto, se me llenaron los ojos de agua porque se me arruga de dolor el alma cuando veo la cantidad de indigentes, de personas sin techo, sin trabajo, con problemas mentales, que son ignorados, que no reciben ayuda, que no tienen lo que a muchos nos sobra. Miami tiene muchos indigentes, muchas personas que viven en las calles.
Yo reconozco varios rostros, conozco sus esquinas, sus carretas viejas, o mochilas con sus pocas pertenencias. Lucen sucios, lucen pobres, lucen tristes. Viven escondidos en los parques, buscando comida en los basureros, y cuando entran a los mercados, los sacan como si fueran delincuentes. Otros se paran a la salida de las Iglesias los domingos con letreros que dicen "tenemos hambre, no tenemos techo" sin trabajo con cinco hijos... y son invisibles para casi todos. Los que pasan por su lado piensan "si tienen dos brazos y dos piernas que trabajen aunque sea limpiando inodoros" es que acaso tienen que ser mutilados para no ser ignorados. Veteranos de Vietnam que lo dieron todo por la patria hoy viven olvidados. Que dura es la vida para tantos, que culpa tienen los hijitos, los que llegan al mundo como tantos... sin futuro...
Una persona sin hogar, indigente, sin techo o sintecho (o, en términos que se consideran menos discriminadores y más políticamente correctos: persona sin techo, persona en situación de calle, persona sin domicilio fijo, persona sin domicilio bien establecido, persona sin domicilio permanente) es aquella persona, menor o adulto y de cualquiera de ambos sexos, que carece de un lugar permanente para residir y se ve obligada a vivir a la intemperie, ya sea en la calle, en los portales de viviendas o temporalmente en albergues, a causa de una ruptura encadenada, brusca y traumática de sus lazos familiares, sociales y laborales. Este problema es más acentuado en las grandes ciudades y suburbios, siendo menos visible en los pueblos o en el campo.
El miedo a revivir situaciones traumáticas suele provocar en esta persona rechazo (de distintos grados, según los casos) a volver a intentar llevar una vida laboral y a rehacer relaciones familiares y sociales.
También la extrema indigencia a la que le conduce esta situación es un obstáculo para ello.
Persona sin hogar es el nivel máximo de exclusión social y marginación que realiza una sociedad moderna. En los países occidentales, la amplia mayoría de las personas en situación de calle son varones (75-80 %), los varones solteros estando particularmente afectados.
A lo largo de la historia las personas que se hallan en estas condiciones han recibido distintos nombres, entre otros los siguientes:
Mendigos: se trata de un concepto que se considera incorrecto, ya que sólo una minoría de estas personas ejerce la mendicidad de forma habitual;
Vagabundos: se considera incorrecto utilizarlo para este grupo, ya que muchas de estas personas son más sedentarias que
Nómadas, es decir, pueden permanecer años y décadas en el mismo portal, cajero o rincón;
Carrilero: se refiere a las personas que recorren los carriles y que también vagabundean, no sólo entre las calles, sino entre ciudades; tampoco es generalizable, aunque haya personas sin hogar que sí cambian de lugar con cierta frecuencia, hay otras muchas que no lo hacen;
Transeúntes: es un término probablemente tan incorrecto como lo es vagabundo; pone especial énfasis en que la mayoría de las personas sin hogar viven en las calles; no tiene por qué ser así, porque algunas residen en albergues;
Indigentes: es un término demasiado general, ya que indigente también puede ser una persona que viva con su familia en una chabola o una persona inmigrante con un trabajo precario; un indigente no tiene por qué ver rotos sus lazos familiares y laborales de una forma tan extrema; además, este término suele relacionarse con carencias más materiales, cuando probablemente el problema más subrayado en las personas sin hogar no es la indigencia, sino la falta de autoestima, de voluntad y de relaciones sociales;
Sin techo: es un término muy utilizado en los años recientes en los ámbitos académicos y periodísticos; subraya sobre todo la carencia material de un lugar donde dormir, pero se considera que las personas sin hogar tienen muchas más carencias como son las relaciones familiares, las relaciones sociales y la vida laboral. Además, el término sin techo también podría englobar a personas tan dispares como los pastores nómadas o cualquier grupo de población que viva a la intemperie;
Personas en situación de calle: se refiere a las personas que habitan en las calles y transitan desde hospederías y residencias solidarias hacia la calle y viceversa; son personas que hacen de la vida en la calle un espacio vital de desarrollo de la identidad; la mayor parte de las ONG y muchas instancias gubernamentales utilizan este término;
Persona sin hogar: buena parte del movimiento asociativo español ha adoptado este término porque consideran que la carencia más grande no es sólo la de un techo, sino la de no tener una familia y un trabajo, es decir, un hogar.
