1930

Siempre tengo por costumbre hacer recuentos de cada año, a veces en mi mente de poeta, compositora, artista frustrada, escritora de palabras silenciadas, me encuentro con colibríes de bellos colores, me tropiezo con hojas que se confunden en el viento, barriendo vidrios de vasos rotos, encontrando plumas en lugares insospechados, viejos mensajes escritos en servilletas manchadas por expresos oscuros y amargos, telegramas de color amarillo como el atado de cartas de amor de una abuela que nunca tuve el privilegio de conocer, pañuelos blancos bordados con mis iniciales para llorar a escondidas, sin que me vean, sonrisas y carcajadas contenidas, zafiros y esmeraldas, diamantes y perlas de herencia, puestas de sol, huellas en la arena de mi playa de la Costa peruana,, llamas que encienden cigarillos prohibidos, personas que no hablan pero se miran en el ascensor del edificio que casi llega hasta el cielo, elefantes sin cuernos de marfil, oranguntanes y monitos traviesos sin nombre pero que tienen una madre humana, lágrimas de cocodrilo, quejidos y suspiros, poesía de mujer enamorada del amor y de la idea de verse vestida de blanco en una gran ceremonia.
Es otra de mis visitas al mundo de mis ilusiones. Es el paisaje florido y lleno de colores y aromas, confundido por las dudas y las preguntas sin respuesta, el duelo, los finales que no conocieron los comienzos sin sentir remordimiento porque eran caminos que no te iban a llevar a la ruta adecuada, a la vida que era la que tus padres y tus abuelos para ti anhelaban. Tropezar con el dolor, el temor, los miedos, las culpas y las dudas. No saber que hacer. Saber que no debes, pero acallar la conciencia y ponerla a dormir. Dejarte llevar por el deseo, por el hambre, por la necesidad, por saciar la sed, por llenar el hueco tan grande. Entonces apareces en mi vida, vestido ocn tu traje de fina gabardina, tu aroma varonil, tu voz seductora, tu risa contagiosa, tus palabras, tus promesas, tus mentiras.
Soy joven, me dices que soy bonita, me dices tantas cosas. Mis manos sudan, mis piernas tiemblan, mis ojos brillan. La lluvia nos hace corer a buscar refugio. Me abrigas, me cubres, exprimes mis ropas, buscas unas mantas y prendes la fogata. En mi mente ahora el paisaje es tempestuoso e incierto, pero en esos momentos la magia del amor o acaso la magia de la lujuria, de lo prohibido, nos hizo prisioneros y nos dejamos llevar.
A veces, cuando te recuerdo me siento indefensa, me siento asustada, me siento tan poquita cosa. Otras veces trato de imaginarme a una mujer sin malicia, que entregaba su honra, el amor que la empujaba a llenarte de caricias y acurrucarse en tu regazo, en tu pecho sudoroso, en tus ojos llenos de deseo. Quisiera que el recuerdo de nuestra primera fuera en un lugar de gran dulzura y belleza, y no en el escondite de la casa vieja. .
He querido olvidar como tantas otras, que son por tontas, mal correspondidas, que se creen los cuentos y las promesas de quienes buscan devorar sin conciencia a sus presas. Ha sido una senda sin prisas, porque la vida parece larga, pero el tiempo se hace nada, son los recuerdos que uno quiere borrar de la mente, pero que te persiguen cuando cierras los ojos y en vez de descansar te encuentras atrapado en el mundo de las pesadillas que se repiten y se vuelven a vivir.
He querido mantener mi silencio, en soledad y con llanto contenido. Huyendo de la marea negra, la tristeza, que viene de golpe, dispuesta a arrasar con todo, a enfermarnos el cuerpo y a rompernos en mil pedazos el alma. Evadiendo las arenas movedizas de la desesperanza. Escondiéndome de esa nada, capaz de devorársela a una de un solo bocado como lo hacen los que sufren de gula incontrolable.
Así sigo, viviendo o como dicen sobreviviendo el día a día, el paso a paso, hasta que un día la neblina del desasosiego comience a despejarse, a que todo cambie. A que el olvido se mude y se vuelva permanente, me imagino que por eso muchos sufren del mal del Alzheimer, es posiblemente una forma humanitarian de remover los recuerdos malos y los pocos buenos. Yo vi a varias de mis tias amadas sufrir de lo que llaman "la persigue el Aleman", a menos su vejez fue menos angustiosa que su vida de solterona, de haber llegado casi a los 100 sin haber gritado a los cuatro vientos que no era senorita ni virginal.
Ella en su morada, enamorada de la magia perdida. A veces como hoy la intuyo, la pinto con acuarelas, su carita bella, su finura, su voz calmada, sus talentos callados. Sus trajes de 1930, su cabello con rulos, su perfil perfecto, sus manos siempre arregladas. Presagios azules de nuevas alegrías.
Cielos de Chosica color lavanda que disuelven el abatimiento de los tristes recuerdos. Vientos amables. Su voz y el recuerdo glorioso de su amor. Se derraman sobre mí, cada día de mi vida.
Vendrán tiempos mejores. Ella me mira, me cuenta que fue joven y bella. La busco, la presiento. Serena placidez. He hablado de una y al mismo tiempo de varias mujeres. Todas fueron parte de mi vida, de mis experiencias, de mi duelo.
Un día de estps lo leeré en retrospectiva para entenderlo mejor y quizás ayudar a otras almas frágiles. El amor es también servicio. Espero encontrar la magia perdida y que el próximo año recupere el aliento y pueda escribir desde un lugar distinto. 1974, 1975, 1976, 1977, 1978...Han sido años verdaderamente duros, pero gracias al cariño y apoyo de mi familia y allegados, algunos existentes, otros muertos, muchos pacientes lectores, he logrado sobrellevarlo de la mejor manera posible. Y he llegado hasta el 2018... y sigo a pesar de todo creyendo en el amor, en DIOS, en la bondad de las personas, en que somos arquitectos de nuestras vidas, en que HOY es el primero, el MEJOR, el primer dia del resto de mi vida.
Escrito sin editar, sin correcciones, para que pueda ser otro pedacito de "los sapos no saben leer" y otra de las historias de Mar, Luna, Estrella, Sol, mis protagonistas, mis mujeres con sus vidas llenas de vivencias similares a las tuyas...
Mary Fernandez - 20 de enero del 2018 mientras se hace el arroz.


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