Oremos... orando... Salmos...

"¡Pueblo mío, confía siempre en él! ¡Háblenle en oración con toda confianza! ¡Dios es nuestro refugio!" Salmos 62.8

El tiempo que pasamos en oración nunca es tiempo perdido. La oración es la respiración del espíritu, y no podemos esperar tener una vida plena sin la adecuada respiración. Tal vez nos excusemos diciendo: "No oro mucho, es verdad, pero pienso en Dios todo el día". Esto no es más que ilusión. Si nuestros pensamientos estuviesen centrados en Dios, le dedicaríamos mucho más tiempo a la oración. La oración, como la respiración, debe ser una constante y profunda. No lo olvidemos nunca: ¡lo único que importa es la oración!

"No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús." Filipenses 4.6-7

La vida, con todos sus desafíos, está llena de alegrías, pero también tiene sus tristezas y contrariedades. Si estamos alegres y plenos de vitalidad, demos gracias a Dios. Si nos encontramos agobiados por el cansancio, la tristeza o el temor,  Dios es nuestro consuelo. En todo tiempo y en todo lugar, oremos. Si oramos sin cesar, con fe y gratitud, la amorosa presencia de Dios será nuestra experiencia constante; la ansiedad, el temor y el dolor serán consumidos por el amor; la paz y la alegría se manifestarán en nuestra vida.

"Oren en todo momento." 1 Tesalonicenses 5.17

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