Se suele insistir en que las razones por las que estas personas se encuentran en esta situación son rupturas de lazos de tres tipos:
Ruptura de lazos familiares y personales. No tienen una relación habitual o no mantienen ya ningún contacto con su familia directa e indirecta. Puede deberse a la muerte de uno o varios miembros, a una pelea familiar, a la distancia que les separa, a una adicción, a una enfermedad o trastorno físico o mental, etcétera.
Ruptura de lazos laborales. Las personas sin hogar no tienen empleo o no tienen un empleo fijo que les proporcione ingresos estables. Aunque, probablemente, lo tuvieron. Se calcula que un 10 % de estas personas tiene incluso estudios universitarios.
Ruptura de lazos sociales. La persona sin hogar (antes o después de serlo) puede perder sus amigos o puede tener dificultades institucionales (problemas judiciales o con la policía). Puede ser un proceso gradual o una ruptura brusca porque sus amigos le den la espalda al no aceptar su situación.
En psicología suele denominarse a estos acontecimientos sucesos vitales estresantes. Se trata de rupturas que pueden y suelen caracterizarse por tres rasgos:
Son encadenadas, es decir, una ruptura puede conducir a otra. Por ejemplo, la pérdida del trabajo puede provocar que la persona pierda los lazos familiares o, a la inversa, una fuerte ruptura familiar (por una muerte, una pelea, un maltrato, una adicción) le lleva a la persona a perder también el trabajo por no poder realizarlo correctamente debido a sufrir una profunda depresión.
Son traumáticas. Provocan un alto sufrimiento psicológico en la persona, de manera que su voluntad puede verse de tal manera debilitada que no encuentra motivación para volver a rehacer sus lazos y llevar una vida digna. Además, la vida en la calle suele agravar aún más esta apatía.
Son bruscas. Puede que la persona haya vivido varios grandes traumas encadenados y alejados en el tiempo durante su vida, pero probablemente uno de ellos le lleva directamente a la calle.
Es decir, vivir en la calle no es algo meditado, sino una solución precipitada para alejarse del dolor o la única opción tras ser expulsada de su lugar de residencia habitual.
El perfil de las personas sin hogar -Por la naturaleza de este problema, resulta muy difícil llevar a cabo investigaciones que consigan abarcar todos los aspectos del problema.
Casi la mitad de esta población tienen hijos (46 por ciento), aunque sólo una décima parte viven con ellos;
el 30 por ciento de las personas sin hogar es abstemia y nunca ha consumido sustancias adictivas;
el 37,5 por ciento llevan más de tres años sin alojamiento propio;
la mitad de la población sin hogar busca trabajo;
el 51,8 por ciento son locales y el 48,2 por ciento son extranjeros.
Por favor cuando veas a un "homeless" a un indigente trata de ayudarlo, lo que tengas en tu ropero que ya no uses ponlo en una bolsa dentro de tu maletera para que puedas donarlo, lleva juguetes y articulos de primera necesidad, alimentos, frazadas, mantas, o empieza un proyecto en tu barrio, en tu distrito, para que existan "albergues" y centros de servicio para los desamparados. Comparte tu pan, comparte tus bendiciones, ayuda a mejorarle la vida a un indigente, sin importar su color, sexo, nacionalidad, creencias religiosas...
