Nota de otro 11 de enero

Mar escribe en su viejo cuaderno:

Me escribiste hace mucho tiempo y tu pregunta de aquellos tiempos era que quieres saber de mi, de mi vida y yo nunca te pude mandar mi respuesta porque te fuiste a la China sin dejar datos... y hoy ordenando encuentro otro viejo cuaderno, con una fecha lejana... me he enterado de que ya no eres parte del mundo que una gripe mal atendida hizo que te quedaras para siempre dormido...
Y no… Sigo sin encontrar dragones, sigo con mi cofradía perdida, mi luna apagada y el sol quemando pero sin calentar… sigo eternamente enamorada del amor, de la vida, del arte, de la literatura..

Y sí, sigo con la sonrisa fingida, luciendo bien por fuera, escondiendo todo lo que sufro, tapando con anteojos mi llanto, y mi alma vagando en el limbo… aunque muchas veces no puedo controlar mi angustia y tengo que salir corriendo porque no quiero que me vean llorar desconsolada...
Y si, sigo sin ti… sin mi madre, sin muchas de mis amigas queridas... Contigo a una distancia que cada día parece más distante aunque sólo represente unos kilómetros y no años luz…
y nunca he podido olvidarte, porque cuando uno ama de verdad, ama para toda la vida y hasta la eternidad... y yo cuando amo, amo con toda la fuerza de una luz que nada puede apagar.

Y sí, sigo en mi eterna lucha con mis recuerdos y con todos y cada uno de los esqueletos que he tratado de esconder todos estos años debajo de mi cama y detras de las puertas de mi ropero… entre mi ropa blanca, mis secretos, mis silencios, y aunque no tengo ninguna foto tuya, tengo tu rostro grabado en un lienzo que he pintado en mi memoria, tocas el piano, cantas "amapola" y me miras con esos ojos color caramelo.

Y sí, sigo perdida en el mar de la vida y pugnada por no terminar en la muerte de tu olvido… Acallando demonios... la vida ha pasado... el tiempo inclemente, sin sentir misericordia, recibiendo golpes y golpes, viviendo lejos, muy lejos de tanta gente amada, de mi orilla, de mi playa, del parque, del viejo local escondido en una calle de Miraflores.

Mil y dos cosas han pasado en este tiempo, sin tiempo, que vida tan larga y otras veces tan corta... agotada, siempre ocupada, siempre llenando las horas, aturdiendo los pensamientos que causan el dolor punzante, la angustia, los temblores del alma.

Gentes que han llegado a mi vida para quedarse, otras que han permanecido a mi lado por años y algunas otra cuya presencia ha sido esporádica pero muy importante. He cerrado ciclos e iniciado nuevos. Siempre queriendo mejorar... acaso cambiar...
crecer, convertirme en una gran mujer.

He construído castillos muchos castillos con entusiasmo y ardor y demolido otros tantos mojando el camino con barro cansado dejando huellas de dolor y quebranto.
He caído en cuenta de que tengo muchos defectos y he cometido muchos errores, de todas las malas decisiones que enfermaron mi cuerpo y mi mente, de todo lo que no puedo cambiar, del agua estancada, de las costumbres y rutinas que tengo y de la falta de ganas o de auto control y fortaleza que necesito y no tengo los instrumentos, las armas, las personas, los abrazos, acaso para cambiarlos...

Sin embargo y a pesar de todo lo malo o bueno que el tiempo me ha dejado vivir, hoy y ahora, estoy en plena conciencia de que el miedo paraliza, entorpece y duele...que no deja crecer ni avanzar, que sigo envejeciendo en cada instante que pasa y de que no puedo, no debo permitir que el miedo siga creciendo y dominando mi ahora, mi presente y menos mi futuro... Que se callen los malignos, los tentadores, los que destruyen, los que humillan, los que no saben amar... los que viven en el mundo pensando que nunca se van a morir. y que se van a llevar todo lo que compraron con el dinero que no siempre ganaron con el sudor de su frente, limpiamente sin robar.

Hay veces que quieres que la gente sea eterna, que el padre Tiempo al que llaman Chronos no pase, que cada una de las funciones vitales de una persona permanezcan intactas, pero sé que no es posible, y eso genera frustración en mi.. y en muchos, en casi todos. No queremos nunca estar donde estamos, cuando adolescentes queremos tener edad para todo lo prohibido, cuando viejos queremos sentirnos como cuando no teniamos los achaques de la tercera edad. Me encantaba manejar, correr, montar caballo, bailar flamenco, ahora con las justas puedo caminar.

No puedo cambiar, lo que es obvio sucederá, pero al menos espero tener fuerza suficiente como para dejar a un lado mi neurosis y demostrar con hechos lo mucho que amo sus pasos junto a los míos...

Si, por primera vez en muchos años el miedo está a punto de paralizarme y es necesario acallar todos esos pensamientos negativos, todas esas voces enfermas, la falta de fe, la falta de creer que todo lo que sucede conviene, recordar que somos los arquitectos de nuestra vida, que la felicidad (nuestra felicidad no depende de nadie)... que Dios nunca abandona a sus hijos, y que todo pasa, todo tiene un principio y un final. Que la vida es bella, que no importa cuantas veces tropiezas, si no cuantas te vas a levantar y seguir viva, agradecida y productiva, sin ser carga para nadie

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