Decepcionada que se vuelve a levantar

Notas de mi Viejo cuaderno de otro 17 de Abril pero con algunas correcciones de hoy -  escribiendo desde mi cama, enferma sin poder usar mis manos atacadas por una Neuropatia Periferal, diabetes, fibromialgia, con los ojos nublados y el dolor corporal que no quisiera que nadie estuviera en mis zapatos, mi cuerpo es una maquinaria infinita de la hormona que produce el estres. 

Irradia calor antes de explotar, y en un misero segundo todo vuelve a ser rojo como la puesta de sol de verano. Como esos destellos parpadeantes, que te ciegan por su ternura al explotar en tus mejillas. Esas gotas cristalinas de su amor, que amenizan el dolor y dejan caer lo que todavía estaba bajo llave. Sabes que quiero, las sonrisas de mis nietos. Los abrazos de mis hijos. Saber que todos mis hermanos duermen tranquilos.
Regresan los malos recuerdos. Las palabras, las opiniones, los consejos, los temperamentos, las creencias, las religiones, las confusiones, los pleitos, lo que sienten y creen las nuevas generaciones. Somos tan distintos. Que brotan e inundan, que desbordan y resbalan arrastrando esas palabras mal dichas, mal entendidas, mal digeridas, mal comidas, mal interpretadas. Llegan las separaciones. Los hijos se van, adoptan nuevas familias, las nueras no aceptan a la suegra, no se llevan bien con ella. La aborrecen. Le desean el mal.  Es una gorda loca equivocada, cerrada, anticuada. No sabe nada. Que se pudra con los gusanos de aquellos del siglo pasado que no entienden que 
Y es que como siempre desde que vivo enferma, no me sentó bien la cena tan condimentada, con tanta sal y pimientos, tan solapada con la merienda (me escondo para que no me vean desaparecer los alimentos)  sigo con hambre, sigo con sed Se acerca la hora del desayuno del día siguiente.  Vivo pensando en lo que voy a ingerir.  El cuerpo me pide dulces, postres, papitas fritas, arroz, pastas, pollo a la brasa, todo lo que no puedo comer.   Siento que estoy empachada de los lamentos fingidos, de aquellos que no son internos. De esos que se esconden tras una sonrisa mal dibujada, a mi me subestiman desde siempre, siguen con sus risas falsas, con sus preguntas que indisponen, que molestan, tanta falsedad, tantas caretas.  No saben que soy maestro leyendo caras, que puedo penetrar en las ventanas de sus almas, esa sonrisa arruinada por el botox, por la vanidad, por las carencias de dignidad y de apreciar el valor de llegar con salud a tocar la tercera y cuarta edad.  La vecina me saluda por compromiso, yo le digo "Dios la bendiga", me baja la mirada. Hoy se fue a trabajar apurada, va a llegar tarde como siempre, no lleva los labios enormes pintados y se cubre las patas de gallo con unos anteojos de sol que son enormes. Yo espero que lleguen los oficiales de la ley para reportar que me han vandalizado mi auto por segunda vez en 18 meses.  La espera es interminables cuando no son casos de urgencia.   Me han robado todo lo que tenia en la maletera, ropita para mis nietos, juguetes, libros, la gata, las herramientas, los papeles importantes y mi permiso de estacionamiento para personas que tienen problemas para caminar "handicap".   He estado en el hospital y cuando llego a casa me encuentro que ya no hay paz ni tranquilidad en ninguna parte.  

Me vuelven a dejar plantada.  Ya estoy acostumbrada.   Es pan de cada dia.  Me dejan con los crespos hechos, Con la comida servida en la mesa. Con globos de bienvenida, con flores frescas. Mis jarrones pierden sus colores.  Y la espera se hace larga, se hace eterna. Y mi llanto seco por dentro pero como manantiales cuando cierro la puerta.  Mis velas encendidas de aromas decepcionados, derretidas por la indiferencia de los que se hacen de la vista gorda.  Los zordos, los convenidos, los que no dan puntada sin hilo, los interesados.  Dime cuanto tienes, te dire cuanto vales.   No tengo nada, no quiero nada, no necesito nada material, no le tengo miedo a la muerte.  Estoy lista desde hace rato.  Para morirse hay que estar vivo.

Siempre lo digo, que el tiempo tuvo un principio y tendrá un fin. Que todo pasa. Hablo conmiga misma, lo hago en silencio porque no se hablar en voz alta cuando estoy a solas.   Estoy sentada en una silla vieja que es invalorable. La voz del silencio me contesta. Tendrá un principio y tuvo un fin, depende de por donde empecemos, si por el final o por el inicio. Recibo una llamada sorpresa de una pariente que no me habla desde hace siglos.  Dice que hay personas muy preocupadas por mi salud.  Dice que tengo personas que me aprecian y valoran. Amor con amor se paga es mi respuesta.   Yo busco a quien me busca.  Yo nunca molesto a nadie.   Siempre fui independiente, desde que recuerdo me mantengo financieramente.   Todo lo que tengo se lo debo a Dios, yo trabajo para el Gran Jefe.   

Sigo pensando mientras voy dictando, las pastillas que tomo me causan mareos y pesadillas cuando puedo dormir por pocos minutos, me despierto a las 3 AM como si fueran las 8 AM.   Todos duermen mientras yo me pongo a pasar la aspiradora y ocupar mi mente para no pensar en cosas tristes.  Que no sirve de nada salir sin estar preparada, y menos aún sin abrigo ante una tormenta de lluvia de verano. Pero han pasado muchos veranos, demasiados, y me voy poniendo vieja. Ya no soporto el calor.  Quero refugiarme en el poncho de alpaca que tengo de cuando tuve en mi vientre el fruto de mi amor nunca correspondido.   

Porque el calor se ha ido aunque ya ha explotado. Aunque todo sigue rojo, y está quemado. Aunque ya esta dicho y está grabado en las paredes, en las puertas, en las ventanas, en mis ojos, en mi vientre, en mi espalda, en mi mirada.  Tengo mi vientre inflado pero ya no es por la dulce espera. 

El calor se ha ido,  por unos instantes, el aire acondicionado de la casa hace que todos los que entran traigan chompas y abrigos, el cuerpo me pide hielo, quisiera mudarme a Alaska, con los esquimales, las focas y las noches que duran seis meses.  El calor que te ha quitado solamente la mitad del frío que te daba abrigo. Ese mismo, que anteriormente como hemos dicho, necesitas para enfrentarte a ti mismo. Ya no eres tan valiente. Ya no eres tan fuerte. Tu maternidad sigue rota, sigue herida, maltratada. Pero no pierdas la esperanza. No permitas que la ingratitud, la conciencia dormida, el desamor, la inmadurez, lo que sea que les pasa, te quite la paz, la calma. Ten paciencia, piensa que todo pasa por algo, y que nada ni nadie marchite tu flor.  No dejes que los sapos apaguen la luz de tus luciernagas.   



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