Connie vive en la calle desde hace mucho tiempo... hoy he reparado que luce muy delgadita, avejentada, cansada. Ella habla con sus amigos imaginarios, sufre de ezquizofrenia, sabe ser dulce y nunca pide ayuda, no es violenta ni se mete con nadie, sin embargo no muchas personas se le acercan y le brindan alimentos o le dan una ayuda. Hoy la quise subir a mi auto, se me llenaron los ojos de agua porque se me arruga de dolor el alma cuando veo la cantidad de indigentes, de personas sin techo, sin trabajo, con problemas mentales, que son ignorados, que no reciben ayuda, que no tienen lo que a muchos nos sobra. Miami tiene muchos indigentes, muchas personas que viven en las calles.
Yo reconozco varios rostros, conozco sus esquinas, sus carretas viejas, o mochilas con sus pocas pertenencias. Lucen sucios, lucen pobres, lucen tristes. Viven escondidos en los parques, buscando comida en los basureros, y cuando entran a los mercados, los sacan como si fueran delincuentes. Otros se paran a la salida de las Iglesias los domingos con letreros que dicen "tenemos hambre, no tenemos techo" sin trabajo con cinco hijos... y son invisibles para casi todos. Los que pasan por su lado piensan "si tienen dos brazos y dos piernas que trabajen aunque sea limpiando inodoros" es que acaso tienen que ser mutilados para no ser ignorados. Veteranos de Vietnam que lo dieron todo por la patria hoy viven olvidados. Que dura es la vida para tantos, que culpa tienen los hijitos, los que llegan al mundo como tantos... sin futuro...
Una persona sin hogar, indigente, sin techo o sintecho (o, en términos que se consideran menos discriminadores y más políticamente correctos: persona sin techo, persona en situación de calle, persona sin domicilio fijo, persona sin domicilio bien establecido, persona sin domicilio permanente) es aquella persona, menor o adulto y de cualquiera de ambos sexos, que carece de un lugar permanente para residir y se ve obligada a vivir a la intemperie, ya sea en la calle, en los portales de viviendas o temporalmente en albergues, a causa de una ruptura encadenada, brusca y traumática de sus lazos familiares, sociales y laborales. Este problema es más acentuado en las grandes ciudades y suburbios, siendo menos visible en los pueblos o en el campo.
El miedo a revivir situaciones traumáticas suele provocar en esta persona rechazo (de distintos grados, según los casos) a volver a intentar llevar una vida laboral y a rehacer relaciones familiares y sociales.
También la extrema indigencia a la que le conduce esta situación es un obstáculo para ello.
Persona sin hogar es el nivel máximo de exclusión social y marginación que realiza una sociedad moderna. En los países occidentales, la amplia mayoría de las personas en situación de calle son varones (75-80 %), los varones solteros estando particularmente afectados.
A lo largo de la historia las personas que se hallan en estas condiciones han recibido distintos nombres, entre otros los siguientes:
Mendigos: se trata de un concepto que se considera incorrecto, ya que sólo una minoría de estas personas ejerce la mendicidad de forma habitual;
Vagabundos: se considera incorrecto utilizarlo para este grupo, ya que muchas de estas personas son más sedentarias que
Nómadas, es decir, pueden permanecer años y décadas en el mismo portal, cajero o rincón;
Carrilero: se refiere a las personas que recorren los carriles y que también vagabundean, no sólo entre las calles, sino entre ciudades; tampoco es generalizable, aunque haya personas sin hogar que sí cambian de lugar con cierta frecuencia, hay otras muchas que no lo hacen;
Transeúntes: es un término probablemente tan incorrecto como lo es vagabundo; pone especial énfasis en que la mayoría de las personas sin hogar viven en las calles; no tiene por qué ser así, porque algunas residen en albergues;
Indigentes: es un término demasiado general, ya que indigente también puede ser una persona que viva con su familia en una chabola o una persona inmigrante con un trabajo precario; un indigente no tiene por qué ver rotos sus lazos familiares y laborales de una forma tan extrema; además, este término suele relacionarse con carencias más materiales, cuando probablemente el problema más subrayado en las personas sin hogar no es la indigencia, sino la falta de autoestima, de voluntad y de relaciones sociales;
Sin techo: es un término muy utilizado en los años recientes en los ámbitos académicos y periodísticos; subraya sobre todo la carencia material de un lugar donde dormir, pero se considera que las personas sin hogar tienen muchas más carencias como son las relaciones familiares, las relaciones sociales y la vida laboral. Además, el término sin techo también podría englobar a personas tan dispares como los pastores nómadas o cualquier grupo de población que viva a la intemperie;
Personas en situación de calle: se refiere a las personas que habitan en las calles y transitan desde hospederías y residencias solidarias hacia la calle y viceversa; son personas que hacen de la vida en la calle un espacio vital de desarrollo de la identidad; la mayor parte de las ONG y muchas instancias gubernamentales utilizan este término;
Persona sin hogar: buena parte del movimiento asociativo español ha adoptado este término porque consideran que la carencia más grande no es sólo la de un techo, sino la de no tener una familia y un trabajo, es decir, un hogar.
Se suele insistir en que las razones por las que estas personas se encuentran en esta situación son rupturas de lazos de tres tipos:
Ruptura de lazos familiares y personales. No tienen una relación habitual o no mantienen ya ningún contacto con su familia directa e indirecta. Puede deberse a la muerte de uno o varios miembros, a una pelea familiar, a la distancia que les separa, a una adicción, a una enfermedad o trastorno físico o mental, etcétera.
Ruptura de lazos laborales. Las personas sin hogar no tienen empleo o no tienen un empleo fijo que les proporcione ingresos estables. Aunque, probablemente, lo tuvieron. Se calcula que un 10 % de estas personas tiene incluso estudios universitarios.
Ruptura de lazos sociales. La persona sin hogar (antes o después de serlo) puede perder sus amigos o puede tener dificultades institucionales (problemas judiciales o con la policía). Puede ser un proceso gradual o una ruptura brusca porque sus amigos le den la espalda al no aceptar su situación.
En psicología suele denominarse a estos acontecimientos sucesos vitales estresantes. Se trata de rupturas que pueden y suelen caracterizarse por tres rasgos:
Son encadenadas, es decir, una ruptura puede conducir a otra. Por ejemplo, la pérdida del trabajo puede provocar que la persona pierda los lazos familiares o, a la inversa, una fuerte ruptura familiar (por una muerte, una pelea, un maltrato, una adicción) le lleva a la persona a perder también el trabajo por no poder realizarlo correctamente debido a sufrir una profunda depresión.
Son traumáticas. Provocan un alto sufrimiento psicológico en la persona, de manera que su voluntad puede verse de tal manera debilitada que no encuentra motivación para volver a rehacer sus lazos y llevar una vida digna. Además, la vida en la calle suele agravar aún más esta apatía.
Son bruscas. Puede que la persona haya vivido varios grandes traumas encadenados y alejados en el tiempo durante su vida, pero probablemente uno de ellos le lleva directamente a la calle.
Es decir, vivir en la calle no es algo meditado, sino una solución precipitada para alejarse del dolor o la única opción tras ser expulsada de su lugar de residencia habitual.
El perfil de las personas sin hogar -Por la naturaleza de este problema, resulta muy difícil llevar a cabo investigaciones que consigan abarcar todos los aspectos del problema.
Casi la mitad de esta población tienen hijos (46 por ciento), aunque sólo una décima parte viven con ellos;
el 30 por ciento de las personas sin hogar es abstemia y nunca ha consumido sustancias adictivas;
el 37,5 por ciento llevan más de tres años sin alojamiento propio;
la mitad de la población sin hogar busca trabajo;
el 51,8 por ciento son locales y el 48,2 por ciento son extranjeros.
Por favor cuando veas a un "homeless" a un indigente trata de ayudarlo, lo que tengas en tu ropero que ya no uses ponlo en una bolsa dentro de tu maletera para que puedas donarlo, lleva juguetes y articulos de primera necesidad, alimentos, frazadas, mantas, o empieza un proyecto en tu barrio, en tu distrito, para que existan "albergues" y centros de servicio para los desamparados. Comparte tu pan, comparte tus bendiciones, ayuda a mejorarle la vida a un indigente, sin importar su color, sexo, nacionalidad, creencias religiosas...
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